Una de las peores complicaciones de salud es el hígado graso. Al inicio no representa una situación de gravedad alguna, pero es el detonante para dañar a otros órganos o procedimientos del cuerpo.
El hígado es el órgano más grande dentro del cuerpo. Ayuda a digerir los alimentos, almacenar energía y eliminar las toxinas. La enfermedad por hígado graso es una afección en la que se acumula grasa en este órgano. Además, se presenta solo en dos variantes: alcohólico y no alcohólico.
Cuando se presenta por efectos no relacionados con la ingesta excesiva de alcohol, la situación médica ocurre por dos razones expuestas por Medline Plus. La primera es por una grasa presente en el hígado de tamaño pequeño y sin representar un daño serio. Se presenta más que todo por una mala alimentación. También ocurre cuando es de corte hepático, lo cual implica que las células del hígado están dañadas por la acumulación de grasa, a tal punto que se inflama y puede causar cirrosis o cáncer de hígado.
Cuando esta patología no se detecta a tiempo, puede provocar cirrosis o cáncer de hígado, aunque la persona no ingiera nada de alcohol.
Tal y como su nombre lo indica, la enfermedad del hígado graso por alcohol se debe al alto consumo de alcohol. El hígado descompone la mayor parte del alcohol que bebe para que sea eliminado del cuerpo, pero el proceso de descomposición puede generar sustancias dañinas, las cuales se quedan posadas en el órgano y generan complicaciones.
Expertos del Colegio de Gastroenterología Americano, existen algunos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar hígado graso o esteatosis hepática, y por ello sugieren estar más atentos a los factores de riesgo, que pueden ser: obesidad, la mediana edad, malos hábitos alimenticios, medicamentos como los corticoides, diabetes, tener niveles elevados de colesterol y triglicéridos.
Con base a las cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 20 y 30 % de la población mundial sufre de hígado graso, y se estima que en América Latina hasta un tercio de la población se ve afectada por este padecimiento. Esto implica que el hígado graso sea una condición médica de talante mundial.
En materia de la sintomatología, Medline Plus explica que si bien es una enfermedad difícil de detectar en instancias iniciales, hay ciertos detalles que exteriorizan la condición. Entre estos, están el dolor abdominal, pérdida de apetito y peso, debilidad, fatiga, náuseas, orina oscura, acumulación de líquido en el abdomen, edemas, picor en la piel, piel y ojos amarillos, vasos sanguíneos en forma de telaraña bajo la piel, angiomas y manchas en la piel.
En ese orden de idas, el hígado graso genera que la piel y las partes blancas de los ojos se pongan amarillas por el exceso de bilirrubina, una sustancia química que contiene la hemoglobina, la cual transporta el oxígeno en los glóbulos rojos.
A medida que los glóbulos rojos se degradan, el cuerpo desarrolla naturalmente nuevas células para sustituirlas. Las células degradadas se procesan en el hígado. Si este órgano no puede manejar las células sanguíneas a medida que se degradan, se acumula bilirrubina en el organismo y la piel se torna amarilla. Así se presenta el efecto del hígado graso en la piel.
De igual modo, el cambio en el color de la piel y presencia de manchas son las que después detonan en problemas hepáticos de la talla de la cirrosis. También puede desembocar en enfermedades de la sangre, síndromes genéticos, obstrucción de los conductos biliares, infecciones y la ingesta de algunos medicamentos.