La dismorfia corporal, más conocida como trastorno dismórfico corporal, es un desorden de salud mental en el que la persona “no puede dejar de pensar en uno o más defectos percibidos o defectos en la apariencia, un defecto que parece menor o que no puede ser visto por los demás. Pero puedes sentirte tan avergonzado, intimidado y ansioso que es posible que evites muchas situaciones sociales”, explica Mayo Clinic.
Esta entidad sin ánimo de lucro señala que cuando una persona sufre de este trastorno, se enfoca de manera desmedida en su apariencia e imagen corporal, revisa un sinnúmero de veces el espejo, se asea constantemente y busca tranquilidad, situaciones que pueden tomar varias horas al día.
“Tu defecto percibido y las conductas repetitivas te causan una angustia significativa y repercuten en tu capacidad para funcionar en tu vida diaria”, añade la entidad.
Con el objetivo de “arreglar” el defecto percibido, la persona puede recurrir a distintos procedimientos cosméticos y después sentir satisfacción con lo logrado, la cual puede ser temporal y volver con el tiempo para nuevamente buscar maneras para darle solución al defecto que le incomoda. Señala que el tratamiento del trastorno dismórfico corporal puede incluir terapia cognitivo-conductual y medicamentos.
En palabras de Mayo Clinic, estos son algunos de los signos y síntomas que se presentan con el trastorno dismórfico corporal:
- Estar extremadamente preocupado con un defecto percibido en la apariencia que los demás no pueden ver o que parece poco importante.
- Creencia de que otros perciben especialmente su apariencia de una manera negativa o se burlan del individuo.
- Tener comportamientos dirigidos a arreglar u ocultar el defecto percibido que son difíciles de resistir o controlar, tales como mirarse frecuentemente el espejo, arreglarse o rascarse la piel.
- Comparar constantemente su apariencia con la de los demás.
- Buscar con frecuencia la aprobación de su apariencia por parte de los demás.
- Tener tendencias perfeccionistas.
- Buscar procedimientos cosméticos con poca satisfacción.
- Evitar situaciones sociales.
“La preocupación por tu apariencia, los pensamientos excesivos y los comportamientos repetitivos pueden ser indeseables, difíciles de controlar y consumirte tanto tiempo que pueden causar una gran angustia o problemas en tu vida social, trabajo, escuela u otras áreas de funcionamiento”, señala la entidad estadounidense.
La persona puede enfocarse en exceso con una o más partes del cuerpo, es algo que puede cambiar con el paso del tiempo. En el rostro, las personas tienden a obsesionarse con nariz, cutis, arrugas, acné y otras imperfecciones, mientras que en el cabello, la obsesión puede ser con su apariencia, adelgazamiento y calvicie. La apariencia de la piel y las venas, el tamaño de las mamas, el tamaño y tono muscular de los genitales son las características más comunes con las que la gente tiende a obsesionarse.
Mayo Clinic explica que hasta la fecha no se sabe con exactitud qué causa este trastorno. No obstante, precisa que al igual que muchas otras afecciones de salud mental, el trastorno dismórfico corporal puede ser el resultado de una combinación de problemas, como antecedentes familiares del trastorno, anomalías en el cerebro y evaluaciones o experiencias negativas sobre el cuerpo o la imagen de sí mismo.
Tener parientes consanguíneos con trastorno dismórfico corporal o trastorno obsesivo-compulsivo; experiencias de vida negativas, como burlas en la infancia, negligencia o abuso; ciertos rasgos de personalidad, como el perfeccionismo; presión social o expectativas de belleza, y tener otra afección de salud mental, como ansiedad o depresión, son algunos factores que pueden aumentar el riesgo de tener trastorno dismórfico corporal.
“La vergüenza y la pena acerca de tu apariencia pueden impedir que busques tratamiento para el trastorno dismórfico corporal. Pero si tienes algún signo o síntoma, consulta al proveedor de atención primaria o a un profesional de la salud mental”, advierte la entidad.
Añade que es una afección que no suele mejorar por sí sola, sino que requiere de un tratamiento adecuado. De no ser tratada a tiempo, puede empeorar con el tiempo y provocar ansiedad, facturas médicas extensas, depresión grave e incluso pensamientos y conductas suicidas.