La glucosa (azúcar) en la sangre es esencial para el funcionamiento del organismo, pues es la que proporciona energía al cuerpo para que funcione correctamente. Como tal, el metabolismo se encarga de transformar los azúcares que se ingieren con los alimentos y los convierte en glucosa.
No obstante, las alteraciones de los niveles de azúcar en sangre surgen cuando el metabolismo de la insulina no funciona como debe ser. Por lo general ocurre cuando las células de los tejidos no pueden asimilar bien la glucosa y esta empieza a acumularse peligrosamente en la sangre. Por lo anterior, si el sistema endocrino falla en su función de regular la glucosa, se puede experimentar altos niveles de azúcar en sangre.
En cuanto a la digestión, este es un proceso en el que se descomponen los alimentos en sustancias que el cuerpo puede usar como energía y para el crecimiento y la reparación de los tejidos, de acuerdo con el Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos.
Además, Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación, explicó que el tiempo de digestión varía entre los individuos y entre hombres y mujeres, pero después de comer, los alimentos tardan aproximadamente de seis a ocho horas en pasar por el estómago y el intestino delgado.
Por su parte, el colesterol en la sangre se transporta en lipoproteínas, las cuales pueden ser de baja densidad (LDL), a las que comúnmente se les conoce como colesterol “malo” o de alta densidad (HDL), también llamada colesterol “bueno”.
Los niveles elevados de colesterol LDL hacen que se acumule placa (depósitos de grasa) en los vasos sanguíneos, lo que puede provocar un ataque al corazón, un derrame cerebral u otros problemas de salud, explica el National Heart Lung and Blood Institute, de Estados Unidos.
Según los aspectos mencionados, el portal Tua Saúde señala que una planta como el laurel mejora la función de la insulina, lo cual regula el azúcar en la sangre. Además, por ser rica en aceites esenciales como el cineol y polifenoles con actividad antioxidante, disminuye los niveles de colesterol malo. Y, las hojas de la hierba por contener propiedades antiinflamatorias y antiespasmódicas mejoran la digestión.
Este té se prepara añadiendo agua caliente a unos 20 g de hojas de laurel, dándole preferencia a las hojas que se observen más maduras y frescas en un tiempo de por lo menos tres a cinco minutos, dejándose reposar una vez retirado. El té anteriormente mencionado puede ser tomado como máximo tres veces al día después de cada comida, entendiendo que si se hace con anterioridad puede abrir el apetito.
¿Qué cuidados hay que tener?
La regla de oro en lo que respecta a los remedios naturales es que “todo en exceso es malo”, y aplica para el caso del laurel. Desde el portal Nutrición y Farmacia indican que hay varias contraindicaciones relacionadas con una ingesta inadecuada del té de esta planta aromática.
De acuerdo con los expertos del portal, esta infusión es poco recomendada para las personas gestantes, ya que puede generar complicaciones para llevar a término el embarazo.
Tampoco se aconseja su consumo en menores de edad, por lo que también es contraindicada para las mujeres lactantes.
Su consumo excesivo, sin consultarlo previamente con el médico, puede desencadenar reacciones adversas, por lo que desde la sección de salud del portal Información recomiendan no sobrepasar las tres tazas durante el día.
Además, mencionan que al listado de efectos negativos del laurel se suma su acción calmante, que puede conllevar a somnolencia, dificultando el rendimiento durante el día. “Esta planta posee un efecto calmante y es capaz de desacelerar el sistema nervioso”, añaden desde Tua Saúde.