La personalidad pesimista es una manera de pensar y de comportarse que se caracteriza porque la persona lo juzga todo de la peor forma. Normalmente, realiza interpretaciones negativas no solo de lo que ocurre, sino de lo que va a suceder.
Muchas veces se relaciona el pesimismo con la tristeza. Sin embargo, de acuerdo con los expertos, no siempre las personas que piensan de esa manera evidencian dolor emocional o síntomas depresivos.
Información del portal Psicología y Mente indica que cuando un individuo interpreta la realidad de manera pesimista puede perder la esperanza de mejorar la situación y esto produce tristeza, desasosiego e incluso es un comportamiento que puede ir de la mano de la indefensión aprendida, en la que la persona deja de luchar y de esforzarse por progresar.
Sin embargo, no todos los tipos de pesimismo son iguales, y algunas de sus formas dejan una puerta abierta a la esperanza. “Por ejemplo, se puede creer que todo va mucho peor de lo que el resto de la humanidad cree cuando se da importancia a injusticias o a situaciones de opresión, pero también es posible creer que tener en mente esos problemas que la mayoría ignora es una manera de empezar a construir un futuro mejor y que, de otro modo, seguirían existiendo”, precisa este sitio web.
Son diversos los rasgos que identifican a este tipo de personas.
Énfasis en lo malo
Sucede de manera recurrente. Los individuos con este tipo de personalidad enfatizan lo malo, asegura un artículo de revista digital especializada en temas de psicología La Mente es Maravillosa. La persona recuerda con más frecuencia las situaciones tristes del pasado o vive con la percepción de añoranza crónica que le impide disfrutar del presente. De igual forma, se centra más en las carencias que en las cosas que pueden ser gratas en el presente. Los individuos pesimistas con frecuencia visualizan el futuro con inseguridad.
Quejas frecuentes
Las quejas se convierten en una forma de expresar la insatisfacción personal. Si bien se trata de un comportamiento que no soluciona nada, la queja se vuelve algo así como un mantra para quien contempla la realidad desde la perspectiva de la autocompasión, la sensación de mala suerte, la comparación con los demás o el miedo. A veces, las personas pesimistas llegan a la conclusión de que no tienen suerte porque este es el mensaje que se han repetido a sí mismas durante mucho tiempo y en infinidad de oportunidades.
Información del portal Psicología Online indica que estos individuos pueden perder energía en la tendencia recurrente de vivir desde la comparación al idealizar a los demás y al situarse a sí mismas en un rol de inferioridad, lo que no les permite alcanzar logros y propósitos.
Inseguridad
La inseguridad es el resultado de tantos pensamientos negativos que pueden pasar por la mente de una persona a lo largo de un periodo determinado. Esta forma de pensar genera miedos y temores que terminan incidiendo en lo que hace el individuo en su día a día.
Bajas expectativas
El pesimismo actúa también como un escudo ante la frustración, dicen los expertos. Como este tipo de personas esperan pocas cosas buenas del futuro, no creen que pueda haber mejoría.
Puede llegar a estar oculto
El pesimismo no es un comportamiento bien valorado socialmente, lo que lleva a que algunas personas lo oculten para que sus relaciones no queden deterioradas. Esto, a su vez, sí puede suponer un problema, ya que comportarse de manera poco natural durante mucho tiempo resulta estresante, al mantenerse siempre en guardia para evitar que lo que se piensa quede en evidencia, aseguran los expertos de Psicología y Mente.
Resistencia
Ante procesos complejos, como podría ser un duelo o perder un puesto de trabajo, muestran una enorme resistencia. Estas personas viven los malos momentos como una parte lógica de la vida. Son conscientes de que lo malo va a ocurrir hagan lo que hagan, por lo que lo aceptan, amortiguan el efecto y muestran estabilidad emocional bastante elevada, indica La Mente es Maravillosa.