Dicen que el romance de Elon Musk con la exploración espacial empezó en un viaje a Rusia luego del derrumbe de la Cortina de Hierro. En ese momento, el millonario pretendía comprar viejos misiles intercontinentales para enviarlos a Marte, con semillas e invernaderos en un paso previo para establecer una colonia en el planeta rojo. Pero con el espectacular lanzamiento del cohete Falcon Heavy desde Cabo Cañaveral, el martes pasado, Musk dio un paso gigante para alcanzar ese sueño.El día del lanzamiento se robó el espectáculo el Tesla convertible de 100.000 dólares que envió como carga ficticia en lugar de agua o acero. Pero la verdadera hazaña de Musk fue dejar callados a sus detractores. Desde 2002, cuando fundó Space X, muchos criticaron sus planes y dijeron que mostraba esa obsesión con el espacio para ocultar las bases financieras débiles de sus otras compañías. Por eso, en esa tarde de martes, la sola imagen del lanzamiento y la llegada de vuelta a la plataforma de dos de los tres cohetes reusables en casi total sincronía resultó un acto de reivindicación del sudafricano, que hoy ha logrado más en esta nueva etapa de la exploración espacial que la propia Nasa.Le recomendamos: El cohete más potente del mundo viaja rumbo a MarteComo todos los vuelos de prueba, este también habría podido fracasar, pero su éxito acabará a sus competidores. Con el Falcon Heavy, las empresas y gobiernos dispondrán de una herramienta con gran poder de carga, pues su capacidad le permitiría poner en órbita un avión Boeing 737 cargado. Solo superaba esa capacidad el Saturno V, el cohete que llevó a los astronautas a la luna y a la estación Skylab a la órbita terrestre, antes de salir de servicio en 1973.Con esto Estados Unidos, de la mano de un empresario privado, recupera el liderazgo de las misiones al espacio. No solo para poner satélites en órbita, sino para volver a la luna e incluso viajar a Marte con la mejor tarifa del mercado: 90 millones de dólares por viaje. Una ganga comparada con cohetes de la competencia como Delta IV Heavy, de la United Launch Alliance, que cobra 435 millones y solo tiene la mitad de la capacidad del Falcon Heavy.Le sugerimos: Inteligencia artificial Bendición o apocalipsisComo dice la revista The Economist, ser el líder en el negocio de carga al espacio es apenas una corta parada en el viaje de Musk a colonizar Marte. Según su punto de vista, para la exploración interplanetaria futura se necesita establecer una infraestructura en el espacio que ofrezca soporte para ello. En sus planes tiene crear una flota de naves reusables que baje los costos. Por eso, aunque el Falcon Heavy tiene la capacidad de ir a la luna e incluso a Marte, Space X desarrollará un cohete aún más grande llamado BFR (sigla en inglés para Big Fucking Rocket), el más poderoso jamás producido. Este reemplazará los existentes, y sus bajos costos harán posible ofrecerlos comercialmente. Musk ha señalado que el primer BFR estará listo en 2020. Ahora muchos sí le creen. Fue suficiente ver la imagen surreal del auto rojo descapotable de Tesla, su otra compañía, rumbo a Marte, con un maniquí de astronauta que escucha una y otra vez la famosa canción de David Bowie Life on Mars, para darse cuenta de que lo puede lograr.