El embarazo es una etapa que se caracteriza por su complejidad, durante este periodo las personas gestantes suelen tener muchas dudas, sobre todo si se trata de la primera vez. Cuestiones tales como el parto, la salud del bebé en los primeros meses, recuperar el peso y el ritmo de vida, son inquietudes frecuentes entre quienes están por traer a un ser humano al mundo.
Pero también es común que en los meses que tarda en formarse el feto, se ‘eche un ojito’ a las tendencias y recomendaciones que comparten quienes ya han pasado por este proceso. En esta búsqueda es posible encontrarse con una práctica en particular, la cual se ha popularizado y ha tomado más fuerza en los años recientes: comerse la placenta.
Vale recordar la polémica que suscitó Camilo Echeverry, cantante colombiano, cuando reveló que su esposa, la también cantante Evaluna Montaner, había realizado dicha práctica luego de dar a luz al bebé de la pareja, Índigo.
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“A mi esposa le encapsularon la placenta y se la comió”, contó Camilo al programa La Resistencia. Ante tal confesión, los panelistas se mostraron sorprendidos y muy confundidos.
Sin embargo, pese a la extrañeza que generó tal afirmación, lo cierto es que esta actividad se ha extendido por varias regiones, aduciendo que al ser un componente natural puede generar diversos beneficios para el organismo de la madre, como para su bebé.
¿Qué tan cierto es esto? ¿Qué dicen los expertos?
Antes de entrar en los argumentos que sustentan o, en su defecto, desaconsejan esta práctica, es necesario comprender qué es la placenta y por qué se expulsa durante el parto.
De acuerdo con un artículo de la sección de embarazo de Bebés y más, la placenta es un órgano especial del cuerpo humano por varias razones: la primera de ellas es que, a diferencia de las demás partes del cuerpo, su aparición y presencia es solo temporal, en medio de la gestación. La segunda característica especial de este órgano es que se forma a partir de las células de los espermatozoides y el óvulo poco después de la fecundación.
Aunque poco se hable de ello, su importancia radica en que es a través de ella que la madre puede compartir los nutrientes con el bebé que se está desarrollando en el organismo. Por medio de la circulación de la sangre, este sistema se encarga de aportarle las hormonas, nutrientes y el oxígeno que requiere el feto para crecer, al tiempo que desecha los residuos producidos por él, explica la entidad Mayo Clinic.
Sobre si la práctica de comer la placenta es beneficiosa o no, la entidad señala que, para poder ingerirla, este órgano generalmente se encapsula por medio de la vaporización, deshidratación o procesamiento en su estado crudo. A diferencia de la imagen carnívora que algunos pueden imaginar.
La principal preocupación de los expertos, según detallan, es que “estas preparaciones no eliminan por completo las bacterias y virus infecciosos que podría contener la placenta”, cabe recordar que no solo es el ‘puente’ que permite el envío de nutrientes, sino también la eliminación de desechos.
En contraste, quienes están a favor de esta práctica, indican desde el portal Middle Sex Health, suelen referir beneficios para la madre y el bebé después de dar a luz, tales como favorecer el buen estado anímico, obtener nutrientes esenciales y prevenir el desarrollo de trastornos como la depresión posparto. No obstante, aún no hay suficiente evidencia de la relación entre comer placenta y estos resultados.
Igualmente, es de mencionar que hay quienes consumen este órgano en su estado ‘natural’, en preparaciones como jugos o inclusive crudas, por lo que se alerta de la posible infección por bacterias que puedan poner en riesgo la salud de las personas.