El hígado es uno de los órganos más grandes del cuerpo y es el que se encarga de digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas. Cuando se altera alguno de estos proceso, puede aparecer la enfermedad por hígado graso, una afección en la que se acumula grasa en el hígado.

De acuerdo con el Manual MSD, las causas más comunes de esta patología son el consumo de grandes cantidades de alcohol, obesidad, anomalías metabólicas, toxinas, ciertos fármacos, trastornos metabólicos hereditarios y el embarazo.

Asimismo, el estómago es un órgano que se encuentra ubicado entre el esófago y el intestino delgado. Según explica Medline Plus, Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos, en este órgano es donde inicia la digestión de las proteínas. Las tres funciones del estómago son almacenar la comida ingerida y deglutida, mezclar la comida con los ácidos gástricos y finalmente, enviar esa mezcla al intestino delgado.

Ahora bien, tener problemas en el estómago es algo muy común. En algunas ocasiones se tiene indigestión, acidez, estreñimiento u otras afectaciones en este órgano. En la mayoría de casos, la causa más común de esto se da después de comer una ingesta de alimentos muy grande.

Por su parte, el dolor articular es una afección frecuente que dificulta la vida cotidiana de muchas personas. Puede causar molestias en las rodillas, los codos, las muñecas y los tobillos, impidiendo la realización de algunas actividades.

Según el portal Top Doctors, de España, indica que este padecimiento procede con frecuencia de estructuras externas, como pueden ser los músculos, los tendones o los ligamentos, que enfrentan afecciones como bursitis o tendinitis.

En ese orden de ideas, existen diferentes remedios caseros para tratar estas afecciones. Sin embargo, el diente de león es una alternativa que está cogiendo fuerza para tratar estos malestares. No obstante, es importante mencionar que la mejor opción es consultar con un especialista de la salud.

El diente de león se distingue por ser una planta herbácea. Asimismo, se caracteriza por ser un protector hepático, así como por su poder diurético. Además, es rica en calcio, vitamina K y propiedades antiinflamatorias, según el portal Atida.

¿Cómo se puede consumir?

Una de las formas de ingerir el diente de león es preparando una infusión, para lo que se requiere una o dos cucharitas de la raíz de diente de león triturada o en polvo; o también sus hojas secas o frescas y un vaso de agua. Se pone el agua al fuego, se deja que llegue a punto de ebullición y se agrega el diente de león. Se deja reposar durante 10 minutos, se cuela y se bebe tibio. En caso de problemas gastrointestinales se debe tomar antes de las comidas.

Otros beneficios

De igual forma, afirma que estudios han comprobado que las hojas de diente de león ayudan a evitar el daño oxidativo de las células y a disminuir los niveles de triglicéridos y de colesterol LDL, llamado el colesterol “malo”, por lo que contribuye en el control de enfermedades cardiovasculares y accidentes cerebrovasculares.

Una de las propiedades del diente de león, específicamente del extracto de las hojas y de la raíz, es su potencial para prevenir el crecimiento de células cancerosas en órganos diferentes. “Estudios realizados in vitro han demostrado que el extracto de raíz de diente de león posee la capacidad de reducir drásticamente el crecimiento de las células cancerosas en el hígado, el colon, la piel, la sangre y el tejido pancreático”, precisa el portal Cuerpo Mente.

Por último, algunas investigaciones indican que el diente de león tendría propiedades antimicrobianas y antivirales, por lo que reduce significativamente la capacidad de que los virus y bacterias dañinas se repliquen en el organismo.