Los casos se han hecho virales. Hace poco más de un mes, en Bucaramanga, una pareja fue vista teniendo sexo en plena vía pública, Cuadra Play, en el sector de Cabecera, una de las zonas de rumba más concurridas de la ciudad. En Cartagena, a finales de diciembre pasado, un grupo de turistas causó controversia por su conducta inapropiada a bordo de una embarcación que transitaba hacia Playa Blanca, lugar frecuentado por decenas de familias nacionales y extranjeras.

Esta semana, en Cali, otra pareja fue pillada en una situación similar en el llamado Túnel Mundialista, a pocos pasos del centro histórico de la capital vallecaucana. En Bogotá, este año ya suman tres los episodios en los que han sorprendido a parejas teniendo intimidad en baños de reconocidos centros comerciales.

Sexualidad, imagen de referencia.

Mario Cadena, sexólogo, psiquiatra y psicólogo clínico, les ha seguido de cerca la pista a casos tan sonados como estos. Y, más allá de considerarlos sucesos anecdóticos, como les puede parecer a muchos, se pregunta por qué cada vez son más comunes estas situaciones, protagonizadas especialmente por personas jóvenes que, a diferencia de otras generaciones, ya no consideran la sexualidad como un tabú.

La práctica, dice Cadena, tiene nombre. Se le conoce como dogging y consiste en tener sexo en lugares públicos o no tradicionales. El término dogging viene de dog (perro en inglés) y hace referencia al hecho de que estos animales tienen sexo en plena calle a cualquier hora del día. En otros casos, el nombre obedece a que sacar al perro a pasear es la excusa más utilizada para salir a la calle a fin de tener sexo o ver cómo otros lo hacen.

El especialista cuenta que se trata de una práctica que empezó en Reino Unido durante los años setenta. En ese entonces, comenzó a notarse que muchas personas salían a los parques supuestamente a pasear a sus mascotas, pero terminaban teniendo sexo con desconocidos u observando a las parejas que tenían relaciones sexuales en las calles, bajo los puentes, en edificios abandonados, playas y en otros espacios públicos. En la actualidad, se estima que unos 50.000 británicos practican el dogging y varias encuestas revelan que cada vez más personas lo han normalizado.

Lo cierto es que se trata de una costumbre extendida en varios países, por lo que es muy popular en Canadá y Estados Unidos. Existen páginas web, foros y hasta grupos en redes sociales especializados en el tema, que hasta organizan encuentros para los seguidores de esta tendencia.

Hugh Grant: el actor fue visto teniendo en sexo en público con una prostituta. | Foto: 2023 Medios y Media

Gracias a este auge creciente, dicho hábito ya ha sido estudiado por la ciencia. Mediante la psicología, tal como explica Cadena, se entiende que quienes lo practican experimentan más placer “si se sienten observados o viven la sexualidad en medio de la ilegalidad”.

Para Cadena, parte de esa excitación tiene que ver también con el hecho de adquirir protagonismo: “Que la gente hable de ellos, que algunos aplaudan su osadía, su desenfreno o que incluso los critiquen. Que hablen, sea para bien o para mal. Ellos encuentran una fuente de placer al sentirse disruptivos, al ir en contra de las normas”, explica el sexólogo.

Y cita que, por ejemplo, el caso de la pareja vista hace cerca de un mes en la capital santandereana mereció hasta un reproche público del alcalde, Jaime Andrés Beltrán: “No hay autoridad que valga cuando dos personas no tienen moral, valores ni el más mínimo respeto por los demás. Bochornoso”, trinó el mandatario cuando se conoció la noticia.

Resalta que el dogging es de doble vía e implica no solo tener sexo en público, sino observar esa conducta. “Es una fantasía que va en dos sentidos: ser vistos y observar a otros. Y para los primeros de esa fantasía forma parte el vértigo de saber que pueden ser descubiertos”.

El dogging, entonces, es un potente coctel que mezcla voyerismo, exhibicionismo y el riesgo de ser pillado in fraganti.

Sin miedo a nada

“La mayoría de las veces la motivación para mantener relaciones sexuales en público tiene que ver con la idea de exponerse a una situación novedosa y morbosa, que genera excitación y adrenalina por ser algo prohibido y que se sale de la rutina”, indica el especialista.

El actor Dustin Hoffman confesó en la edición inglesa de la revista GQ que solía tener sexo en cabinas de disc jockey en varios clubes de Nueva York. | Foto: 2024 Steve Granitz

Uno de los casos más sonados de esta práctica en el mundo lo protagonizaron los noruegos Tommy Ellingsen y su novia, Leona Johansson, quienes se hicieron famosos en su país porque en el año 2000 tuvieron sexo en pleno escenario durante un concierto de rock de la banda The Cumshots.

La historia se hizo mediática y producto del éxito fundaron Fuck For Forest (algo así como “sexo para los bosques”), una organización de carácter ecológico que recauda dinero de una manera bastante inusual: produciendo fotos y videos de sexo explícito cuyos escenarios suelen ser al aire libre. Se distribuye en internet. Los interesados también pueden donar sus fotos y videos para que sean publicados en la página. La particular causa ya suma más de 1.300 activistas en el mundo.

En 2004, movidos por el lema “¡Salvar el planeta es sexi! ¿Por qué no excitarse por una buena causa?”, la iniciativa contó incluso con ayuda del Gobierno noruego. En sus primeros años, recaudó más de 500.000 dólares, que se destinaron a salvar selvas del planeta en Ecuador, Brasil y Costa Rica.Varios famosos tampoco han escapado a esta excitante tendencia.

Cadena trae a colación a los actores Hugh Grant, sorprendido en público con una prostituta, y Dustin Hoffman, quien confesó en la edición inglesa de la revista GQ que solía tener sexo en cabinas de disc jockey en varios clubes de Nueva York.

Sanciones en Colombia

Si bien en el país cada vez son más recuentes los casos de parejas teniendo sexo en público, no existe una sanción penal para castigar a quienes se arriesgan a esta práctica.

Sin embargo, sí hay sanciones administrativas o económicas para estas situaciones en el Código de Policía y el Código Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana.

Este tipo de situaciones son consideradas una multa general tipo 3 y esta asciende al pago de 16 salarios mínimos.