El tomate es el fruto de una planta de la familia de las solanáceas. Aunque es originario del continente americano, sobre todo en el sur, fue introducido en Europa por los conquistadores españoles. Actualmente, existen casi cien variedades de tomates que se clasifican según su uso (en ensaladas o para cocinar), tamaño y forma.

Según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación de España, el tomate está compuesto principalmente por agua y su macronutriente mayoritario son los hidratos de carbono. Entre las vitaminas cabe destacar el contenido en vitamina A en forma de betacarotenos y de vitamina C. Entre los minerales resalta el contenido de potasio.

Los tomates y sus derivados son especialmente ricos en licopenos, responsables del color rojo del fruto. El licopeno es un carotenoide que presenta un alto poder antioxidante. Lo que se relaciona con un menor riesgo de padecer enfermedades crónicas, como el cáncer y las enfermedades cardiovasculares.

Así mismo, cabe destacar su contenido en otros carotenoides que presentan igualmente carácter antioxidante, como la luteína y la zeaxantina; ambos presentes en el área central de la retina, la mácula (tejido sensible a la luz situado en el fondo del ojo) y el cristalino del ojo, y que se asocian con la prevención de padecer cataratas y degeneración macular relacionada con el envejecimiento.

También presenta un aporte importante de fitosteroles, que reducen los niveles de colesterol en la sangre al inhibir parcialmente la absorción del colesterol en el intestino y posee un antibiótico llamado tomatina, la cual, contiene propiedades antibacterianas, antimicóticas y antiinflamatorias.

Por lo anterior, la revista digital UnComo a través del portal Mundodeportivo, indicó que comer tomate diariamente no engorda pues solo aporta 18 kilocalorías por cada 100 gramos. Además, “pertenece a la escala de las frutas y verduras en la pirámide alimentaria y la mayor parte de su peso es agua (un 94′5 %)”, explica el medio.

Por lo tanto, mantener el tomate en la dieta aportará fibra y vitaminas al cuerpo sin exceder las calorías o grasas ingeridas en el día. Si se consume este producto en salsas, se aconseja que esta sea hecha en casa para evitar el alza de calorías en la dieta.

Para realizar esta receta, según el portal especializado en gastronomía, GastroLab, se necesita: dos kilogramos de tomate triturado, una cebolla, dos dientes de ajo, un pimiento verde, una cucharada de pimentón dulce, una pizca de azúcar, orégano seco o albahaca fresca, sal, pimienta, y aceite de oliva.

Preparación:

1. En una olla poner a calentar a fuego suave el aceite de oliva.

2. Añadir la cebolla, el pimiento verde y el ajo bien picados.

3. Salpimentar al gusto.

4. Cocinar ambos ingredientes durante unos 10 minutos, removiendo con frecuencia.

5. Cuando se vea la cebolla transparente y blanda, se debe añadir el tomate triturado.

6. Agregar el pimentón dulce y el azúcar para eliminar el exceso de acidez del tomate.

7. Poner especias al gusto como albahaca u orégano.

8. Tapar la olla y dejar cocinar a bajo fuego durante una hora.

9. Pasado el tiempo, cuando la salsa de tomate haya espesado un poco, se agrega un poco de sal.

10. Si se desea retirar los trozos de verdura, es posible pasar la preparación por la licuadora.

Cabe resaltar que, antes de retirar o agregar el tomate a la dieta diaria, se debe consultar con un especialista en salud para que no se vean afectadas las comorbilidades que puede tener cada persona.