Las series sobre casos reales de estafas se convirtieron en la categoría más vista en las plataformas de streaming. En reuniones, medios de comunicación y redes sociales, la gente no habla de otra cosa que del documental de Netflix sobre las escandinavas que se dejaron seducir por Shimon Hayut, un estafador que se presentó como el heredero de un emporio de diamantes israelí. También está en boca de todos la serie Inventing Anna, sobre el caso de Anna Delvey, quien defraudó a figuras prominentes de la alta sociedad neoyorquina. Pero hay muchos más.
La BBC lanzó el documental Jobfished, sobre cómo 52 personas fueron engañadas para trabajar en una agencia de diseño que no existía, y a Disney+ pronto llegará la miniserie The Dropout, que cuenta la historia de Elizabeth Holmes, la mujer que convenció a muchos inversionistas de apostar 900 millones de dólares en una novedosa compañía de pruebas de sangre, que de innovadora no tenía nada. El arte de estafar, tan viejo como la humanidad, está aumentando gracias a que los métodos para timar se han sofisticado a causa de internet.
Con la tecnología, los estafadores no solo pueden ampliar su alcance y crear personalidades falsas, sino que están atacando nuevos grupos poblacionales. Si antes eran las personas mayores las más vulnerables a los engaños, hoy los jóvenes son las víctimas más frecuentes, pues son quienes más usan internet. Así, el monto de las estafas ha ido en aumento, como lo señala la Federal Trade Commission, que reveló que en Estados Unidos los individuos perdieron 1.480 millones de dólares en fraude en 2018, lo que representó un incremento de 38 por ciento frente al año anterior.
En Gran Bretaña, el fraude aumentó 14 por ciento en 2021 frente a 2019. Muchos asumen que el éxito de los estafadores radica en la cantidad de ingenuos que caminan sobre la Tierra, sin suficiente malicia indígena como para olerse su plan. Además de eso, piensan que en esas circunstancias serían mucho más sagaces para no caer en sus redes. Pero los psicólogos señalan que todos los humanos pueden ceder ante un estafador. Las mujeres a las que Hayut engañó simplemente sucumbieron a ciertos impulsos humanos naturales.
En efecto, según Frank Abagnale, el famoso timador que inspiró la película Atrápame si puedes, todo crimen requiere de un arma, y la del estafador es su cerebro. Es un manipulador que convence a otros de creer algo que no es cierto. A través del engaño, timan a las personas haciéndoles pensar que pueden ganar dinero fácil, cuando, de hecho, es el estafador quien termina tomando el dinero de la víctima. A estos defraudadores se les conoce en el mundo anglosajón como con artists, pues son profesionales que engañan a partir de la confianza que establecen con sus víctimas. Los especialistas lo llaman la “trampa de la confianza”.
Según el neurocientífico Paul Zak, autor de The Moral Molecule, el gran objetivo del estafador no es hacer que la víctima confíe en él, sino convencerla de que él confía en la víctima. Una vez obtiene eso, su confianza se desarrollará orgánicamente, y en ese momento se establece la estafa. “Todos estamos en desventaja cuando se trata de identificar a un estafador, en parte, porque el cerebro quiere confiar en aquella persona que ha confiado en nosotros”, dijo el experto a la revista Forbes.
En este proceso es clave la hormona oxitocina, que, entre otras cosas, sirve para generar esa idea de confianza entre los seres humanos. Según Zak, el sistema funciona bien, pero, cuando alguien imita esa confianza e induce una respuesta de oxitocina en el cerebro, “estamos en el camino correcto para quedar atrapados”.
No todos son susceptibles a las mismas estafas. “Cada estafador tiene unas víctimas que se ajustan a su engaño, y ellos saben cuál es la víctima indicada para cada caso, por eso son profesionales”, dijo Rita Karanauskas, experta cazamentiras. De este modo, las víctimas de Tinder son mujeres solas, que han pasado por traumas con antiguos novios o sueñan con un hombre ideal. Pero las de Anna Delvey son ambiciosas, quieren triunfar y tener dinero. “No es que sean brutas, sino que son susceptibles y eso las hace caer ante estos profesionales en el manejo de la mente”, agregó.
Según Maria Konnikova, doctora en psicología y autora del libro The Confidence Game, los estafadores operan así: venden a su víctima la idea de que aquello en lo que ellas quieren creer es verdad; puede ser una historia de hadas, dinero en abundancia, éxito o cualquier otro deseo. “Son psicólogos profesionales que pueden identificar deseos específicos y miedos, y jugar con ellos para lograr su objetivo”, explicó. Para Karanauskas, el estafador es casi como el director de una película y para armarla surte un proceso.
“Primero identifica a la víctima, después captura su confianza y luego monta un escenario, donde hay un actor, un vestuario, un guion”. Como lo demuestra el protagonista de The Tinder Swindler, los estafadores preparan a sus víctimas acercándose a ellas, compartiendo secretos, haciéndolas sentir especiales para que, cuando pidan algo a cambio, la víctima potencial se sienta obligada a ayudar. Por eso es fácil juzgar desde afuera y pensar que sería simple detectar una estafa cuando la persona no está involucrada.
Pero, según Vanessa Bohns, profesora de comportamiento organizacional de la Universidad de Cornell, eso es más fácil decirlo que hacerlo. Bohns señaló que las personas están psicológicamente predispuestas a confiar en los demás. Es mediante esa confianza y la honestidad y la aceptación de los demás como se definen las relaciones humanas y las conexiones con otros.
“Pero estas mismas características de la interacción humana saludable pueden dejarnos expuestos a este tipo de personas”.¿Cómo evitar caer en la trampa de la confianza? Según los expertos, si se trata de un estafador muy hábil, será difícil.
En ese caso, las únicas opciones son rechazar esa amistad o arriesgarse. Si toma esta última opción, hay que estar pendientes del perfil y el comportamiento de esa persona, y en especial observar ciertas características que los estafadores tienen en común: un gran poder de persuasión y rasgos de personalidad oscuros, como psicopatía y narcisismo. Conocer la mente de un manipulador y estar informados de las historias de fraude en su comunidad podría ayudar a tomar la decisión correcta. “Es un tema complejo desde el punto de vista psicológico, del modus operandi, desde la perspectiva de la detección de mentiras” concluyó Karanauskas.
¿Y cómo son?
1. Son maestros de la confianza. No caiga tan rápido en manos de un extraño.
2. Quieren a los vulnerables. El estafador sabe que aquellos que se encuentran en medio de cambios en la vida pierden más rápido su equilibrio.
3. Van paso a paso. Al principio, el estafador permite que sus víctimas ganen, pero luego les roban su dinero o les piden favores cada vez más grandes.
4. Saben actuar. Estafar es asumir un personaje. A los 17 años y con un uniforme de piloto, Frank Abagnale (Atrápame si puedes) logró que le abrieran las puertas en muchas empresas.
5. Hacen muchas preguntas. Es su método para conocer los deseos de las víctimas y sus debilidades.