En la actualidad, algunas enfermedades como la depresión, la ansiedad, la esquizofrenia, y en general las patologías mentales, son cada vez más reconocidas y existe una mayor conciencia de trato sobre estas.
En ocasiones continúan siendo estigmatizadas y por esta misma razón los pacientes pasan malas experiencias que muchas veces inhabilitan su proceso, pues deben enfrentarse en diferentes oportunidades a prácticas coercitivas como aislamiento, internación intrahospitalaria sin consentimiento, amenazas, entre otros.
Para los científicos resulta primordial explorar modelos diferenciales en los que el paciente y su familia sean escuchados y participen de las decisiones que se toman, con el objetivo de mantener su autonomía y permitirles tomar un papel activo en su tratamiento.
Según la Organización panamericana de la Salud (OPS), en las Américas 100.000 personas mueren por suicidio cada año, la depresión continúa ocupando la principal posición entre los trastornos mentales y en los trastornos afectivos, de ansiedad y por consumo de sustancias en adultos, hay una brecha de tratamiento de 77,9% en América Latina y el Caribe.
Tener en cuenta lo anterior implica que es necesario repensar la forma en que se aborda la salud mental y enfocar los esfuerzos en explorar y aplicar alternativas que permitan mejorar el acceso a los tratamientos y apoyos voluntarios.
Precisamente, en la búsqueda de esas alternativas, Andrea Caballero, directora científica de la Clínica Campo Abierto comenta que “para mejorar la calidad de vida de los pacientes, se han aplicado nuevas alternativas psiquiátricas que eviten los tratos coercitivos, que tienen un impacto directo en la disminución de sucesos de seguridad, en la mejoría clínica de los pacientes y en la percepción que construyen de sus tratamientos, estos han demostrado que se pueden obtener mejores resultados y contribuyen a una ayuda física y mental no solo para los pacientes sino para sus familias”.
Para Caballero, existen cuatro alternativas sanas que impulsan a mejorar la salud de los pacientes:
- Trato amable y cordial. Algunos centros para el tratamiento de salud mental pueden usar la fuerza para tener control sobre ciertos pacientes. Por ejemplo, algunos centros no tienen pabellones bajo llave, se puede detectar tempranamente los riesgos de cada persona.
De esta forma, es posible proporcionar medidas adecuadas de cuidado para prevenir sucesos de seguridad. Con esta estrategia se ha confirmado que mientras menos restricciones experimentan los pacientes, más receptivos se muestran a su tratamiento.
- Humanización de la medicina. También es importante mantener a los pacientes activos y con educación continua. Es importante que durante la estancia hospitalaria se brinden clases con profesores universitarios en áreas como música, ilustración, escritura creativa y danza.
- Conciliación. Los pacientes deben ser partícipes de su propio proceso y esto implica que debe existir una conciliación de medicamentos, la posibilidad de que sean ellos quienes den el consentimiento informado de la hospitalización cuando estén en capacidad de hacerlo y que exista la opción y el derecho de que firmen su salida voluntaria con apoyo de un testigo, sin que esto limite el acceso a la incapacidad del tiempo hospitalario, la formulación de la medicación, la atención ambulatoria o una nueva hospitalización en caso de ser necesario.
- Ejercer la confianza. En un tratamiento de salud mental la base es la confianza, por ello, los pacientes deben contar con la posibilidad de solicitar el cambio del equipo tratante para ayudar a enfrentar de forma profesional, objetiva y sin prejuicios. Estos modelos de atención diferencial posibilitan un mayor avance en el proceso de recuperación.
Aunque tengan alguna afección mental, estas personas también son seres humanos y merecen un trato digno en todo momento.