Mei, una niña de 13 años nacida en Toronto, Canadá, y de origen asiático, despierta una mañana y descubre que se ha convertido en un panda rojo gigante. Esa es una de las primeras escenas de la nueva película de Pixar, Red. Ella, atemorizada, se esconde en el baño, mientras su madre, Ming, asume que acaba de tener su primer periodo. ¿Floreció la peonía roja?, le pregunta a través de la puerta. Ante el silencio, Ming irrumpe con calmantes, vitaminas, una bolsa de agua caliente y toallas sanitarias.
La niña, incapaz de decirle a su madre lo que realmente ocurre, soporta una conversación incómoda sobre cómo su cuerpo está empezando a cambiar. La menstruación no es lo que aflige a Mei, sino su transformación en un gran panda rojo peludo, algo que sucede cuando sus emociones la superan. Pero la metáfora de los periodos, la pubertad, y la montaña rusa emocional que se activa en esa etapa queda planteada. Y eso, que no es muy frecuente en el cine, se ha visto como un paso adelante en la lucha por quitarle el tabú a la menstruación.
Aunque los periodos son una experiencia compartida por la mitad de la población mundial durante una parte importante de sus vidas, a menudo se ven con miedo, vergüenza o disgusto. De eso era consciente Domee Shi, la guionista y directora. Por eso, la idea de incluir el tema y la vergüenza que las niñas pueden sentir en esta época estuvieron en el libreto desde el principio.
“El panda rojo es una metáfora no solo de la pubertad, sino también de lo que heredamos de nuestras madres y de cómo lidiamos con las cosas que traemos de ellas”, dice. Y agrega: “Todos estos cambios están ocurriendo no solo en su cuerpo, sino también en su relación con su madre y sus amigos”. La película ha sido bienvenida por la crítica y, sobre todo, por los expertos en salud.
“Mis pacientes son adolescentes y, desafortunadamente, las viejas generaciones les han metido la idea de que la menstruación es la enfermedad que nos da cada mes”, plantea María Alejandra Cifuentes Bernal, ginecóloga infanto-juvenil y endocrinóloga. Carolyn Danckaert, fundadora del sitio web A Mighty Girl, que incluye consejos para niñas y padres sobre la menstruación, le dijo a la BBC que aún muchos jóvenes a esta edad se sienten avergonzados cuando sus padres intentan hablar de estos temas. Y Emma Thompson-O’Dowd, especialista en salud y bienestar de la organización Plan International UK, señala que, cuando las niñas experimentan su periodo por primera vez, más de dos quintas partes se sienten ansiosas, y un tercio, avergonzadas.Cómo se vive este momento depende de muchas variables.
“En los pueblos y veredas, el periodo es un factor de deserción escolar, porque las niñas no tienen con qué comprar los elementos para una higiene menstrual. Además, sufren dolores asociados con él, pero por falta de comunicación o de acceso a salud viven con eso”, señala Marta Cortés, ginecóloga de Profamilia. El dolor, según ella, no es normal (podría ser endometriosis) y amerita una visita a un ginecólogo. Pero, cuando no hay educación o acceso a la salud, “ese dolor las incapacita durante el periodo y hasta deciden no volver a sus clases”, señala.
Por esa falta de información, en la zona rural colombiana aún se observan niveles muy altos de embarazos no deseados. Es un tema mundial. Cerca de 2 millones de niñas del Reino Unido han faltado a la escuela una parte del día o un día completo debido a su periodo, muchas por temor a experimentar manchado. Aun en los estratos más altos, se observa falta de comunicación y acompañamiento a las niñas en ese momento. Especialmente, con el uso de la copa menstrual, un elemento sanitario con el cual ellas interactúan más con la sangre. “Les dicen que es sangre impura, les da pena hablar del tema o solamente les entregan unas toallas higiénicas”, señala Cifuentes.
La realidad es que la copa menstrual no es ensuciarse. “Es una sangre limpia que no está en contacto con el aire porque queda reservada; por lo tanto, hay menos olor y menos bacterias”, dice Cortés. A pesar de lo anterior, la experta cree que las cosas han cambiado mucho, especialmente en el mundo occidental. Para ella, las niñas hoy están más informadas por las redes sociales y eso contribuye a una mayor capacidad de abordar el tema con sus padres. “En la época de nuestras mamás, había mucho recelo y pena, a veces la mamá ni siquiera se enteraba de que la hija estaba menstruando”.
Según Cortés, las mamás mayores que tuvieron sus hijos tarde tienden más a presentar este comportamiento que las más jóvenes.“Muchas veces las que tienen más dudas son las mamás porque fueron criadas en ese ambiente de tabú, y no tienen mucha información sobre lo que la niña va a enfrentar y si tiene que planificar así no tenga vida sexual”, afirma Cortés. Hoy es común que madre e hija vayan al médico tras la primera menstruación. Aunque no es necesario, Cortés explica que lo hacen para saber si es normal desarrollarse a esa edad o si hay que hacerle exámenes.
Algunas buscan saber si cuando llega la menstruación hay riesgo de embarazo, “y la respuesta es sí, porque la menstruación es ovulación, y, si hay ovulación y relación sexual, puede haber embarazo”, aclara la experta. Las niñas, por el contrario, solo tienen la duda de cómo manejar el sangrado como tal, y saber más de la copa menstrual, que ha tenido más acogida en las nuevas generaciones que en las viejas. “Pero de los cambios esas niñas ya tienen la información clara a diferencia de antes”, agrega.
Para Cortés, la metáfora del panda rojo no es tanto la menstruación como la adolescencia, la rebeldía, la necesidad de tener sus propios criterios, tomar sus decisiones y hasta escoger pareja. Es la necesidad de dejar la dependencia de los padres y formar un carácter, tener gustos propios, algo que no resuelven en una consulta con el ginecólogo. “La película muestra eso de manera real: el temor de las niñas a ser diferentes a lo esperado por la madre, porque en la pubertad empiezan a sentir que pueden ser y pensar distinto a sus padres”.
Explica que la madurez hormonal se produce por la maduración de la neocorteza frontal, lo cual crea menos inhibición y mayor predilección por el riesgo. “Si la madre no tiene buena comunicación con ella, la niña va a ir al concierto con permiso o sin permiso.
La mamá decide si ella la tiene o no en cuenta en sus decisiones”.Hoy las niñas se desarrollan antes, a los 10 y 11 años, por muchos factores, según Cifuentes, entre ellos los cambios metabólicos, la obesidad y más exposición a las hormonas. Las madres deben estar atentas a la aparición del vello púbico y del botón mamario, que suceden dos años antes de que llegue la primera menstruación. Son alertas para que las madres empiecen a decirles a sus hijas lo que va a pasar.
“Una niña de 11 que no sabe nada de esto y, de pronto, le sale ese montón de sangre vivirá la experiencia de forma traumática”, afirma Cifuentes. “Las niñas sí necesitan acompañamiento, ya sea de los padres, la profesora, la amiga, la tía, la persona a quien le tenga confianza”, agrega.
Los expertos confían en que la película ayudará a educar a la sociedad. Al hablar más abiertamente del tema, los niños también podrán entender lo que pasa con el cuerpo de ellas. Muchos de ellos piensan que, cuando un tema no se discute abiertamente, es porque es malo o sucio. Pero, cuando se sensibilizan, todo cambia.
“Así, cuando él esté cerca de una niña que tuvo un manchado, no habrá burla”, puntualiza Cortés. Nada mejor que sensibilizar el tema con una película, pues así la familia puede usar la experiencia del personaje como una oportunidad para abordarlo con cierta distancia emocional. Como lo dice Thompson-O’Dowd: “Todos deben aprender que los periodos son una parte normal de la vida, y películas como Red ayudan a acabar con el tabú y crean oportunidades para conversaciones abiertas”.