La insulina es la hormona que ayuda al páncreas a que la glucosa en la sangre entre a las células de los músculos, grasa e hígado, con el fin de obtener energía. Según National Institutes of Diabetes and Digestive and Kidney Diseases, cuando este proceso no cumple con su fin, aparece la resistencia a la insulina, que significa que las células de los músculos, grasa e hígado no responden ni reciben como se debe la insulina; de modo que no pueden absorber la glucosa de la sangre fácilmente.

“Como resultado, el páncreas produce más insulina para ayudar a que la glucosa entre a las células. Mientras el páncreas pueda producir suficiente insulina para superar la débil respuesta de las células a la insulina, los niveles de glucosa en la sangre se mantendrán en un rango saludable”, señala el portal en mención.

De este modo, este problema de salud aumenta el riesgo de padecer afecciones como sobrepeso, triglicéridos altos y presión arterial elevada. Asimismo, algunas personas con resistencia a la insulina también pueden desarrollar una afección cutánea que se conoce como acantosis nigricans, la cual se identifica con parches oscuros y aterciopelados en la parte posterior del cuello, la ingle y las axilas.

Resistencia a la insulina: signos y síntomas a los que se les debe prestar atención | Foto: Getty Images

Entretanto, cuando se padece esta afección es probable que se den signos y síntomas de prediabetes, como los expone el portal web Healthly:

  • sed o hambre extrema
  • sentirte con hambre incluso después de comer
  • mayor micción o con más frecuencia
  • sensación de hormigueo en manos o pies
  • sentirte más cansado de lo habitual
  • infecciones recurrentes
Aproximadamente entre el 5 y 10 % de las personas con prediabetes, de no realizar modificaciones en sus hábitos para tratarla, desarrollarán diabetes. Lo que significa que 7 de cada 10 individuos con prediabetes tendrán diabetes.
Diabetes | Foto: Getty Images

¿Cómo se convierte la resistencia a la insulina en diabetes?

Los expertos del portal web Medical News Today detallan que cuando una persona tiene prediabetes, el páncreas trabaja cada vez más para liberar suficiente insulina y así superar la resistencia del cuerpo y mantener los niveles de azúcar en sangre bajos. Sin embargo, con el paso del tiempo, la capacidad del páncreas para liberar insulina comienza a disminuir y esto llevar a desarrollar diabetes; de modo que la residencia de la insulina se convierte en una característica importante de la diabetes tipo 2.

De este modo, para mantener unos niveles adecuados de glucosa hay que incluir alimentos con fibra, ya que estos ayudan a mantener un peso saludable y reducir el riesgo de sufrir diabetes, enfermedades cardíacas y algunos tipos de cáncer.

Algunos alimentos recomendados son: el arroz integral, la avena en copos, el trigo integral y derivados u otros cereales como mijo, espelta, cebada, centeno.

También es recomendable consumir legumbres, pues son un alimento de bajo índice glucémico. Los frijoles secos, lentejas y guisantes son los tipos de legumbres más comúnmente conocidos y consumidos, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés).

Diabetes | Foto: Getty Images

Otra recomendación para controlar la glucosa en la sangre es consumir frutas y verduras, porque por su alto contenido de micronutrientes (vitaminas, minerales y fibra) tiene varios beneficios como la reducción de los niveles de colesterol, mejoran el tránsito intestinal (evitan el estreñimiento), disminuyen los niveles de azúcar en la sangre, contribuyen a la eliminación de toxinas, entre otros.

De acuerdo con el Grupo Sanitas de España, lo recomendable es que la glucemia se mida al levantarse por la mañana y antes del desayuno, y se considera normal si los niveles de glucosa se sitúan entre los 70 y 100 mg/dl en ayunas y en menos de 140 mg/dl dos horas después de cada comida.

Cuando el metabolismo de la insulina no funciona correctamente, las células de los tejidos dejan de asimilar correctamente la glucosa y esta se acumula en la sangre. La voz de alarma debe saltar cuando los niveles de glucosa en sangre estando en ayunas se sitúan entre 100 y 125 mg/dl y después de comer entre los 140 y los 199 mg/dl.