La música cobra cada vez más importancia en la actualidad, pues se conocen día a día nuevos géneros que se ponen en tendencia en las redes sociales; de igual manera sucede con los artistas que se conocen todo el tiempo.

Incluso, es tanta la influencia de la misma en la vida de las personas que muchos no solamente se visten, sino que actúan como muchos de sus cantantes o bandas favoritas, adoptando sus gestos, expresiones, forma de caminar y hasta tatuajes.

En ese sentido, el impacto que tiene en el diario vivir de quienes la consumen sin importar el género, duración o proveniencia, es totalmente notorio, puesto que una canción puede ayudar a alegrar un día aburrido o puede poner bajo de ánimo a quien la escucha.

Esto es debido a la reacción de la amígdala cerebral (un grupo de neuronas situado en el lóbulo temporal del cerebro) y que predispone a entrar en estado de alerta ante el estímulo sonoro, informó National Geographic.

Así las cosas, según HC Marbella, la parte derecha del cerebro, por ejemplo, hace imaginar y deja volar las emociones, mientras que parte izquierda se activará analizando las obras, haciendo hincapié en la parte más racional, como el sentido de la letra, figuras musicales y ritmos.

En ese sentido, un estudio reveló cuál es el tipo de música que activa el cerebro. Se trata de una investigación realizada por Jesús Martín Fernández, neurocirujano del Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria de Santa Cruz de Tenerife, quien en su tesis de doctorado estudió las reacciones cerebrales al escuchar diferentes estilos de música, señaló La Vanguardia.

La música tiene distintos efectos en el cuerpo humano. | Foto: Yohan López / Filarmed

El análisis nació de la idea de fusionar las dos pasiones del médico: el cerebro y la música. Allí colaboraron 28 personas totalmente diferentes sin ningún tipo de formación musical previa y con gustos musicales muy variados, publicó el medio.

Allí agregan que los participantes fueron sometidos inicialmente a diferentes pruebas de oído que consistían en discriminar melodías y de frases rítmicas de cada uno de ellos que buscaban medir la capacidad musical.

Posteriormente, los investigados fueron sometidos a una resonancia magnética funcional, respectivamente, mientras escuchaban diferentes tipos y estilos de música sin letra, con el objetivo de estudiar de la manera más pura posible el procesamiento de la música en el cerebro humano, según La Vanguardia.

Los investigadores analizaron el cerebro de cada participante anatómicamente y después la señal Bold, que es la que muestra qué áreas del cerebro cogen oxígeno y qué es lo que pasa cuando se activan las diferentes áreas, informó el medio.

Luego de escuchar música electrónica, clásica, folch y reguetón, el resultado fue sorprendente. Este último fue el género musical que activó más zonas del cerebro, incluyendo las auditivas, como las que procesan el sonido, las motoras y las de movimiento, añade.

Martín Fernández, el neurocirujano, amplió: “Es como si el reguetón, con este ritmo peculiar y repetitivo, nos preparara para el movimiento, para bailar solo con escucharlo”.

La música clásica, por otro lado, es más espinosa y no tan predecible, lo que podría llegar a resolver el gran interrogante del porqué es el estilo musical que activa menos las distintas áreas del cerebro, agrega el portal.

El científico añadió: “Lo que más nos llamó la atención fue que activaba una región primitiva del cerebro: los ganglios basales. Son grupos de neuronas que están en zonas profundas del cerebro y que se encargan de modular la postura, de empezar y terminar un movimiento. Además de estar involucrados en el sistema de recompensa o placer”.

En los ganglios está el origen de algunas enfermedades degenerativas como el párkinson, en los que “hay una degeneración progresiva de algunos de ellos que causa una disminución de la dopamina y que en última instancia produce, entre otros, alteración del movimiento”, manifestó Martín Fernández, agregando que deja una puerta abierta a investigar más el procesamiento global en el cerebro y este mismo experimento en pacientes con enfermedades degenerativas.