¿Ha sentido que se acuesta a dormir, pero en realidad no logra descansar? Miles de personas en el mundo amanecen con congestión nasal o dolor de cabeza. Indican que se despiertan en la noche, quizá sin una causa evidente.
Pues una investigación que analizó más de 29.500 datos de presión sonora y condiciones higrotérmicas (confort térmico) arrojó que las condiciones de humedad en los dormitorios pueden afectar la eficiencia del sueño, casi tanto como el ruido o el calor.
Los científicos que decidieron adelantar el estudio son miembros de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) con sede en Medellín y la Universidad de San Buenaventura.
El análisis de información se dio en la época en que la población mundial ha tenido que pasar más tiempo en su casa por causa de la covid–19. La investigación inició antes de la pandemia y concluyó cuando ya había iniciado el confinamiento, a principios de 2020.
La arquitecta Yury Andrea Hernández Duque, docente de Bioclimática de la UNAL y autora del estudio, dio detalles: “Hicimos una correlación estadística de variables de ruido, calor y humedad para medir la eficiencia del sueño, y encontramos que cuanto más húmedo es el espacio, menor es esa eficiencia”.
Unimedios registra que “para la investigación se les hizo seguimiento a siete individuos de Medellín (tres hombres y cuatro mujeres) que vivieran en sectores residenciales y no tuvieran antecedentes de trastornos de sueño, y durante 34 noches se hicieron mediciones con la ayuda de una aplicación que monitorea la calidad del sueño y sensores de humedad, temperatura y ruido programados para tomar datos cada 30 segundos”.
Los datos de la aplicación sirvieron para identificar a qué hora despertaron las personas o su sueño se alteró, y luego esos datos se cruzaron con los de los sensores para identificar si hubo algún cambio que interrumpiera el descanso. “Si la persona se despertaba a las 3:00 a. m. entonces revisábamos a esa hora cómo estaba la temperatura y la humedad, y si hubo algún ruido extra”, agregó la profesora Hernández.
El documento explica que esa información se complementó con encuestas aplicadas a los sujetos de investigación en las mañanas siguientes a la medición, indagando sobre el nivel de satisfacción con el descanso, si tuvo problemas conciliando el sueño, cuántas veces recuerda haberse despertado y qué tan satisfecho estuvo con el ruido, la temperatura y la humedad de su habitación durante la noche.
“Las personas manifestaron que el frío o el calor las afectaba, pero el estudio identificó que las condiciones ambientales que más influyeron fueron las asociadas con la humedad y no tanto con la temperatura. Y tiene lógica: aunque en la habitación haya una temperatura determinada, la cama es un microclima que puede cambiar según la ropa de cama, la pijama que use la persona y si utiliza cobijas. La humedad no se controla”, detalló Hernández.
Vivir cerca de avenidas no es recomendable si se quiere descansar bien. “Encontramos que algunas de las viviendas en donde las personas sufrieron alteraciones del sueño estaban cerca de avenidas principales o tenían vacíos, espacios como un patio, por donde podía entrar el ruido. Y ahí empezamos a ver cómo la arquitectura puede influir para mejorar las condiciones de descanso”, explicó la arquitecta.
Usar materiales baratos a la hora de construir la vivienda puede ser algo que lo atormente todas las noches. “Es precisamente ahí donde los conocimientos en arquitectura y bioclimática cobran relevancia, pues en las construcciones colombianas no siempre hay acondicionamiento acústico de las habitaciones, se usan materiales baratos y sencillos para paredes y puertas, que no cumplen la función aislante y podrían terminar afectando la calidad del sueño”, recalcó Hernández.
Se concluyó que la eficiencia del sueño se logra con condiciones de ruido entre 30 y 35 decibeles, 25,5 °C de temperatura y una humedad relativa entre 55 y 65. De los sujetos estudiados, solo el 17 % logró esa eficiencia.
“Aunque la arquitectura se puede entender como un arte y la medicina como una ciencia, el estudio demuestra que se pueden y deben romper barreras entre las distintas áreas del conocimiento, con el fin de abordar preguntas más complejas con grandes repercusiones en la salud, el bienestar y la productividad de las personas”, puntualizó.