La insulina es uno de esos componentes del cuerpo humano de los que se habla mucho, pero de los que se conoce poco, al menos en medio de las personas “del común”. Esta hormona, que se gesta en el páncreas, es sumamente importante para el sano desarrollo de la actividad humana, ya que es la que se encarga de controlar los niveles de azúcar en la sangre.
De acuerdo con el portal especializado Healthline, el objetivo de la insulina, más que evitar que el azúcar se transporte por el cuerpo, es enviar esta sustancia óptimamente a las células del cuerpo para su almacenamiento.
Sin embargo, hay personas que en un momento determinado de su vida, ya sea por genética o por malos hábitos, sus células empiezan a desarrollar cierta apatía al azúcar y esto hace que el nivel de este elemento aumente en la sangre. En respuesta, el páncreas empieza a producir niveles más altos de insulinas para contrarrestar la cantidad de esta en la sangre.
Aunque esto parezca bueno, lo cierto es que, como funciona con los recursos de la naturaleza, las células productoras de insulina son finitas, es decir, con el tiempo y ante el exceso de producción de la hormona, se empiezan a acabar, dejando sin protección al cuerpo frente a los niveles altos de azúcar.
Para contrarrestar este tipo de situaciones, la mejor forma es tener hábitos de vida saludables, según lo explica el periodista de nutrición y dieta Ryan Raman, en un artículo de Healthline revisado por la doctora Michelle Griffith, graduada de la Universidad de Vanderbilt en Estados Unidos y experta en endocrinología, diabetes y metabolismo.
Evitar el sobrepeso o la obesidad puede ser clave para limitar a toda costa la aparición de enfermedades relacionadas con altos niveles de azúcar en la sangre, como la diabetes; y para impedir que se llegue a esta situación, Raman recomienda:
Dormir bien
La falta de sueño no solo genera un estado de cansancio y falta de interés hacia las tareas a realizar durante el día, sino que además puede aumentar considerablemente la resistencia a la insulina.
Por esto, para los expertos es importante que, si una persona está teniendo malos hábitos de sueño, rectifique esta rutina y pueda descansar lo correcto: entre siete u ocho horas cada noche. De esta manera podrá revertir los efectos del mal dormir en el pasado.
Hacer ejercicio
Cuando se efectúa actividad física, los músculos necesitan sí o sí almacenar azúcar para activar mayores niveles de energía durante un ejercicio específico. Esto significa que el ejercicio no ayuda únicamente a fortalecer el cuerpo frente a enfermedades como la obesidad, sino que además aumenta la sensibilidad del cuerpo a la insulina.
Raman, en apoyo de la revisión de Griffith, asegura que unos 60 minutos de ciclismo u otro tipo de ejercicio aeróbico (actividad física de intensidad moderada por largos períodos de tiempo) puede aumentar dicha sensibilidad durante al menos unas 48 horas.
Perder peso
Como se dijo anteriormente, el sobrepeso no solo genera dificultad para desarrollar ciertas actividades de la vida diaria, sino que además aumenta considerablemente el riesgo de padecer diabetes tipo 2.
La grasa abdominal reduce la sensibilidad a la insulina, por lo que varios estudios consideran que la pérdida de peso puede contrarrestar esta situación en el cuerpo, ayudando a mejorar también el estado físico de una persona.
Comer más fibra soluble
Otro punto clave es la ingesta de fibra soluble presente en alimentos como legumbres, avena, semillas de lino, coles de Bruselas, naranjas, entre otros. Este tipo de fibra es la encargada de la reducción del colesterol en el cuerpo, así como la reducción del apetito. Entre menos hambre se tenga, menos riesgo de sobrepeso existe.
Más verduras y frutas coloridas; menos azúcares añadidos
Las frutas y verduras coloridas son alimentos deliciosos que aportan grandes cantidades de antioxidantes, que unidos en el cuerpo neutralizan los radicales libres que son los responsables de inflamaciones dañinas en el cuerpo. Además, como en la mayoría de los consejos previos, este tipo de alimentos también colaboran a tener una mayor sensibilidad a la insulina.
En cambio, los azúcares añadidos causan el efecto contrario, sumando grandes contenidos de fructosa, derivada de azúcares dañinos como la sacarosa. Este tipo de sustancias no solo representan una inclinación al sobrepeso, sino que también aumenta la resistencia a la insulina; o lo que es lo mismo, el riesgo a contraer enfermedades relacionadas con el nivel alto de azúcar en la sangre.