Este domingo fue el Día Mundial Sin Tabaco, una producto que mata a más de 8 millones de personas al año, de las cuales 7 millones son consumidores directos y alrededor de 1,2 millones están expuestos a humo ajeno. SEMANA conversó con Blanca Llorente, asesora de la Liga Colombiana contra el cáncer, sobre los avances y desafíos que aún enfrenta Colombia para contener esta epidemia que la misma Organización Mundial de Salud define como "una de las mayores amenazas para la salud pública que ha tenido que afrontar el mundo". SEMANA: ¿Cuál es el panorama actual? Blanca Llorente: A nivel global los avances de reducción de tabaquismo son palpables. Ya hemos contenido el número de fumadores y eso ha sido posible gracias al único tratado de salud pública internacional que existe: el Convenio Marco para el Control del Tabaco. Este instrumento ha permitido que más de 180 países adopten las políticas más eficaces para reducir el consumo de tabaco y de otras sustancias relacionadas, porque como ya se ha visto, hoy en día tenemos la nueva preocupación de los cigarrillos electrónicos, sobre todo para los niños y jóvenes.
SEMANA: ¿Y en Colombia? B.L: Colombia firmó el convenio en 2008 y gracias a eso hemos logrado reducir el número de fumadores por primera vez en los últimos tres años. En la última década había bajado la prevalencia, es decir, el porcentaje era más pequeño, pero en términos absolutos venía creciendo. Sin embargo, pasamos de un pico de 3.7 millones de fumadores en el 2016 a 3.5 en 2018. Esto se logró gracias a la prohibición de la publicidad, las advertencias sanitarias y los espacios libres de humo. Pero sin duda la medida reina han sido los impuestos. Sabemos que la intensidad de consumo de los fumadores actuales cayó en un 16 por ciento en Colombia gracias a todo eso. Pero todavía queda mucho por hacer. SEMANA: ¿Cuáles son los desafíos? B.L: Nos preocupan mucho los mensajes de daño reducido que están acompañando a los nuevos productos de cigarrillos electrónicos porque es información engañosa y que no tiene consenso de la comunidad científica. Por un lado, es fundamental que quienes quieran dejar de fumar lo puedan hacer con alternativas que están probadas científicamente. Pero por otro lado, preocupa que en Colombia la mayoría de la población fumadora y vapeadora está por debajo de los 24 años. Un reciente estudio mostró que hay más de 230 mil niños entre 13 y 15 años que vapean en el país y la industria tabacalera busca capturar una nueva generación de adultos con estos mensajes.
SEMANA: ¿Cómo es el fumador típico en Colombia?B.L: Un fumador típico en Colombia fuma alrededor de 5 cigarrillos diarios. Además, hoy sabemos que el 90 por ciento de los usuarios de nicotina en Colombia inician antes de los 19 años, es decir, es un problema que se cultiva en la infancia y adolescencia. Por eso resulta fundamental prevenir, porque una vez alguien se vuelve adicto a la nicotina los daños son enormes, llega un momento en el que el sistema de salud no los puede atender.SEMANA: ¿Cuál es el impacto económico? B.L: A Colombia le cuesta alrededor de 6.5 billones de pesos anuales pagar tratamientos directos asociados a las enfermedades por tabaquismo y en costos productivos son 17 billones de pesos. Eso es casi el 2 por ciento del PIB de todo el país. Las cifras vienen de un análisis económico que publicó la Organización Mundial de la Salud para el caso de Colombia en noviembre del año pasado. Los consumidores individuales no perciben este impacto porque la mayoría deciden fumar desde muy pequeños de forma desinformada.
Pero ahora que en tiempos de covid hemos aprendido que la salud se construye entre todos, me gustaría dejar la reflexión de que este virus y el tabaco tienen muchas cosas en común. Si no nos cuidarnos entre todos hay consecuencias devastadoras en todas las dimensiones de la vida. Con el covid nos tocó aterrizar de golpe en esta realidad, pero la pandemia más dramática del siglo XXI se llama tabaquismo. Tenemos que tener el espíritu de actuar en comunidad para evitar que nuestros niños y jóvenes entren en una relación tóxica con el tabaco.SEMANA: ¿Cuál es la tasa de mortalidad? B.L: El tabaco es uno de los productos legales más letales que existen. Mata a la mitad de sus consumidores prematuramente. En Colombia, alrededor de 34 mil personas mueren al año por el tabaquismo, eso a pesar de los esfuerzos de reducción. Pero no es solamente el tema de morir, fumar causa una larga lista de enfermedades. Para resumir, está asociado con 15 tipos de cáncer. Esto se debe a la capacidad que tiene el organismo de transportar estas sustancias tóxicas a lo largo del metabolismo y la toxicidad de las sustancias que están en el humo del cigarrillo.
SEMANA: ¿Más allá del cáncer, cómo afecta? B.L: Potencia enfermedades cardiovasculares, epoc, entre otras. Fumar tabaco quita alrededor de diez años de vida y genera discapacidad temprana. Si pensamos en una persona que desarrolla cáncer en etapa temprana por el cigarrillo y tiene que entrar en tratamiento fuerte, veremos que también impacta a las personas que deben cuidar de esos pacientes. Eso significa tomar decisiones como abandonar la vida laboral, entre otras cosas. Es una cadena de efectos negativos y hay que pensar que la mayoría de esas familias están en estratos 1 y 2 y pueden caer en pobreza monetaria por eso. No hay que medir el impacto del cigarrillo solo en muertos, sino en los efectos que tiene en todas las dimensiones de la vida. El tabaco es una amenaza para los propósitos fundamentales de la sociedad, que es combatir la pobreza y promover el bienestar.SEMANA: Hay un proyecto de ley que busca regular los productos electrónicos. ¿Por qué consideran que todos deberían estar cobijados bajo las normas del tabaco? B.L: El objetivo es incorporar todos estos productos en la ley del tabaco en Colombia, que se apliquen las mismas normas. Lo malo es que en el camino se han venido colando micos, como incluir el enfoque del daño reducido. Esto funciona cuando no hay otro recurso para los adictos, pero es una medida de último instancia que no puede convertirse en la política poblacional. Por eso nosotros y las sociedades científicas vemos preocupante que no se entienda que por ahí no es la cosa, sobre todo porque como ya expliqué, los costos sociales económicos se desbordan sino estamos enfocados en la prevención sino en la contención.
SEMANA: ¿Y en el caso de los productos sin nicotina? B.L: Ese es el segundo mico que se ha intentado colar en el proyecto: el de excluir los productos sin nicotina porque hay algunos de estos aparatos que solo tienen saborizantes. Pero no hay que olvidar que también son peligrosos para la salud, en primer lugar porque no están hechos para que el tejido pulmonar los absorba, entonces están asociados a riesgos cardiovasculares e incluso cáncer. Mucha gente piensa “eso se le hecha a la pastelería, son aditivos de comida. En efecto. Están hechos para digerirlos, pero no para el sistema respiratorio. Esa parte de excluir productos sin nicotina no tiene asidero en la evidencia.
SEMANA: ¿Qué otros micos ven? B.L: El tercero es permitir que los consumidores reciban información directa de los comerciantes. Para nosotros eso perfora la prohibición de publicidad y patrocinio, pues omite que el comerciante tiene un incentivo natural para mostrar la información más favorable. El riesgo de los productos debe estar a cargo de las autoridades de salud que pueden hacer un juicio de valor libre de conflictos de intereses, pero poner al lobo a cuidar las ovejas, a educar a los consumidores, claramente no es la medida más sensata. Por último, el más discutido en medios, es el de diferenciar entre sistemas abiertos y cerrados. Pero para nosotros no hay diferencia ya que todos se pueden abrir. Incluso hay tutoriales en youtube de esto. SEMANA: Respecto a los productos de riesgo reducido, ¿tampoco los apoyan como posible tratamiento para quienes no pueden dejar de fumar? B.L: No es que lo aprobemos o no, es que el consenso de las sociedades científicas tanto a nivel nacional como a nivel global, respalda que no existe evidencia suficiente para recomendar a nivel de política pública estos productos como de cesación tabáquica. Nadie puede decir que está demostrado que ayudan a dejar de fumar porque es información falsa. Incluso muchos artículos han encontrado que se vuelven un portal de entrada al cigarrillo convencional.
Ahora, si la evidencia nos lleva después a encontrar que sí tienen valor terapéutico se valorará y se revisará. Pero entonces tendrán que ir al Invima y registrarse como un tratamiento farmacológico, no como un producto de consumo general, que es lo que las empresas que venden estos productos intentan hacer. No hay que olvidar que cuando estamos hablando de regular los productos, estamos hablando de regular nuevas y pequeñas empresas, pero también a las grandes tabacaleras que hoy están jugándole a todo.