La tiroides es una glándula en forma de mariposa ubicada en el cuello, justo arriba de la clavícula, y es una de las glándulas endocrinas que producen hormonas que controlan el ritmo de muchas actividades del cuerpo, como, por ejemplo, la velocidad con la que se queman calorías y cuán rápido late el corazón, de acuerdo con Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
No obstante, existen algunos problemas que afectan su funcionamiento como:
- Bocio: Agrandamiento de la tiroides.
- Hipertiroidismo: Cuando la glándula tiroides produce más hormona tiroidea de lo que su cuerpo necesita.
- Hipotiroidismo: Cuando la glándula tiroides no produce suficiente hormona tiroidea.
- Cáncer de tiroides. Es posible que el cáncer de tiroides no cause ningún síntoma al principio. Sin embargo, a medida que avanza, puede causar signos y síntomas, como hinchazón en el cuello, cambios en la voz y dificultad para tragar.
- Nódulos: Bultos en la tiroides.
- Tiroiditis: Hinchazón de la tiroides.
Por ello, para evitar problemas de la tiroides, evitar la fatiga y migrañas es importante tener una dieta sana y el portal SonoMedical recomendó:
- “Crucíferas, son alimentos que secuestran el yodo: repollo, brócoli, coles Bruselas y rábanos.
- Alimentos ricos en Selenio que funcionan como antioxidante celular: carnes rojas, pescados, piñones, champiñones, hortalizas.
- Tubérculos: patatas.
- Verduras: espárragos, endibias, zanahoria, y cebolla.
- Cereales: trigo.
- Frutos secos como las castañas y nueces, contienen ácido cafeico y clorogénico que reducen la actividad tiroidea.
- Legumbres: garbanzos y cacahuetes, contienen ácido cafeico y clorogénico.
- Ácido cafeico que disminuye la producción tiroidea: apio, naranja, limón, zanahoria, aguacate, berenjena, ciruela y melocotón”.
Sobre la misma línea, es importante señalar que una dieta sana incluye, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), lo siguiente:
- Al menos 400 g (o sea, cinco porciones) de frutas y hortalizas al día, excepto papas, batatas, mandioca y otros tubérculos feculentos.
- Menos del 10 % de la ingesta calórica total de azúcares libres, que equivale a 50 gramos (o unas 12 cucharaditas rasas) en el caso de una persona con un peso corporal saludable que consuma aproximadamente 2.000 calorías al día, aunque para obtener beneficios de salud adicionales lo ideal sería un consumo inferior al 5 % de la ingesta calórica total. Los azúcares libres son todos aquellos que los fabricantes, cocineros o consumidores añaden a los alimentos o las bebidas, así como los azúcares naturalmente presentes en la miel, los jarabes y los zumos y concentrados de frutas.
- Menos del 30 % de la ingesta calórica diaria procede de grasas. Las no saturadas (presentes en pescados, aguacates, frutos secos y en los aceites de girasol, soja, canola y oliva) son preferibles a las saturadas (presentes en la carne grasa, la mantequilla, el aceite de palma y de coco, la nata, el queso, la mantequilla clarificada y la manteca de cerdo), y las grasas trans de todos los tipos, en particular las producidas industrialmente (presentes en pizzas congeladas, tartas, galletas, pasteles, obleas, aceites de cocina y pastas untables) y de rumiantes (presentes en la carne y los productos lácteos de rumiantes como vacas, ovejas, cabras y camellos).
La OMS sugirió reducir la ingesta de grasas saturadas a menos del 10 % de la ingesta total de calorías, y la de grasas trans a menos del 1 %. En particular, las grasas trans producidas industrialmente no forman parte de una dieta saludable y se deberían evitar.
- Menos de cinco gramos de sal (aproximadamente una cucharadita) al día. La sal debería ser yodada.
Antes de consumir algún alimento, lo primero que se debe hacer es consultar al médico tratante o a un nutricionista, para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.