Perder peso es uno de los propósitos y metas que más se fijan las personas. La preocupación por lograr un peso ideal cada día toma más relevancia, pues no se trata solo de lucir una buena figura, sino que el tema de salud empieza a jugar un papel importante.
Para favorecer la pérdida de peso hay muchos trucos que pasan por dormir más y mejor, hacer ayunos intermitentes, dejar de consumir productos ricos en grasas y calorías y evitar picar entre comidas.
Sin embargo, la mejor fórmula es llevar una dieta saludable y realizar actividad física de forma regular. Al adoptar un nuevo estilo de alimentación que promueva la pérdida de peso, se debe reducir la ingesta total de calorías. Sin embargo, reducir las calorías no tiene por qué significar renunciar al sabor, a la satisfacción ni a la facilidad para preparar las comidas, asegura el instituto de investigaciones clínicas Mayo Clinic.
No obstante, otra opción que puede ayudar, de acuerdo con el portal Mundo Deportivo, es el té de frutos rojos, el cual si se toma con cierta frecuencia puede ayudar a perder peso. Por tal razón detalló los beneficios que otorgan estas frutas:
Cerezas: Es rica en serotonina, melatonina y triptófano las cuales favorecen a la relajación, y ayudan a conciliar el sueño con mayor facilidad.
Frambuesas: Son una buena fuente de ácido salicílico, que ayuda a prevenir o retrasar la aparición de artritis.
Arándanos: Imposibilitan que las bacterias se peguen en la vejiga o la uretra, por lo que son buenas para las infecciones de orina.
Moras: Combaten las enfermedades bucales y tratan la halitosis, lo que produce, el mal aliento.
Fresas: De las mencionadas, son las que mayor cantidad de vitamina C contienen. Así mismo, son los más ricos en antioxidantes, lo que impulsa a que se retrase el envejecimiento celular.
Vale la pena recordar que el Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales, de Estados Unidos, asegura que las dietas no son la mejor manera de perder peso de forma permanente, pues si bien es posible que en un principio funcionen, lo cierto es que a largo plazo los resultados no se mantendrán.
Además de comer saludable y hacer ejercicio, hay otras recomendaciones que los expertos sugieren tener en cuenta. Por ejemplo, desayunar, evitar comer en la noche y picar entre comidas, ingerir fibra para facilitar la digestión y consumir muchas frutas y vegetales.
Masticar para adelgazar
No obstante, hay un aspecto que para muchos es posible que no tenga importancia, pero es clave en el proceso digestivo y que a la vez se convierte en una estrategia para evitar subir de peso. Se trata de la forma como se mastica. Masticar bien los alimentos y saborearlos a conciencia ayuda a mantener el peso bajo control. Investigaciones científicas demuestran que masticar de manera prolongada aumenta el gasto de energía en el cuerpo, a la vez que ayuda a comer menos.
Desde hace tiempo se ha dicho que masticar 20 o 30 veces cada bocado que la persona se lleva a la boca, ayuda a mejorar la digestión y a comer menos, por lo que es una de las mejores estrategias para prevenir la obesidad.
Esto lo corroboraron investigadores de la Universidad de Waseda, en Japón, quienes descubrieron el mecanismo mediante el cual masticar lentamente y de forma prolongada aumenta el gasto calórico y, en consecuencia, favorece la intención de las personas de adelgazar.
De acuerdo con los investigadores, el proceso de masticación mejora el gasto de energía asociado con el metabolismo de los alimentos y aumenta la motilidad intestinal, lo que se traduce en una mayor generación de calor en el cuerpo después de comer, a lo que se le conoce como termogénesis inducida por la dieta (DIT).
El estudio publicado en la revista Scientific Reports indica que el efecto térmico provocado por el consumo de alimentos, aumenta el gasto de energía por encima del nivel basal en ayunas, y es un factor determinante para prevenir el aumento de peso.
En un análisis anterior los científicos habían descubierto que comer despacio y masticar bien, no solo aumentaba la termogénesis, sino que también mejoraba la circulación sanguínea en el abdomen.
Con el nuevo estudio los científicos hicieron uso de alimentos líquidos para valorar realmente si el tamaño del bolo alimenticio influía. En la primera prueba le pidieron a los voluntarios que tragaran 20 mililitros de comida líquida cada 30 segundos; mientras en la segunda prueba, los voluntarios mantuvieron el mismo alimento líquido en la boca durante 30 segundos sin masticar, lo que les permitió saborearlo durante más tiempo antes de tragarlo.
En el tercer ensayo, los investigadores estudiaron el efecto tanto de la masticación como del gusto; los voluntarios masticaron el alimento líquido durante 30 segundos, con una frecuencia de una vez por segundo y luego lo tragaron.
Los resultados fueron concluyentes: aunque las puntuaciones de hambre y saciedad no cambiaron de un ensayo a otro, observaron que se producía un mayor aumento de la termogénesis cuando la masticación era más larga o cuanto más se saboreaba el alimento aunque fuera líquido.
De igual forma, el intercambio de gases y la oxidación de proteínas aumentaron con la duración de la estimulación del gusto y la masticación, lo que facilita la digestión.
De esta forma, la gran conclusión fue que masticar bien aumenta el gasto de energía, lo que puede ayudar a prevenir la obesidad y el síndrome metabólico.