Hasta ahora se creía que el mal de Alzheimer era un problema de la vejez. De hecho, la edad es el principal factor de riesgo para que se desarrollen en el cerebro las placas características de este mal, que deterioran el órgano y provocan la muerte. Dichas placas se forman a partir de pequeñas proteínas llamadas beta-amiloides. Pero un estudio publicado en la revista Nature señala la posibilidad de que el mal se pase a personas sanas luego de una cirugía, una transfusión de sangre o incluso un procedimiento dental. Desde hace una década los médicos saben que eso es posible en ratones, pero a raíz de este estudio ese riesgo estaría abierto también a los seres humanos. “Es un cambio de paradigma sobre la manera como se desarrolla este mal”, dijo John Collinge, profesor de neurología del University College London y autor del estudio. Collinge afirma que habría una tercera manera de adquirirlo además de las dos conocidas: por generación espontánea debido al envejecimiento o por un gen defectuoso heredado. “Ahora puede ser por un accidente médico”. El alzhéimer como tal no es contagioso. Los ocho hombres estudiados por Collinge oscilaban entre los 36 y 51 años de edad, y aunque no tenían síntomas clínicos ya mostraban un proceso de formación de placas avanzado al momento de su muerte. Luego de descartar otros posibles motivos, los expertos establecieron que estas proteínas amiloides pudieron haber sido transferidas en el tratamiento hormonal que recibieron de pequeños para atacar un problema de crecimiento. Se trata de una inyección ofrecida para estimular de talla entre 1958 y 1985, que contenía hormonas de crecimiento extraídas de la glándula pituitaria de cadáveres. Se calcula que 30.000 personas la recibieron en todo el mundo. Algunas adquirieron como consecuencia la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, un mal muy raro y mortal. Los ocho sujetos estudiados murieron de dicha enfermedad cuando tenían apenas entre 30 y 40 años. Lo sorprendente fue encontrar que para su edad también tenían patrones de placas beta-amiloides en sus cerebros y en cuatro de ellos los cambios eran extremos. “El alzhéimer es una enfermedad de los viejos y no es muy frecuente encontrar este tipo de placas en gente tan joven”, dijo Collinge al diario The Times. Así como estas personas terminaron contaminadas con semillas de esta rara enfermedad, los investigadores sugieren que en dicho tratamiento también se podrían haber plantado las proteínas semilla para el alzhéimer, otra enfermedad neurodegenerativa. Como se trata de una muestra muy pequeña el estudio debe ser replicado. Y de confirmarse significaría que el fenómeno que los expertos han visto en el laboratorio también podría darse en los humanos. En esas condiciones, se ha observado que micos y ratones desarrollan alzhéimer cuando se les inyecta tejido humano infectado de estas proteínas. Esta sola conclusión ha hecho pensar que muchos otros procedimientos médicos podrían causar el mismo resultado, teniendo en cuenta que dichas proteínas son mucho más difíciles de erradicar que los virus y las bacterias, y, por lo tanto, permanecerían en instrumentos quirúrgicos a pesar de haber sido esterilizados. Pero otros no aceptaron la teoría de Collinge y pidieron mesura frente a este tipo de conjeturas, no solo porque esos procedimientos están descontinuados desde hace 30 años, sino porque muchos expertos dudan que el mal de Alzheimer pueda ser aislado y actuar como otras infecciones. “El estudio se queda corto en proveer la prueba de esta hipótesis”, dijo a la revista Nature Mathias Jucker, de la Universidad de Tübingen, Alemania. En Gran Bretaña, expertos de la talla de Sally Davies, la máxima autoridad en salud del gobierno, señalaron que las cirugías del cerebro son seguras y los pacientes no corren ningún riesgo. Para aclarar las dudas, sin embargo, otros científicos ya están tratando de replicar el estudio independientemente.