El síndrome del impostor es el sentimiento injustificado de no ser merecedor de los logros, especialmente laborales y académicos. Las personas que lo sufren creen constantemente que engañan a quienes los rodean y que, en cualquier momento, serán señalados por presuntamente haber conseguido cierto éxito gracias a la suerte o al esfuerzo ajeno.
Este término fue mencionado por primera vez por las psicólogas estadounidenses Pauline Clance y Suzanne Imes en 1978. Ellas estudiaron dicho fenómeno al identificar que varias de sus alumnas, especialmente las que obtenían las mejores notas, mostraban un sentimiento de inseguridad sobre su desempeño.
En la actualidad, este síndrome se encuentra especialmente relacionado con las mujeres, sin embargo, cualquiera puede padecerlo.
Según un estudio realizado por ASANA, empresa dedicada a realizar seguimiento y gestión de la productividad de equipos de trabajo, aproximadamente el 62% -de 10.624 empleados encuestados- manifestaron haber experimentado alguno de los siguientes síntomas del síndrome del impostor: baja autoestima en la forma que se perciben las habilidades propias, sentir que se han alcanzado los logros por suerte y no por habilidades o capacidades propias, necesidad de ser más que perfeccionista sacrificando el bienestar propio, necesidad de aislarse para que nadie descubra el secreto o engaño que produjo los logros, incapacidad de evaluar las propias habilidades y sentir un miedo intenso y constante al fracaso.
Ejercicios para evitar el síndrome del impostor
Estos son algunos de los mecanismos que puede implementar para reducir y controlar los síntomas del síndrome del impostor.
Reconozca sus éxitos y fortalezas. Tome una hoja y escriba una lista de las cosas buenas de sí mismo y de los logros por los que debería sentirse orgulloso. Revise la lista cuando no se siente merecedor de su éxito.
Otra herramienta es compartir los sentimientos. Muchas personas pueden manifestar sus sensaciones injustificadas de inseguridad, hablar al respecto ayuda a abrir una nueva perspectiva. Hallar un mentor dentro del ambiente laboral o académico es una buena estrategia para encontrar apoyo y motivación.
Cambiar la mentalidad. Los pensamientos negativos son las herramientas del síndrome del impostor y por ello es necesario buscar activamente espacios para pensar de manera positiva. Cada mañana elija un momento para definir las cosas buenas de la vida y agradezca por lo que tiene.
Busque la fuente de sus pensamientos negativos. Cuando crea que su desempeño no es suficientemente bueno, pregúntese: ¿quién me dio esta información? Esto funciona para identificar que los pensamientos negativos carecen de sentido.
Finalmente, en lugar de compararse, descubra qué puede aprender. Uno de los pensamientos característicos del síndrome del impostor es valorar más los merecimientos de otra persona. Ahí es útil preguntarse: ¿qué puede aprender de ella? Con esto se cambia la mentalidad de carencia a crecimiento.