El “reuma” o “reumatismo” hace referencia todo el conjunto de dolencias o molestias relacionadas con el aparato locomotor, y el dolor es el síntoma más frecuente que suele localizarse en las articulaciones o alrededor de las mismas, según explicó en su portal Inforeuma.
Por su parte, la fibromialgia es un trastorno crónico (de larga duración) que causa dolor y sensibilidad en todo el cuerpo, de acuerdo con el Instituto Nacional de Artritis y Enfermedades Musculoesqueléticas y de la Piel que hace parte de los centros que conforman los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos.
También indicó que puede hacer que se sienta demasiado cansancio (fatiga) y que se tengan problemas para dormir.
Asimismo, otros síntomas incluyen:
- El dolor a menudo se siente en los brazos, las piernas, la cabeza, el pecho, el abdomen, la espalda y los glúteos (nalgas). Con frecuencia, las personas lo describen como un malestar doloroso, ardor o punzadas.
- Rigidez de los músculos y las articulaciones.
- Sensibilidad al tacto.
- Entumecimiento u hormigueo en los brazos y las piernas.
- Problemas para concentrarse y pensar claramente, así como con la memoria (a veces llamado “fibroniebla” o “fibroneblina”).
- Mayor sensibilidad a la luz, el ruido, los olores y la temperatura.
No obstante, los médicos no comprenden completamente qué causa la fibromialgia, pero las personas con el trastorno son más sensibles al dolor.
Por tal razón, el portal e-consejos reveló que el té de tomillo puede ayudar a tratar las dos afecciones, ya que “entre sus propiedades benéficas, actúa en los procesos de lupus, artritis, reumatismo, fibromialgia y esclerosis múltiple”.
En consecuencia, para obtener los beneficios, el tomillo se puede consumir en infusión y para prepararla se debe hervir una taza de agua y se le agrega una cucharada de tomillo y se consume dos veces al día.
De todos modos, antes de consumir algún alimento, lo primero que hay que hacer es consultar al médico tratante o a un nutricionista para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona, pues las anteriores recomendaciones no son las indicadas para todas las personas, ya que la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica.
De otro lado, otra recomendación es realizar ejercicio y existen varias actividades que ayudan a minimizar los síntomas de forma natural como, por ejemplo, el yoga, ya que es una práctica para todos los públicos, debido a que cuenta con movimientos y posturas para todas las personas, además, según un estudio realizado por el sociólogo Ronald C. Kessler, profesor en la Universidad Harvard Medical School de Massachusetts, la práctica habitual de yoga reduce el estado de ansiedad y estrés. Además, es un ejercicio que ayuda a mejorar la calidad del sueño.
Pero, hay que señalar que, al principio, el ejercicio puede incrementar el dolor. No obstante, si se hace de forma progresiva y regular, los síntomas suelen disminuir. Un fisioterapeuta puede ayudar a elaborar un programa de ejercicios en el hogar. También son útiles el estiramiento, la buena postura y los ejercicios de relajación.
Sobre la misma línea, es importante mantener un estilo de vida saludable y una dieta saludable debe incluir al menos 400 g (o sea, cinco porciones) de frutas y hortalizas al día, menos del 10 % de la ingesta calórica total de azúcares libres, menos del 30 % de la ingesta calórica diaria procedente de grasas y menos de cinco gramos de sal (aproximadamente una cucharadita) al día y la sal debería ser yodada.
De igual forma, es importante tomar agua. No obstante, el consumo diario de este líquido es distinto para los hombres y para las mujeres, ya que existen diferencias entre la ingesta, pero, por lo general, los hombres deberían consumir 3,7 litros de agua al día y las mujeres deberían beber 2,7 litros.