SEMANA: ¿Le molesta que lo recuerden más por su papel de la novela ‘El man es Germán’? Santiago Alarcón: no, para nada. Es un personaje con el que vivo muy agradecido porque me regaló muchas cosas y momentos con los niños. Si la gente me recuerda por algo, pues que bueno que sea por ese personaje. SEMANA: últimamente ha estado activo en cuestiones políticas y sociales. ¿Deben los actores meterse en esos temas? S.A.: La pregunta sería ¿por qué no? Todos somos sujetos políticos. Cuando sales de la casa el transporte que usas, el mercado que compras, la gasolina que echas, todo es política. SEMANA: pero ¿que lo llevó a participar en las marchas? S.A.: para marchar tenemos muchas razones. Debió suceder hace muchos años. Lo que pasó es que despertamos. Antes no teníamos cómo discernir la información y hoy tenemos más conocimiento real. Razones hay un montón, pero por lo que yo siempre marcharé será por la defensa de la vida. Una sola muerte debería indignarnos a todos.

SEMANA: ¿Tiene a alguna persona cercana que haya sido víctima de la violencia? S.A.: Si, tengo, o tenía, porque lo mataron. A mi papá lo mataron cuando yo tenía 11 años, en 1991. Lo mató un policía de civil, tal vez abusando de su condición de policía. Yo viví en Medellín al final de los 80s.  No sé si haya algún colombiano que no haya sufrido la violencia.  SEMANA: ¿Qué recuerda de su papá? ¿Qué le dejó él? S.A.: Muchas cosas. Mi papá me dejó el tema de la justicia porque él fue abanderado de ese tema. Fue solidario y en el barrio era como un líder y se encargaba de ayudar a la gente. Eran un ser muy generoso, tanto que tuvo cinco hijos. Era de Sonsón, Antioquia, un hombre de campo que trabajó la tierra y fue a Medellín a buscar un mejor futuro. Siempre tuvo eso de ser solidario y nos lo dejó a nosotros, al menos a mi que soy el mayor y que pude pasar con él 11 años. SEMANA: El hijo número cinco no lo recuerda… S.A.: él no se acuerda de mi papá. Me toca contarle historias. Además, en esa época no es como ahora que quedan registros de video y fotos. bueno, de fotos sí, pero ni la voz la tenemos. Una de las cosas que más extraño es su voz. Tengo un recuerdo muy débil de su voz. Pero no tengo ni un solo video de él. SEMANA: ¿cómo hizo tu mamá? S.A.: Pues mi mamá se dedicó al alcohol… no mentiras (risas). Mi mamá fue una tesa, levantó a cinco hijos. Ahora que hay temas de influencers, yo pienso que mi mamá fue la mejor influencer que yo he tenido porque no crió a ningún hijo uribista. Y en Medellín. Eso es si es influencer. Levantó cinco y todos muy buenas personas (hablo de mis hermanos), profesionales todos. Ella dice que mi papá era quien hacia todo, el que mercaba y ella no hacía nada entonces le tocó aprender. Siempre la tendré en un pedestal porque fue capaz de levantarse de esa tragedia y educar a sus hijos.

SEMANA: ¿Qué es lo último que recuerda que le enseñó su papá y le quedó para siempre? S.A.: el último recuerdo de él es que lo abracé duro. Pero días antes de eso, estaba en la época de la amenaza de una bomba atómica, era la guerra del golfo en enero 1991 y ese día nos llevó a piscina y nos habló del miedo. El nunca sentía miedo a pesar de tener cinco hijos. Uno con cada hijo más miedo le da de todo. Ese día había mucho miedo entre la gente, todos paniqueados, pero nos dijo que no debíamos tener miedo y la idea era disfrutar. Luego fui entendiendo que después de todo lo que había hecho él siempre fue una persona sin miedo. Y cuando estoy aún hoy haciendo teatro tengo la sensación de que él está ahí en una silla viéndome. SEMANA: ¿Qué cree que él diría de usted hoy? S.A.: No me hubiera dejado ser actor porque era muy estricto con el colegio, pero más allá de eso, pienso que nunca me vio actuar, no conoció a sus nietos. Son veintipico de años y lo extraño un montón… y solo viví con él 11 años. SEMANA: ¿qué piensa de haber nacido en un barrio y luego estar en la fama y el éxito. ¿Qué piensa de la diferencia social? S.A.: Cuando vivía en Manrique tenía una novia y una vez fui a visitarla. Ella estaba sola. Recuerdo que el piso era de madera y por debajo pasaba el río y en ese momento me pareció maravilloso: ‘tu ves pasar el río por acá, que locura”, le dije. Luego después entendí que era una casa de invasión, pero en ese momento para mi era una casa por la que pasaba el río por debajo. Es como la caverna de platón. Para uno ese es el mundo, eso es lo que  hay. Está el peligro de las calles, viví una época violenta y donde me acostumbré a que mataran gente y muchos de mis amigos eran seducidos por eso. El hecho de hoy contar esa historia hace que vivir esa historia sea importante para mi. Es una cosa de amor, de sentir tan cerca la muerte, la pobreza que hace que nunca se te vaya, tu sientes que haces parte aún de eso y ese mundo sigue siendo muy cercano a mi. Podría pasar que te olvides de eso. Que la fama, el dinero y el poder te pongan una venda y te olvides de lo que fuiste. Eso pasa a muchos, pero siempre es bueno echar para atrás y recordar de dónde viene uno. Mientras más indiferentes somos es más difícil vivir.  SEMANA: ¿qué le impactó más de esos dos mundos? S.A.: Cuando yo llegué a Bogotá, me impactó la diferencia. Venía de Medellín, de una ciudad diferente que era muy fría, una ciudad en la que la gente era sombría y era difícil la relación. Había discriminación por los paisas, me impresionó ver cómo había abundancia en otras partes, ver en algunas casas muchas cosas, como neveras llenas, carros, mucha ropa, muchos zapatos, En mi casa siempre teníamos los tenis y los de vestir, pero ver que había gente con cinco pares. Yo preguntaba para qué necesitan tanto y luego a cuántas fiestas van, y es que si van a muchas fiestas.  SEMANA: ¿Es cierto que empezó en la actuación un poco por vago? S.A.: ¿donde dice eso? (risas) No es que haya sido por vago, eso quedaría como si la actuación fue lo que me apareció de repente. A mi no me gustaba el colegio, y no es que me esté justificando, pero los colegios no son para todo el mundo o al menos deberían tener una clasificación diferente. Si me hubieran educado con lo que a mi me gustaba hacer sería diferente. Pero a uno lo educan en combo. Uno no tenía la capacidad de ser uno, sino que tenía que responder como el compañero. Entonces yo nunca me sentí cómodo en el colegio.  Y una vez estaba en una clase muy aburridora y llegó el profesor de sociales y dijo que iba a hacer una obra de teatro. Yo levante la mano por salirme de esa clase y nunca más volví a salir del teatro. 

SEMANA: ¿qué encontró ahí? S.A.: Me pareció lo máximo, la mejor terapia, además en esa época yo estaba un poco perdido porque mi papá ya no estaba. No sabía para donde coger y el teatro me salvó mi vida. Me enseñó a aislarme por momentos en la vida real y a concentrarme en un personaje y hablar de cosas que uno no habla. Y me enamoré. Pero no por vago. SEMANA: ¿de dónde salió esa vena artística? S.A.: Es muy buena pregunta y no tiene respuesta. Hace nueve años fui a Sonsón, la tierra de mi papá a ver a mis tíos, muchos tocan guitarra y cantan, pero ninguno actúa. SEMANA: tiene una relación larga con Cecilia, su esposa, algo muy raro en estos días y en ese medio. ¿Cuál es el truco para durar tanto? S.A.: Si, es una relación de 20 años. Es muy raro. Yo llevo 20 años con Chichila y esto se fue así. Qué pereza separarse y volver a coquetear. Ya, como hermanitos. ¿Cómo era la pregunta?… SEMANA: Que cual es el truco de un matrimonio duradero… S.A.: El truco es aguantar. (Risas). Como cuando uno aguanta debajo del agua (risas) SEMANA: Se va a meter en problemas… S.A.: No, yo a ella le digo que ustedes editan. Que yo dije un montón de cosas bonitas. No mentiras, es una relación de 15 años de casados y cinco de novios, tenemos dos hijos, hemos vivido de todo. Desde que ella salía en Okidoki. No se como nos conocimos. Ella me mandaba cartas y terminé entregándole mi cuerpo. Yo vivo muy contento. Tengo una gran compañera y cómplice de estas locuras y ha sido muy importante para mi. En estos 20 años que he construido ella es gran responsable de eso. SEMANA: ¿cómo maneja el éxito? S.A.: El éxito mío es Carulla. (risas). La fama... para mí uno debe aprender a vivir con eso porque hoy lo reconocen a uno porque está de moda, pero mañana no. Entonces al final la fama no es nada. Es algo que se inventa la gente para uno, pero a uno no le pertenece.  SEMANA: y ¿cómo reacciona ante la gente que lo reconoce? S.A.: Nadie corre detrás de mí. Yo no soy Messi. Nunca me llegó un brasier del público, nadie me acosa en redes, nadie. Eso es para Falcao, aquí nadie es famoso. Famoso Messi. SEMANA: ¿ni siquiera haciendo de garzón o German? S.A.: Los niños son más intensos en eso, pero quien termina siendo famoso al final es el personaje. SEMANA: y ¿para qué la fama? S.A.: La fama la consigues en cualquier parte. Sacas un video atropellando a alguien y te vuelves famoso. La fama la consigues fácil. Ser famoso es fácil hoy. Pero también está el hecho de ser voz y opinión y si por la carrera que he construido tengo un reconocimiento, debo aprovecharlo. Uno tiene derecho a dar una opinión e invita a que la gente lo haga. La fama sirve para eso, servir de ejemplo.

SEMANA: Ha sufriste de depresión. ¿Cómo ha lidiado con eso? S.A.: Yo toda la vida he sufrido de depresión. Pero sentí que podía pilotearla. Eran bajones. Uno cuando ha tenido tantas cosas no sabe como se llama eso, pero es como un vacío,  uno sabe que eso tiene un nombre. Eso fue creciendo de tal manera que al final, hace unos tres años, me llevó a una crisis muy fuerte en la que intenté quitarme la vida y falle. Terminé yendo a una clínica a buscar ayuda profesional. En eso fue muy importante mi esposa. Fue fundamental. Y ella sigue al lado mío. Lo superé. Tengo un cuadro depresivo y tengo la terapia y pues sigo viviendo con eso. SEMANA:  Margarita Posada dice en su libro Las muertes chiquitas que no es que quieran morir, sino que no quieren vivir de esa manera… S.A: Si, la gente a veces nos trata como “tienes esto, casa, hijos por qué no agradeces, y de eso no se trata. Es una enfermedad en la que uno no encuentra ninguna razón para vivir así la tenga alrededor. La misma enfermedad hace que no veas nada para mantener. No es ser malagradecido. Esto me ayudó a comprender un montón y con el libro de piedad Bonnet y muchos amigos y hablar y socializar. Esto no le pasa a una sola persona. Hay muchos que sufrimos de eso y las entidades deben hacerse cargo.  SEMANA: ¿Tiene que ver con la muerte de su papá? S.A.: Los psiquiatras dicen que uno viene con esa predisposición y que hay cosas que la disparan. Tragedias como la muerte, el asesinato de mi papa posiblemente disparó este vacío con el que debo convivir. SEMANA: ¿Qué le dice a la gente que piensa en el suicidio? S.A.: Uno no puede cargar con la verdad de eso, dar solución es para los expertos. Puedo decir que en el momento más álgido de la depresión pude llamar a mi esposa y decirle que viniera por mi. Casi no llega…. Se puso a maquillarse (risas). Pero llegó. Ya había hecho algo y la llamé para que llegara por mi y me llevara a la clínica y eso fue lo que pude hacer. Lo que una persona debe hacer es hablar de esto, no cargarse eso porque es imposible no contarlo. Hay que hablar sin miedo y preguntarle a la gente. Eso hoy es prohibido, pero debe ser normal como si fuera un problema renal. SEMANA: ¿cómo le cambió la vida después de eso? S.A.: Un montón. Aprendí a vivir con eso. Cuando uno no le pone nombre es difícil vivir. Si entiendo lo que me pasa es más fácil llevarlo, y eso no es solo con la depresión. Hay que darle la importancia y tratarlo porque así se puede vivir de otra manera. No solo con la depresión sino con otras coas de corte emocional. La vida no es más fácil, pero se puede vivir de otra manera.  SEMANA: ¿Cuál ha sido el mejor día de tu vida? S.A: Creo que fue el nacimiento de mi hijo, Matías. He tenido grandes días, eso si no fue cuando me casé, ese si no fue de los mejores días. SEMANA: ¿Ese fue el peor día? S.A.: Si, pero porque todo salió mal, no por el matrimonio. Como les parece que nos casamos en una iglesia y llegamos en carro antiguo alquilado y al terminar debíamos irnos a recoger el carro mío mientras el resto de gente se iba a la fiesta a una finca. Fuimos con mi esposa y tres pajecitos en el carro antiguo a recoger mi carro y cuando llegamos en mi carro no había nadie en la iglesia y no sabíamos dónde quedaba la finca. Y no teníamos celular porque estábamos vestidos de novios. No sabíamos qué hacer, nos fuimos para Sibaté, porque allá era la finca, pero imagínense a una pareja vestida de novios preguntando en todas partes donde era la finca. ¿Cual era la pregunta?

Semana: el peor y mejor día de su vida… S.A.: Tengo muchos mejores días, el nacimiento de mi hija, el nacimiento de mi hijo, el nacimiento del sindicato de actores, las dos copas Libertadores de Atlético nacional.  SEMANA: ¿y el peor? S.A.: La manera como me enteré de la muerte de mi papá. En la casa mis papás trabajan de noche, llegaban a la una y se encerraban a dormir. Y ese día me levanté y asumí que estaban dormidos porque la puerta estaba cerrada. El día estaba raro, sonaba mucho el teléfono, y no nos dejaban contestar. En una de esas llamadas yo contesté sin que se dieran cuenta y esa persona me preguntó ‘Santiago, a qué horas es el entierro de su papá’ y yo colgué el teléfono y alguien dijo: “él no sabía, él no sabía”. Corrí a abrir la puerta del cuarto de mi papá y la cama estaba tendida. Ese fue uno de los peores días que he vivido. El día del intento de suicidio también fue difícil. Ese y días anteriores fueron muy complicados realmente. Perder una final también duele mucho. SEMANA: ¿Le tiene miedo a la muerte? S.A.: Nunca, la muerte siempre me ha parecido lo mejor que le puede pasar a uno. Ahora, la forma de morir es diferente. Digamos que lo que sucede después de la muerte creo que es importante y si pasan cosas. Lo triste es la forma en que uno muere en Colombia, de manera violenta. Pero la muerte siempre me ha gustado, es interesante y me gusta el tema, me gusta que se hable del tema, y se explore más allá de lo que pueda provocar porque en Colombia tenemos mucho miedo a la muerte, pero para mi es un paso fundamental en la vida.  SEMANA: ¿Cómo fue interpretar a Garzón? S.A.:  Interpretarlo sigue siendo uno de mis grandes retos en TV. Era difícil desde el principio porque es un personaje complejo y cada persona tenía una percepción de él. No había una sola teoría de él, desde su familia, pareja, amigos. Había que hacerlo. Esto era como lanzarse con paracaídas con posibilidad de que no se abriera y acabar con mi reputación. Había que decirle que sí, porque era una oportunidad como actor. Más allá de si me gustaba o no, lo disfrute muchísimo. Y tuve la fortuna de no estar solo, sino que estuve acompañado de un director como Sergio Cabrera que más que todo es un guía que da luces a la interpretación. Eso fue una ventaja. ¿Críticas? Es normal.  SEMANA:  ¿Qué lo hace escoger un papel? S.A: Hay muchas razones por las que actúo y una es la esencia. Cada vez son diferentes. La esencia es poder interpretar, poder jugar como cuando niños, pero ahora de grandes hay una gran responsabilidad que es conmover. Eso es el teatro, vivir el presente y por otro lado llevarle algo a la gente contar historias, divertir conmover y poder hablar de lo que nos pasa. SEMANA: ¿Alguien que lo inspire?  S.A.: Muchos colombianos que abrieron el camino. Más allá de Carriazo, Camargo, Robinson Diaz. Iba a verlos a hacer teatro, y siguen siendo inspiración. Mujeres como consuelo, Vicky Carmenza Gómez. Eso en televisión, pero en teatro hay mucha gente muy inspiradora. Esto es para siempre, mientras haya gente con inventiva hay que seguir. SEMANA: ¿qué piensa de la televisión hoy? S.A.: La televisión es moda  y en una época era todo narconovela lo cual le hace un daño grande a la televisión, a Colombia y a los actores. Hay actores que solo sirven para ser sicarios y se encasillan y hacen siempre lo mismo porque no se hace otra cosa. No es lo que uno quisiera. Aquí se produce rápido y de afán, no hay posibilidad de darse el tiempo de crear. A veces uno puede crear y jugar, pero no hay tanto espacio como en el cine o el teatro. Deberíamos darle oportunidad a jóvenes que traen ideas nuevas. Nos cuesta innovar y falta arriesgas. Colombia producía cosas propias y gustó en el  mercado mexicano. Ellos se asustaron y nos dieron plata y terminamos haciendo telenovelas mexicanas y otra vez estamos retomando las grandes historias por contar. Todavía falta, pero ahí estamos SEMANA: ¿Es cierto que no ve bien? S.A.: Si. Yo soy daltónico. Crecí en barrio popular, de una familia humilde y no conocía muchas enfermedades. En las planchas me ponían insuficiente. Y aunque yo pintaba, el mensaje de la profesora era que el niño no está pintando bien. Nadie se le ocurrió preguntarme si era un problema. Crecí como si no supiera combinar los colores, como si fuera pésimo para pintar y un día ya me molestaron los ojos y me hicieron una prueba y me dijeron que era daltónico. Por eso se me dificultan los semáforos pero eso no me impide que tenga pase. No distingo en el semáforo lo verde, lo veo blanco; y entre el rojo y el amarillo tengo una confusión. Yo por eso siempre paso despacio los semáforos y si me pitan es porque pasó a verde. Venden gafas, pero a mi me da pavor usarlas. Qué tal que yo que llevo cuarenta años viendo el mundo de una manera me ponga gafas y resulte que era distinto. No, no me da. SEMANA: pero ya se sabe vestir… S.A.: No, me viste Chichila, ella es la que me dice. Y cuando ella no está le mando foto para ver si esto sale. Donde me deje vestir, salgo como loco. Yo cuando empecé a salir con ella me puse la mejor pinta y ella después me dijo que había pensado ¿Este man se viste así? Una sudadera naranja y camiseta de jean y era un desastre, pero para mi estaba perfecto. SEMANA: ¿qué le gustaría hacer?S.A.: Viajar, estudiar, conocer lugares. Eso me hace falta, ya en Nacional no jugué. Me gustaría dirigir y me voy a preparar para eso. Una vez hable con un director sobre de cuando acá los directores perdieron potestad de ser ellos la voz de mando. Ahora hay otras personas que mandan y el director es como alguien que recibe órdenes, pero no tiene la oportunidad de crear. Me tocó una parte con Sergio cabrera donde la creación sí estaba en su cabeza. Pero hay otros que trabajan solo por la competencia de el que haga más escenas. Ese es el negocio, pero el día que yo vea esto como un negocio yo me tengo que retirar.