Esto es lo que se sabe del funcionamiento de uno de los sitios web de entretenimiento para adultos más visitados.

Pornhub es uno de los sitios web más prolíficos en el entretenimiento para adultos. Tiene más de 36.000 millones de visitas anuales, y, hasta hace pocos meses, un inventario de más de 13 millones de videos, alimentado continuamente por sus mismos usuarios. Por ello, la empresa está avaluada en 2.500 millones de dólares. El modelo de esta red social permite a sus 20 millones de suscriptores compartir videos pornográficos y descargar los de otros. Aunque su popularidad es innegable, se ha visto mermada últimamente por información que delata la verdad oculta de su oscuro funcionamiento.

Para entender el entramado de Pornhub es necesario remitirse a MindGeek, la empresa matriz que domina varias plataformas del espectro pornográfico, como RedTube y YouPorn, además de productoras del cine triple X, como Brazzers y Digital Playground. Aunque su sede principal se encuentra en Montreal, Canadá, el conglomerado tiene una estructura compleja de múltiples empresas que le permite funcionar en diversos paraísos fiscales. Eso explica por qué su sede legal es Luxemburgo, a pesar de tener oficinas en ciudades como Dublín, Londres, Los Ángeles y Bucarest. Pero es en Montreal donde residen algunas de las principales cabezas del emporio. Son cuatro, y cada uno ha intentado ser invisible a través de los años.

Uno de ellos es Feras Antoon, de ascendencia siria, quien hoy actúa como director ejecutivo de la compañía. Es el único de los fundadores vinculado laboralmente a ella desde su creación en 2007 cuando MindGeek se llamaba Mansef.

Luego se le unieron tres compañeros de la Universidad Concordia: Ouissam Youssef,Matt Keezer y su cuñado Stephane Manos. Justo dos años después de la aparición de YouTube, los cuatro constituyeron el motor de búsqueda más grande del mundo de videos porno, lo que les granjeó el apodo de The Kings of Smut (los reyes de las obscenidades).

Hicieron jugadas magistrales como adquirir el dominio de Pornhub por menos de 3.000 dólares y encontrar un sinfín de nichos de interés entre los consumidores de pornografía: parejas gais, lesbianas, sexo interracial, mujeres maduras, solo para nombrar algunos. Ese hallazgo no solo cautivó más audiencias, sino que abrió el camino para incursionar en la producción de material audiovisual para sus sitios web. Los reyes de la obscenidad conformaban el equipo ideal. Según dijo el mismo Antoon en 2011 a The New York Magazine, “Youssef era el visionario de los negocios; Manos, el vendedor y motivador, y Keezer, un experto del SEO”.

Luego de tres años de éxito, el grupo le vendió su empresa, que por esa época se llamaba Manwin, al millonario alemán Fabian Thylmann por la suma de 140 millones de dólares. Él logró permanecer un tiempo en el anonimato hasta que fue condenado por evasión de impuestos, no sin antes incrementar su fortuna a través del porno gratis por internet. Sin embargo, Thylmann vendió su parte de la empresa de nuevo a Antoon en 2013, esta vez por 100 millones de dólares.

Mientras estas ventas y compras ocurrían, plataformas como Pornhub duplicaban anualmente su tamaño y sus ingresos. Pero también generaban un creciente malestar entre los creadores de esta clase de contenidos, porque supuestamente el portal se lucraba a través de los anuncios publicitarios que allí aparecían; en cambio, la competencia entregaba su trabajo de forma gratuita a los internautas.

Antoon y sus socios evadieron esta y otras inconformidades sobre el funcionamiento de Pornhub y poco a poco se convirtieron en estrategas que movían cada pieza para conformar el monopolio de porno más grande del mundo. Al mismo tiempo, se convirtieron en expertos para no dejar huella.

No obstante, en los últimos meses, Antoon no ha podido escapar de la atención mediática. La fastuosa mansión que construyó junto al parque natural Bois-de-Saraguay, en Montreal, para él, su esposa, Nicoles Manos, y sus dos hijos lo dejó al descubierto. Pagó hace cuatro años alrededor de 2 millones de dólares por el terreno. Esta es solo una de las lujosas propiedades del empresario. También posee varios condominios en el casco urbano de la misma ciudad, y una residencia valorada en 2 millones de dólares canadienses, en Quebec, sin contar su auto, un flamante Lamborghini Urus color amarillo.

Feras Antoon, CEO de MindGeek, no tiene redes sociales, pero sí una ostentosa mansión en Canadá.

Además, el pasado 5 de febrero tuvo que aparecer como CEO de MindGeek ante el comité de ética del Parlamento canadiense para responder por las acusaciones que le hizo The New York Times a Pornhub. De acuerdo con un artículo del diario en diciembre de 2020, el periodista Nicholas Kristof reveló la presencia de videos de violaciones, maltrato y abuso de mujeres y menores en el sitio web; señaló como la compañía se ha lucrado a través de estos y otros ultrajes. Uno de los casos mencionados es el de Serena Fleites, una mujer que aseguraba haber solicitado en repetidas ocasiones a la plataforma retirar un video de ella cuando tenía 14 años, publicado sin su consentimiento. Después de la polémica y como medida de seguridad, la plataforma retiró cerca de 10 millones de videos cuya autoría no pudo verificar, e implementó nuevos mecanismos para comprobar la identidad de quienes alojan material audiovisual en su web.

Antoon, de 46 años, cumplió con la citación virtual del ente gubernamental, junto con dos de sus más cercanos colaboradores: David Tassillo, director de Operaciones de MindGeek, con quien dirige la compañía desde 2014, y Corey Urman, vicepresidente de la misma. Como consecuencia de la investigación, el comité le ha solicitado a la empresa presentar documentos para soportar su organigrama, revelar el manual de moderación de contenidos y, quizás lo que más preocupa a Antoon, la información sobre sus finanzas. Si bien el CEO aseguró durante la diligencia que actúa responsablemente con el público y reconoció que “podríamos haber hecho más en el pasado y debemos hacer más en el futuro”, estas palabras se sintieron como un mea culpa tardío.

Asimismo, en esa audiencia Urman aceptó que la información que han entregado es falsa, pues los nombres de Corey Price e Ian Andrews, supuestos portavoces de MindGeek, no corresponden a personas reales. “Algunos de nuestros empleados han utilizado alias o seudónimos de vez en cuando por motivos de seguridad”, aseguró el hombre, quien dijo también que en foros virtuales ha visto pulular amenazas en contra de sus vidas y las de sus familiares.

El director de Operaciones del conglomerado, David Tassillo, es también dueño de un tercio de la empresa.

Gracias a la atención sobre Antoon y Tassillo, ha surgido otro nombre en el radar. Se trata de Bernard Bergemar, de 53 años, con un título de la Escuela de Negocios Booth de la Universidad de Chicago. Él es un completo extraño para la gran mayoría de los 1.800 empleados de MindGeek, porque no ocupa una posición ejecutiva dentro de ella. A pesar de que los registros señalan a Antoon como propietario de dos tercios de esa compañía, y a Tassillo como dueño del otro tercio, desde las sombras, Bergemar, de origen austriaco, sería el mayor accionista de un amplio número de las empresas subsidiarias que conforman la enmarañada red del imperio pornográfico. Así lo reveló hace solo dos meses una investigación del Financial Times. Además, se ha señalado que Bergemar, quien reside en China, fungió como director ejecutivo de la empresa Bright Imperial, antigua dueña de RedTube, justo antes de que fuese adquirida por MindGeek.

Algunos nombres de prestigiosos inversionistas con los que ha contado este conglomerado en el pasado son otra impactante revelación con visos de escándalo. Entre ellos, se mencionan firmas de Wall Street, como JP Morgan Chase y Fortress Investment Group, al igual que entidades como la Universidad de Cornell.

Todo lleva a pensar que esto es apenas la punta del iceberg. Mientras las pesquisas sobre los contenidos y las finanzas de quienes ostentan la supremacía de una de las industrias más lucrativas del mundo continúen, estos y otros personajes seguirán siendo desprovistos del halo de secretismo que hasta hoy tenían. Esos que le apostaron a la pornografía para ensanchar sus arcas y mantenerse en el anonimato, poco a poco, serán llamados a rendir cuentas por pornografía infantil y por la forma como idearon el negocio para evadir impuestos.