Hablar de refuerzos en vacunación no es raro. Algunas vacunas requieren una sola dosis, mientras que otras, dos. El ejemplo más cercano es la de la influenza, que debe aplicarse cada año en respuesta a las nuevas cepas circulantes del virus. Todo depende del tipo de vacuna, la inmunidad causada y la circulación del virus o bacteria contra la que protege.
En el caso de la covid-19, son precisamente esos linajes emergentes los que tienen al mundo en vilo. El temor de turno es delta, cuya presencia se ha detectado en al menos 85 países, donde promueve brotes aun en lugares en los que el virus parecía estar bajo control. Esta variante, en apariencia, cuenta con múltiples mutaciones que la llevan a ser entre 40 y 60 por ciento más contagiosa que alfa, identificada por primera vez en Gran Bretaña, la cual, a su vez, es entre 30 y 50 por ciento más transmisible que la original. Según le dijo el experto Eric Topol a Scientific American, “Es la más transmisible y contagiosa versión del virus que hemos visto”.
Además de eso, algunos medios de comunicación en el mundo han puesto en tela de juicio la efectividad de algunas vacunas. Esa diferencia, en efecto, llevó a la viróloga e investigadora Angela Rasmussen a ponerse una dosis de Pfizer-BioNTech luego de haber recibido la de Johnson & Johnson. Su miedo no era enfermarse, sino que los patógenos sobrevivientes tuvieran la oportunidad de evolucionar a variantes más resistentes, como sucedió con delta. La científica señaló que, aun cuando confía en la vacuna inicial, quería eliminar la posibilidad de que su sistema inmune no lograra derrotar la infección en caso de estar expuesta al virus.
Como ella, están pensando países enteros. Turquía y República Dominicana, por ejemplo, aplicarán una tercera dosis contra el coronavirus como refuerzo ante el aumento de los casos positivos y la transmisión de las variantes. En el país centroamericano, el refuerzo se pondrá con la condición de que la fórmula sea diferente a la recibida previamente. Quienes fueron inoculados con Sinovac recibirán, así, las vacunas de Pfizer o AstraZeneca en esta tercera ocasión. Otros países, como Baréin, Emiratos Árabes Unidos y Catar, también están administrando sueros de refuerzo.
En Colombia, por esta misma razón, se está produciendo un traslado de personas mayores vacunadas, que, temerosas por lo escuchado sobre la efectividad de las vacunas, viajan a Estados Unidos a recibir otra dosis de Pfizer o Moderna.
Si bien el panorama con delta es mucho más complejo que con la variante original de Wuhan, muchos expertos dicen que las vacunas protegerán y que en Colombia no hay necesidad de refuerzos por el momento, excepto en poblaciones muy específicas: aquellas que están inmunosuprimidas, con algún trasplante o en quienes la vacuna, cualquiera que recibieron, no despertó una respuesta inmune suficiente.
El médico y experto en vacunas John González explica que en Indonesia vacunaron a los médicos y al personal de salud con Sinovac; sin embargo, ante las infecciones y muertes en este grupo de profesionales expuestos a diario al virus, decidieron usar un refuerzo de Pfizer. “Pero eso no se puede extrapolar a que cualquiera pueda hacerlo”, dice el especialista.
González señala que, a pesar de los resultados en los estudios de combinación de vacunas, aún no se sabe mucho cómo estas interactúan “ni sabemos cuáles son los niveles de anticuerpos para que haya protección o que se correlacionan con protección”.
Por eso no recomienda que la gente reciba una tercera dosis y señala dos preocupaciones. Por un lado, no se sabe si vacunar varias veces pueda provocar un fenómeno conocido como ADE, sigla en inglés que traduce mejoramiento dependiendo de anticuerpos. Esto sucede en algunos males, como el dengue, en los cuales los anticuerpos empeoran la enfermedad consecutiva. Por otro lado, podría suceder que los anticuerpos muten en el sitio de reconocimiento del virus cada vez que la persona se vacuna, y con muchas dosis olviden su función inicial.
Además, como lo han demostrado las investigaciones, todo lleva a pensar que las vacunas producen una reacción cruzada entre ellas y las variantes de preocupación. Aunque todas están basadas en la secuencia de Wuhan, por los cambios que tienen siguen siendo una variante de ese mismo virus, por lo tanto protegen contra alfa, gamma y delta. “Son linajes con unas pocas variaciones, pero el virus no cambia completamente comparado, por ejemplo, con el virus de influenza”, explica González.
En días pasados, los científicos dieron un parte de tranquilidad: según los resultados de varias investigaciones, las vacunas aprobadas sí protegen contra delta. Un estudio de Public Health England, realizado en mayo, encontró que la variante nueva solo reduce un poco la efectividad de las vacunas de Pfizer o AstraZeneca luego de dos dosis. Se espera que la de Moderna actúe de manera parecida a la de Pfizer por tener la misma tecnología. Asimismo, otro análisis de la misma entidad mostró que dos dosis de cada una de ellas protegen de la hospitalización. El problema en dichos casos es que la defensa sería menor en quienes solo tienen una dosis o no están vacunados. “Todo esto muestra que, si bien en Gran Bretaña los casos por delta van para arriba, no pasa lo mismo con las muertes, o sea que las vacunas protegen”, dice González.
Otro trabajo hecho en Israel, y dado a conocer esta semana, sugiere que la de Pfizer es menos efectiva en defender contra las infecciones causadas por delta. La vacuna protegió a 64 por ciento de las personas inoculadas durante un brote, una cifra mucho menor de la efectividad que provee con la variante original, de 94 por ciento. Pero aún su defensa es poderosa frente al desarrollo de formas severas de covid-19, pues protege 94 por ciento de la enfermedad grave.
En un comunicado, los directivos de Johnson & Johnson manifestaron que su vacuna era efectiva contra la variante delta aún 11 meses después del pinchazo. Aunque advierten que hay un pequeño bajonazo en la potencia frente a este nuevo virus, la vacuna sigue siendo eficaz.
Un nuevo estudio liderado por el Ministerio de Salud de Chile analizó los datos de efectividad de la vacuna fabricada por la farmacéutica Sinovac, utilizada en una gran parte del mundo y uno de los biológicos más inoculados en Colombia.
Tras el seguimiento, luego de 14 días con dos dosis, hubo 65 por ciento de efectividad para prevenir los síntomas del SARS-CoV-2. Pese a que esto es mucho menor que las otras vacunas, el trabajo, publicado en New England Journal of Medicine, mostró que la eficacia para reducir la mortalidad es del 86 por ciento. Con todo, la mortalidad del virus, que es de 3 por ciento en una población de 1.000 personas, podría reducirse con dicha vacuna a 0,4 por ciento.
Ante esta evidencia, la idea de los refuerzos parece no ser necesaria. Además, como lo dice la revista The Economist, en las condiciones actuales de los países como Colombia que no pueden acceder a todas las vacunas como lo hacen los más ricos, la posibilidad de una tercera dosis palidece como prioridad en comparación con aplicar la primera y segunda dosis para aquellos que no han tenido ninguna. Y ahora, frente a la amenaza de delta, la necesitan más que nunca.