Resiliencia. Esta palabra da a entender la fuerza que se debe desarrollar ante la adversidad. En este momento, la adversidad viene representada en la pandemia y sus múltiples efectos negativos en la salud física, psicológica y económica. Debe ser un objetivo para todos lograr desarrollar esta fuerza interna para así no sucumbir ante todos los efectos negativos. Es inevitable que muchas personas sean marcadas por esta adversidad de una manera muy intensa y profunda. El propósito de este artículo es lograr entender la fuerza que da la resiliencia para así emerger como personas más fuertes y resistentes ante las adversidades, por que siempre en el transcurso de la vida, encontraremos una que otra adversidad.

Entremos en materia. Lo principal es la actitud que se tenga frente a la adversidad. Esta actitud debe ser positiva, proactiva, robusta y llena de posibilidades. La actitud que asuman los adultos ante la adversidad va a ser crucial para los hijos. Los niños son como esponjas que recogen todas las emociones, sentimientos y expresiones que utilizan los padres, y las van a imitar. Aquí es importante hacer un énfasis en un NO rotundo a la "sobreprotección" por que esta genera debilidad en el niño para manejar un problema, sienten que sin sus padres ellos no pueden hacer nada positivo. Esto puede llevar hasta la situación en que el niño quiera dormir con los padres porque se siente solo sin la protección de ellos. La segunda cosa que no deben hacer los adultos es negar o evitar lo que está pasando a su alrededor. Estos son dos mensajes inaceptables ya que quien los da no desarrolla fortaleza sino más ansiedad y nerviosísimo. Hay que tener conciencia de que antes de esta pandemia ya había mucha ansiedad en niños y adolescentes, y se había mostrado un aumento de depresión. Así que debemos volver esto una oportunidad para desarrollar los puntos de fortaleza de ellos.  La Academia Americana de Pediatría recomienda lo que ellos dominan las 7 ces, las cuales permiten un buen desarrollo de la resiliencia. La primera es la "competencia". Por competencia nos referimos a encontrar las áreas fuertes de cada individuo y enseñarles a usar adecuadamente sus competencias. Esto capacita a los niños para tomar buenas decisiones. Los padres deben hacer un análisis riguroso de las competencias fuertes de sus hijos y estimularlas cada vez que sea posible. 

La segunda es el desarrollo de la "confianza". Es muy importante que los niños desarrollen creencias en sus propias habilidades, que se sientan tranquilos usando sus fortalezas y confiando que estas nos van ayudar a salir adelante. Los padres pueden ayudar alabando el esfuerzo de sus hijos con honestidad.  La tercera habilidad que hay que desarrollar es "conexión". Aquí hablamos de lazos y vínculos fuertes que se pueden desarrollar. Este se desarrolla mediante lazos profundos y vínculos fuertes con la familia y los amigos. Cuando hay una buena conexión, el niño puede expresar sus sentimientos sin ningún reparo de ser criticado. Al contrario, eso lo va a ayudar. Aquí también va a ser importante que la familia se reúna una vez a la semana como grupo para hablar de sentimientos y emociones que se estén experimentado. La cuarta es el "carácter" o la "templanza", que la da pertenecer a un grupo sólido, lo cual le permita ser la persona que es sin prejuicios.  La quinta es la ¨contribución", para desarrollar esta habilidad es importante que los niños y adolescentes sean expuestos a las necesidades del otro y se les permita hacer un servicio a terceros. Es importante hacerles entender la bondad y la empatía, valores pro-sociales que lo van a hacer sentir que está contribuyendo de alguna manera a la sociedad. Da un sentido de propósito a la vida. 

La sexta es la "confrontación". Aquí hablamos de confrontarlos con la realidad de lo que esté pasando para que no actúen como si nada sucediese y no queriendo ver la realidad. Es importante entonces confrontarlos con la realidad y decirles que se están portando mal porque están nerviosos o porque no quieren enfrentar la realidad por el temor y el miedo que sienten. Y por último, está la destreza:  tener “control”. Es bueno que sientan que tienen rutinas, decisiones sobre la ropa que se pongan, a qué amigo llamar. Esto los hace sentir que tienen control, algo que pueden controlar. No pueden controlar lo de afuera, pero si lo que está adentro, lo que está cercano a ellos.  Que controlen su tiempo, que hagan sus rutinas de cómo van a manejar el día. Algo de control les permite algo de tranquilidad. 

Para terminar, hay dos cosas en las que se deben enfatizar. Primero, el niño debe sentir que alguien lo quiere y usted como padre debe procurar que él sienta mucho ese afecto incondicional. Y segundo, que, aunque estén viviendo una experiencia negativa, exista la posibilidad de volver a una experiencia positiva y enriquecedora. El mensaje debe ser recibido por el niño que es querido. Si los padres siguen estos manejos descritos anteriormente, lo más probable es que sus hijos salgan fortalecidos psicológicamente de este momento histórico tan difícil. El tiempo dirá si como adultos hicimos o no hicimos un buen trabajo con nuestra familia. El tiempo nos dirá que tipo de situaciones y jóvenes emergen de esta situación adversa. Esperemos que sea una generación resiliente que recibió una excelente lección de vida.