Adelgazar no solo tiene un impacto estético, sino que también es fundamental para nuestra salud. El exceso de peso puede llevar a diversas enfermedades y afectar negativamente nuestra calidad de vida. Pero, ¿cómo saber si necesitamos bajar de peso?
A continuación, se evidencian algunos signos que pueden indicar que es momento de modificar los hábitos alimenticios y aumentar la actividad física.
El índice de masa corporal (IMC) es mayor a 25
El IMC es una medida que relaciona el peso con la altura y se utiliza para estimar el grado de sobrepeso u obesidad de una persona.
Se calcula dividiendo el peso en kilogramos entre el cuadrado de la altura en metros. Por ejemplo, si la persona pesa 70 kg y mide 1,70 m, el IMC sería 70 / (1,7 x 1,7) = 24,2. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “un IMC normal se encuentra entre 18,5 y 24,9. Si tu IMC es mayor a 25, significa que tiene sobrepeso y si es mayor a 30, obesidad”.
Cansancio constante
Otra señal de que necesita perder peso es que se siente fatigado o cansado con frecuencia, incluso al realizar actividades cotidianas como subir escaleras, caminar o hacer las tareas del hogar.
Esto se debe a que el exceso de peso supone un mayor esfuerzo para el corazón y los pulmones, que tienen que bombear más sangre y oxígeno a todo el cuerpo. Además, el sobrepeso puede causar apnea del sueño, un trastorno que se caracteriza por interrupciones de la respiración durante el sueño y que provoca somnolencia diurna.
Problemas articulares o musculares
Según informó el portal lavidalucida.com, “el exceso de peso también puede tener un impacto negativo en las articulaciones y los músculos, ya que tienen que soportar una carga y presión adicional”. Esto puede ocasionar dolor, inflamación, desgaste o lesiones en áreas como las rodillas, las caderas, la espalda o el cuello.
Además, el exceso de grasa corporal puede desencadenar una inflamación crónica en el organismo, lo cual puede agravar los síntomas de enfermedades como la artritis o la artrosis.
Dificultad para respirar
Si experimenta dificultad para respirar con el mínimo esfuerzo o ronca mientras duerme, es posible que sea una señal de que necesita perder peso. El exceso de grasa en el área abdominal puede ejercer presión sobre el diafragma y los pulmones, dificultando la inhalación y exhalación adecuadas de aire. Esto puede resultar en disnea, que es la sensación de falta de aire, así como en problemas respiratorios como el asma o la hipertensión pulmonar, que implica un aumento en la presión arterial en las arterias que llevan sangre a los pulmones.
Tener problemas digestivos
“El sobrepeso también puede alterar el funcionamiento del aparato digestivo y causar problemas como reflujo gastroesofágico (regurgitación del ácido del estómago al esófago), gastritis (inflamación del revestimiento del estómago), estreñimiento o hemorroides”, así lo informó la clinicbarcelona.org.
Estos problemas se deben a que el exceso de grasa puede aumentar la presión intraabdominal y favorecer el reflujo o dificultar el tránsito intestinal.
Tener alteraciones hormonales
El tejido adiposo no solo almacena grasa, sino que también produce hormonas que pueden afectar al equilibrio hormonal del organismo.
El sobrepeso puede causar resistencia a la insulina (hormona que regula el nivel de azúcar en la sangre), lo que aumenta el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2. También puede alterar los niveles de estrógenos (hormonas femeninas) y testosterona (hormona masculina), lo que puede provocar irregularidades menstruales, infertilidad o disfunción eréctil.
Presentar colesterol o triglicéridos altos
El colesterol y los triglicéridos son tipos de grasas que circulan por la sangre y que son necesarios para el funcionamiento del organismo. Sin embargo, cuando sus niveles son demasiado altos, pueden acumularse en las paredes de las arterias y formar placas que dificultan el paso de la sangre.
Esto puede provocar enfermedades cardiovasculares como la arteriosclerosis, la angina de pecho o el infarto de miocardio.
El sobrepeso es uno de los factores que puede aumentar el colesterol y los triglicéridos, especialmente si se consume una dieta rica en grasas saturadas o trans.