La doctora Cortney Warren es experta en relaciones de pareja. Es psicóloga clínica de la Universidad Texas y trabajó en el McLean Hospital de la Escuela de Medicina de Harvard. Ha escrito casi 50 artículos de revistas y un libro sobre la adicción al amor y las rupturas, que le ha dado gran autoridad para hablar del amor. Escribió un artículo para el medio norteamericano CNBC, en el cual detalla las ocho frases que se dicen las parejas y que demuestran que una relación está pasando por un terrible momento.
Asegura que más que por hirientes, una relación se daña cuando se muestra un enorme desprecio por el otro. “El desprecio es peligroso porque no solo ataca el carácter de una persona, sino que asume una posición de superioridad sobre ella. Cuando nos comunicamos de esta manera, podemos tratar a los demás con falta de respeto, burlarnos de ellos con sarcasmo, ridiculizarlos o usar un lenguaje corporal desdeñoso, como poner los ojos en blanco o burlarnos”, dice la experta en su texto.
Estas son las ocho cosas que nunca debe decirle a quien ama:
1. “No me mereces”
Se trata, según la doctora, de una actitud de superioridad de un miembro de la relación con el otro. Significa que se siente mucho más que su pareja y esta actitud suele herir definitivamente la autoestima. La doctora Warren propone que en vez de soltar esas expresiones, hable de la forma como quisiera sentirse en casa o de cómo va a trabajar por valorar más a quien está a su lado.
2. “No me preguntes si estoy bien. Todo está bien (cuando no lo está)”
Cuando se llega a este punto, hay un problema. Si existe una confianza entre dos, debe comenzar por poder decir cuando las cosas no van bien.
Mentir sobre cómo se siente hiere la relación, y no permite avanzar. Por eso, la doctora recomienda siempre ser sincero cuando existe un malestar entre ambos.
3. “Eres patético”
Es quizás una de las cosas más ofensivas que alguien puede escuchar de quien ama. Significa que no lo valoran por la persona que es, ni entienden que la felicidad está en la diversidad. La doctora propone mejor decir que no se está satisfecho con una situación y no personalizar los problemas en las peleas.
4. “Te odio”
Siempre habrá formas de evitar decir lo peor. La doctora propone que se diga mejor “es para mí difícil estar contigo en este momento”. Decir te odio es verdaderamente dañoso. Ella cuenta como muchas personas llegan a terapia a preguntar si alguien puede amar, después de decir que odian. Respire.
5. “Eres un mal padre”
Las parejas siempre saben las inseguridades del otro y saben cómo explotar esa vulnerabilidad. Y no hay nada que duela más que la relación con los hijos. Y a su vez con sus propios padres.
6. “Estás loco”
Es una forma de minimizar los argumentos del otro. No hay que subestimar los sentimientos de los demás. Las parejas suelen gritarse cosas como el “problema está en tu cabeza”, pero según la doctora, esto hace muchísimo daño.
7. “Eres muy necesitado”
Es entendible que muchas personas se sofoquen en la relación, pero decir esto es hiriente. La doctora sugiere que proponga mejor darse un espacio.
8. “Esto me supera”
Es una forma de advertir que usted quiere acabar la relación y eso genera miedo en el otro. La doctora sugiere no dar nunca ultimátums.
Cinco cosas que hacen las parejas que se quieren:
1. Tienen intereses similares
Los estudios han encontrado que las parejas similares en estrato social, educación e incluso genética son más propensas a juntarse que a repelerse. Pero curiosamente esa coincidencia en los gustos no ha mostrado ser una variable de peso para mantener a las parejas unidas. “Lo importante no es lo que hagan juntos, sino cómo interactúan”, dice John Gottman en uno de sus artículos publicado en The Washington Post.
De acuerdo con sus experimentos, la proporción de interacciones negativas y positivas pronostica con mayor seguridad el éxito de la pareja. Según el experto, la proporción mágica es de 5 comentarios positivos por 1 negativo. En investigaciones que datan de la década de los setenta, en las que Gottman analizó cómo peleaban las parejas, quedó claro que quienes tenían esa proporción eran más estables. Las infelices, por el contrario, tienen menos comentarios positivos y más negativos. Por interacción negativa se entiende expresar la rabia por medio de críticas, desdén o con gestos como voltear los ojos. Entre las positivas está decir cosas gentiles que demuestren interés y expresen afecto o gestos como tomarle la mano al otro o pedir perdón.
2. Saben que la infidelidad causa la mayor cantidad de divorcios
La mayoría cree que ser infiel es la fuente de ruptura más importante de las relaciones amorosas. En un artículo publicado en el sitio especializado Marriage.com, la traición encabeza el listado por encima del manejo del dinero, la falta de comunicación y las peleas continuas. Aunque nadie duda de que un affaire genera un terrible remezón, la evidencia que ha recogido el Instituto Gottman muestra que los cachos son el síntoma de un problema más antiguo al que no le pusieron la atención debida.
En efecto, un estudio realizado por el Marriage Mediation Project, encontró que el 80 % de las parejas aducían que se separaron o divorciaron por el distanciamiento emocional. Solo el 25 % señaló una relación extramatrimonial. Lo confirmaron los estudios de Gotmman, en los que las parejas señalaron que se divorciaron por la soledad. La infidelidad provino de ese problema.
3. Nunca van bravos a la cama
Los recién casados reciben ese consejo con frecuencia. Así las cosas, cuando pelean en la noche muchos se sienten tentados a arreglar el tema como sea con tal de cumplir esa regla. Pero según Gottman, una pelea necesita tiempo y reposo. En un estudio en el cual buscaban ver las reacciones fisiológicas surgidas en una discusión en la pareja, encontraron que en ese momento ambos tienen alto nivel de estrés reflejado en un ritmo cardíaco acelerado, aumento del cortisol en la sangre y sudoración. Y cuando los ánimos están caldeados “es imposible tener una conversación racional”, dice Gottman.
La siguiente fase del experimento consistió en darles una revista durante 30 minutos antes de volver a hablar con sus consortes. Con esta interrupción, el segundo encuentro fue mucho más positivo porque sus organismos estaban más calmados en términos fisiológicos y “eso los ayudó a comunicarse racionalmente y con mayor respeto”, dice.
En otro estudio, los expertos han observado que las parejas tienen diferentes estilos para lidiar con las desavenencias. Además, la evidencia muestra que cerca de dos tercios de los temas por los que pelean los casados son recurrentes. “De esta forma no será posible arreglar un asunto de estos así se quede despierto toda la noche tratando de hacerlo”. Pero las parejas sí pueden procurar irse a dormir con la pelea pendiente, pero en buenos términos, sin insultos ni gestos de rabia. Una noche de sueño puede ser todo lo que necesitan para dirimir las diferencias.
4. Saben que los acuerdos nada garantizan
Llegar a un acuerdo sobre quién asume determinadas tareas de la casa es importante para la salud de una relación. Algunas parejas como Mark Zuckerberg y Priscilla Chan han reconocido que tienen un contrato en el que especifican sus prácticas puntuales, como “tener una cita a la semana, pasar un mínimo de 100 minutos a solas, salir del apartamento y estar alejados de Facebook”. Otros, como la periodista de The New York Times Mandy Len Catron, confesó haber firmado un contrato con su pareja con estipulaciones que van desde “cuánto tiempo pueden quedarse los huéspedes en casa hasta quién paga una factura”.
Aunque algunos expertos favorecen esa idea, pues en algunos casos podría asegurar una comunicación más clara y reducir los niveles de insatisfacción y ansiedad, otros dicen que podría ser un desastre, ya que no existe ninguna evidencia científica de sus beneficios. En 1977, el investigador Bernard Murstein descubrió que los matrimonios orientados a la reciprocidad eran menos exitosos, pues las expectativas incumplidas aumentaban la crítica y el desprecio mutuo. John Gottman coincide en que un contrato no soluciona los problemas de raíz, pues estos deberían “provenir de un lugar de generosidad y desinterés, en lugar de estar marcados por una obligación”.
Según un estudio de 3.000 parejas de Harvard Business School, la solución es deshacerse del contrato y gastar ese dinero en un servicio de limpieza, en el caso de que el problema sea tender la cama o lavar los platos. Simplemente, porque así podrán pasar juntos más tiempo y pelear menos. Los expertos advierten que también es importante aprender a aceptar que hay cosas que no pueden ser decretadas, ni siquiera con un contrato.
5. La terapia de pareja solo sirve para matrimonios en problemas
La gente suele pensar que buscar el consejo de un psicólogo al principio o incluso antes del matrimonio plantea un mal síntoma. Pero muchos no saben que, además de ayudar a solucionar problemas conyugales, las terapias sirven para aprender herramientas emocionales necesarias para lidiar con los altibajos de una relación.
Creer que no se necesitan ha evitado que muchos cónyuges con matrimonios normales les saquen provecho. Según los expertos, estos suelen acudir demasiado tarde, pues en promedio esperan seis años después de que surgen los problemas para ir a un terapeuta. Más que resolver un trauma o salvar un matrimonio, las consultas para parejas son útiles para aprender a comunicarse, entenderse, prevenir conflictos, pero sobre todo para revelar la verdad sobre una relación. Una de las parejas más reconocidas que ha derrumbado este prejuicio es la de Beyoncé y Jay Z, quienes aceptan abiertamente tener consejeros que ayudan a mantener estable su relación.