Aunque desde 1948 la Organización Mundial de la Salud (OMS) definió la salud como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no únicamente la ausencia de enfermedades o dolencias”, se calcula que el 75 % de los estudios relacionados con la salud abordan solo el componente físico.
Una encuesta del McKinsey Health Institute examinó las opiniones de residentes de 19 países como Argentina, Brasil, India, Nigeria, China, Japón, Estados Unidos, entre otros, para entender cómo las comunidades de todo el mundo definen la salud y qué factores creen que influyen en ella.
En general, los encuestados valoraron las cuatro dimensiones de la salud, la física, la mental, la social y la espiritual; esta última, entendida como la pertenencia, el propósito y la identidad, no estrictamente una creencia religiosa.
Estos fueron los hallazgos principales:
- Todas las dimensiones de la salud son calificadas como importantes.
Aproximadamente el 85 % del total calificó la salud mental y física como muy importante o extremadamente importante; el 70 % y el 62 %, respectivamente, utilizaron esas dos calificaciones para describir la relevancia dada a la salud social y la salud espiritual.
En el estudio participaron personas de diferentes edades, por esta razón, proporciones similares de encuestados más jóvenes y de mayor edad calificaron la salud física y mental como importante; mientras que la salud social y espiritual fue calificada como menos importante por los encuestados de mayor edad.
- La edad no siempre equivale a la percepción de salud.
Los niveles de salud autoevaluada no evidencian una diferencia significativa con relación a la edad. El 70 % de las personas entre 18 a 24 años declaró tener una salud general buena o muy buena, mientras que el 60 % de 75 a 84 años hizo lo mismo.
En cuanto a la salud mental, las cifras cambian, en 15 de los 19 países, un mayor porcentaje de encuestados con más de 65 años calificó su salud mental como buena o muy buena en comparación con los encuestados menores de 24 años que lo hicieron; esto se relaciona con estudios recientes, que destacan que los miembros de la Generación Z declaran tener una menor salud mental.
- Existe una correlación negativa entre la esperanza de vida al nacer y la percepción de la salud.
Los encuestados que viven en países con mayor esperanza de vida al nacer no se consideran necesariamente más sanos. Por ejemplo, dentro de los 19 países consultados, Japón es el que tiene la mayor esperanza de vida al nacer, pero los encuestados de ese país son los que peor califican su salud.
Nigeria es el país con menor esperanza de vida al nacer, pero registra una percepción de salud alta; este fenómeno puede indicar que la mejora de las condiciones de vida contribuye a una mayor salud percibida que la reportada en los países que han tenido durante mucho tiempo altas tasas de esperanza de vida.
- Las personas que se sienten apoyadas en sus necesidades aseguran tener mejor salud.
El apoyo del entorno contribuye a mantener un nivel de salud óptima. La encuesta revela que el 80 % de los participantes que declararon un alto apoyo calificaron su salud como buena o muy buena, en comparación con sólo el 40 % que manifestaron un bajo apoyo de familia y amigos.
- Hacia un enfoque modernizado de la salud.
La adopción de un enfoque más amplio es necesaria para crear cambios duraderos, significativos y materiales en las actitudes y acciones de la sociedad, para alcanzar todo el potencial en la mejora de la salud. Si los individuos, las empresas y los países amplían su comprensión de la salud, podrán cosechar los beneficios de los aumentos de la esperanza y la calidad de vida.
*Con información de Dattis Consultores.