El síndrome del intestino irritable, o colon irritable como se le conoce comúnmente, es un problema que afecta al intestino grueso y es más frecuente en las mujeres, que en los hombres, según la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Los síntomas de este padecimiento, que predomina en las personas menores de 45 años, son variados y son clave para saber si se sufre o no del mismo. Por ejemplo, es posible que se experimenten cólicos abdominales, distensión y cambios en los hábitos intestinales.
De igual forma, hay pacientes con este trastorno que presentan estreñimiento y en algunas ocasiones, diarrea o las dos cosas, pasando de una a otra de manera frecuente. Otra de las señales de la afección es que hay aumento de gases o mucosidad en las heces. Los especialistas indican que a pesar de que es un problema que causa muchas molestias, no daña el intestino.
Según los expertos, no se conoce por completo cómo influye la alergia o intolerancia alimentaria en este síndrome, pero hay quienes desarrollan peores signos cuando consumen ciertos alimentos o bebidas, incluidos trigo, productos lácteos, frutas cítricas, fríjoles, repollo y bebidas carbonatadas.
Otro aspecto determinante es que la mayoría de las personas con síndrome de colon irritable experimentan síntomas peores o más frecuentes durante períodos de mayor estrés. Sin embargo, si bien esta condición puede agravar las molestias, es importante tener claro que no es la que lo genera.
Las principales causas que originan este padecimiento son, entre otras, las siguientes de acuerdo con información del instituto de investigación Mayo Clinic.
- Contracciones musculares en el intestino: Las paredes de los intestinos están revestidas con capas de músculo que se contraen a medida que mueven los alimentos a través del tracto digestivo. Las contracciones que son más fuertes y duran más de lo normal pueden causar gases, hinchazón y diarrea.
- Sistema nervioso: Las anomalías en los nervios del sistema digestivo provocan malestar mayor que lo normal cuando el abdomen se estira debido a los gases o las heces. De acuerdo con los expertos, las señales mal coordinadas entre el cerebro y los intestinos hacen que el cuerpo reaccione de forma exagerada a los cambios que normalmente ocurren en el proceso digestivo, lo que causa dolor, diarrea o estreñimiento.
- Infección grave: El síndrome de colon irritable puede aparecer después de un episodio grave de diarrea (gastroenteritis) causada por bacterias o virus.
- Estrés: Las personas expuestas a eventos estresantes, especialmente en la infancia, tienden a tener más síntomas de síndrome de colon irritable.
- Cambios en los microbios intestinales: Es posible que se presenten cambios en bacterias, hongos y virus que normalmente residen en los intestinos y juegan un papel clave en la salud.
¿Cómo aliviarlo?
Aunque no se pueda curar de forma definitiva, incorporar a la vida algunos hábitos sanos y controlar el estrés puede ayudar a mejorar este padecimiento, según el portal Cinfasalud, de España. Estas son algunas recomendaciones.
1. Seguir horarios regulares en las comidas. Tratar de desayunar, comer y cenar siempre a la misma hora del día y tomar también tiempo para el descanso posterior y para ir al baño.
2. No comer demasiado cada vez. Intentar evitar las comidas copiosas y optar por porciones más pequeñas y frecuentes.
3. Evitar los alimentos que estimulen el intestino. Productos como cafeína, grasas, leche, alcohol, huevos, trigo, frutos secos, sorbitol (edulcorante), podrían agravar los síntomas.
4. Ingerir más fibra. La fibra soluble mejora el estreñimiento en aquellos pacientes en los que este sea el síntoma predominante, aunque probablemente no una mejora global de los síntomas.
5. Hidratarse bien. Tomar al menos dos litros de líquidos al día.
6. No fumer ni beber alcohol. Ambos hábitos pueden agravar los síntomas.
7. Realizar ejercicio físico. Entre otros muchos beneficios, la actividad física y el deporte pueden contribuir a una mejor digestión.
8. Controlar el estrés. Dada la estrecha relación entre el intestino y los nervios, se deben realizar actividades que ayuden a gestionarlo, pero, sobre todo, intentar entender qué situaciones lo producen.