La pandemia marcó un antes y un después en la forma de trabajar y de estudiar para millones de personas. Las largas jornadas frente a computadoras, tabletas y móviles —considerados dispositivos clave para el aprendizaje y la productividad— ha significado también consecuencias importantes en cuanto a la crianza, el aprendizaje y la misma salud de los más jóvenes de la casa.
Así lo reveló recientemente un estudio publicado por investigadores de la maestría en Fisioterapia de la Universidad de la Sabana, que —tras aplicar una prueba de dependencia móvil a una muestra de 680 niños y adolescentes de colegios públicos de la región sabana centro de Cundinamarca—, pudo establecer que, pese a las grandes ventajas que ofrecen los dispositivos electrónicos, estos pueden generar alteraciones físicas y mentales que comprometen el buen desarrollo psicomotriz de los estudiantes en sus primeras etapas de la vida.
En ese orden de ideas, el estudio titulado ‘Dependencia al teléfono móvil y prevalencia de dolor musculoesqueletico en adolescentes: estudio transversal’ estableció que el 43 por ciento de los participantes (entre los 10 a 17 años), contaba con cierto grado de dependencia a estos dispositivos.
Para determinarlo, el equipo de investigadores recurrió al test de dependencia al móvil, que evalúa las principales características de la dependencia como la tolerancia, síndrome de abstinencia, alteración del control de los impulsos, problemas asociados y uso excesivo.
Además, en el estudio también pudieron establecer que el 56 por ciento de los participantes padecía algún tipo de dolor en la espalda, y el 46 por ciento presentaba problemas con los hábitos de sueño.
“Los niños y adolescentes que tienen dolor y problemas de sueño presentan puntajes mayores en la escala de dependencia al celular. Dicho comportamiento se va incrementando con la edad y es más prevalente en las mujeres que en los hombres”, explica Margareth Lorena Alfonso Mora, fisioterapeuta con maestría en Intervención Integral en el deportista, doctora en Ciencias de la Educación y el Deporte y una de la investigadoras del estudio.
La experta agrega que “los niños y adolescentes que tienen más dependencia al móvil también son más sedentarios, lo que les predispone a otras enfermedades no transmisibles como obesidad, depresión y trastornos de ansiedad”.
¿Cómo hacerle frente al problema?
Pero, el uso desmedido de estos equipos no solo genera cambios comportamentales, alteraciones en el estado de ánimo, insomnio, dolor de espalda, y trastornos musculoesqueléticos, también plantea desafíos en los procesos de aprendizaje.
En Suecia, por ejemplo, pudieron establecer que la dependencia a estos equipos ha generado que la comprensión lectora en niños y jóvenes escolares se vea reducida. Según el informe de Pirls de ese país (que mide el grado de comprensión lectora), el puntaje obtenido para el año 2021 fue de 544, 11 puntos menos con respecto al año 2016, lo que significa una gran brecha en este componente.
“Tomar el lápiz y el papel promueve la interacción entre el movimiento de la mano y la experiencia visual, lo que supone una interacción cortical diferente a la que ofrecen las pantallas. Estas pueden generar muchos estímulos simultáneos, como la exposición prolongada a la luz y la posibilidad de disipar la atención a otras fuentes de distracción. Por ejemplo, si estas leyendo un texto y aparece una notificación en tu computador, teléfono móvil o tableta, puedes dejar el texto de lado y poner tu atención en otras fuentes de información”, cuenta la doctora Margareth Alfonso.
Ante estas estadísticas, algunos expertos plantean soluciones como la implementación de estrategias que limiten el tiempo de exposición a las pantallas en esta población, la promoción de la actividad física y la reintegración de libros y textos en físico en las aulas de clase con el fin de limitar el uso de pantallas.
Frente a esto, Alfonso también señala que la actividad física es un factor protector para la salud física y mental de las personas. En ese sentido, el ámbito escolar no es la excepción. “Entre más movimiento, se presenta mayor cantidad de procesos oxidativos que generan mayor disponibilidad energética. Entre más quietud, se predispone a un cuerpo menos eficiente. Además, algunas investigaciones sugieren que la práctica de movimientos aeróbicos o de fuerza mejoran los procesos sinámpticos, lo que sugiere un mejor aprendizaje y promover mejor salud”, dice.
En consecuencia, dentro de las soluciones que está implementando la investigación liderada por profesores de la maestría en fisioterapia se proponen estrategias en el aula con profesores y estudiantes para promover el sano uso del móvil y advertir de las consecuencias del mal uso, tanto en instituciones educativas como en casa con sus familias.
Así mismo, el proyecto promueve proyectos participativos por parte de los estudiantes con el fin de mejorar la interacción corporal con sus pares incentivando la actividad física.