Aunque muy pocos admiten que lo hacen, los expertos saben que muchas veces las parejas consienten tener relaciones sexuales sin la mejor disposición para ello. Estas parejas, según los expertos, conservan mejores relaciones que aquellas que sencillamente dicen “esta noche no”. El consejo es que, si el hombre quiere, la mujer debe decir sí. O viceversa.
Obviamente, la recomendación no ha estado libre de las críticas de muchos, pues consideran que este tipo de actitud puede ser peligrosa, especialmente para ellas. Algunos lo ven como una costumbre arcaica en la que la mujer debe obedecer a lo que el hombre le demande sin importar su interés.
Pero los sexólogos señalan que estar dispuestas para los menesteres del amor y la pasión podría garantizar una mejor relación. Así las cosas, por qué no dedicarle al asunto diez minutos de su vida. A este tipo de relación sexual, que se cumple para complacer al otro, se le llama sexo de mantenimiento, y tiene sus fanáticos entre muchos psicólogos de pareja y sexólogos. Uno de ellos es Dan Savage, quien ha hablado sobre el tema desde hace 30 años en su pódcast Savage Love.
Según el experto, para evitar que esto implique una violación o un abuso sexual, es necesario diferenciar entre el sexo de mantenimiento y el obligado. “Si tienes relaciones sexuales bajo presión porque temes que la relación termine o porque tu pareja te amenaza con dejarte si no tienes relaciones sexuales, no está bien”, dijo Savage al diario The Times, en Londres. “Hay una gran diferencia entre tener relaciones sexuales para complacer a una pareja a la que quieres satisfacer y tener relaciones sexuales con una pareja a la que temes”, agregó.
Otros expertos afirman que las parejas pueden vivir momentos disparejos de desinterés en el sexo. En especial, esto ha ocurrido durante la pandemia, pues el estrés, la ansiedad y la cotidianidad son matapasiones para muchas personas.
Sin embargo, para los sexólogos, si la persona renuente acepta dejarse llevar por el otro, es muy probable que en el camino se prendan los motores de la libido y todo cambie para convertir la relación de mantenimiento en una muy satisfactoria. Las parejas deben entender que hay muchas razones para querer relaciones sexuales. Pero lo importante es que la intimidad y el afecto son tan importantes como la lujuria pura, y mucho más confiables en una relación a largo plazo.
Según Savage, no son siempre ellas las que dicen no. A veces, ellos no quieren un momento de placer y ellas se quedan viendo un chispero. Cualquiera que sea la situación, las parejas deben saber que, cuando el sexo se acaba, “se le pone punto final a la relación”. Y, aunque la estrategia está lejos de ser la noche apasionada con que todos sueñan, el sexo de mantenimiento ayuda a que esa relación se mantenga viva.
Emily Nagoski, autora del libro Come As You Are, dice que para algunos el deseo sexual es espontáneo, mientras que a otros les toma tiempo responder. Su mensaje es no esperar a que los planetas se alineen para tener el sexo fantástico, pues, si lo espera, puede ser que nunca llegue. Además, cree, como Savage, que ya entrados en gastos las cosas cambiarán, sobre todo si es con alguien que ama y conoce su cuerpo.
Otro elemento clave para Savage es que no tiene que haber penetración, y anima a las parejas a adoptar una definición más amplia de sexo, en el que los masajes, besos y caricias no se consideren de segunda categoría. Para Savage, en las relaciones la consigna es siempre compromiso y consideración, tanto por el sexo como por todo lo demás.
“No obtienes todo lo que quieres en una relación. No tienes sexo cada vez que lo quieres, no obtienes el tipo de sexo que podrías querer cada vez. Puede haber algunos tipos de sexo que nunca tienes en una relación, porque tu pareja no lo disfruta”.
Parte del compromiso es no salir con la vieja excusa del dolor de cabeza, sino satisfacer la necesidad del otro. Eso sí, los expertos invitan a las parejas a entrar en el estado de ánimo apasionado, y no como le sucedió a una paciente, que, en pleno sexo de mantenimiento, le dijo a su marido: “Oye, creo que tenemos que pintar el techo”.