La llamada ‘peste negra’ o ‘muerte negra’ fue una pandemia similar a la ocurrida con el covid-19 desde el 2020, pero que ocurrió en Euroasia durante el siglo XIV y que consiste en una infección bacteriana transmitida por las pulgas.

Recientemente, un estudio titulado La evolución de los genes inmunes está asociada con la Peste Negra y publicado en la revista Nature dejó ver que dicha infección tan grave sigue atacando el sistema inmune (defensas en el organismo) de los seres humanos.

No sorprende que muchos candidatos para la selección positiva específica de la población en humanos involucre genes de respuesta inmune, de acuerdo con la hipótesis de que la exposición a patógenos nuevos y/o reemergentes ha impulsado la adaptación, afirma el estudio.

Sin embargo, expresaron, es un desafío conectar las firmas de la selección natural con sus patógenos causales, a menos que los loci subyacentes todavía estén asociados con la susceptibilidad al mismo patógeno en las poblaciones modernas.

Asimismo, la investigación es enfática en que aclarar la dinámica que le ha dado forma al sistema inmunitario humano es clave para comprender cómo las enfermedades históricas contribuyeron a la susceptibilidad a las enfermedades en la actualidad.

“Intentamos identificar firmas de selección natural en europeos impuestas por Yersinia pestis, la bacteria responsable de la peste bubónica. La primera pandemia de peste registrada comenzó con la peste de Justiniano en el 541 dC”, expresan.

Casi 800 años después, la peste negra (1346-1350) marcó el comienzo de la segunda pandemia de peste, que se extendió por Europa, Oriente Medio y el norte de África, reduciendo la población hasta en un 30 % a 50 %, revela la investigación.

Agrega que sin una exposición reciente a la peste, los europeos que vivieron la peste negra probablemente representaron poblaciones inmunológicamente ingenuas con poca o ninguna adaptación previa a Y. pestis. La alta tasa de mortalidad sugiere que las variantes genéticas que conferían protección contra la infección por Y. pestis podrían haber estado bajo una fuerte selección durante este tiempo.

De hecho, los brotes de peste de casi una década durante los siguientes cuatrocientos años de la segunda pandemia en Europa a menudo (pero no siempre) se asociaron con tasas de mortalidad reducidas, que podrían deberse a la evolución de patógenos o prácticas culturales cambiantes, pero potencialmente también vinculado a la adaptación genética humana a Y. pestis.

“Para identificar loci que pueden haber estado bajo selección durante la peste negra, caracterizamos la variación genética alrededor de genes relacionados con el sistema inmunológico de 206 extractos de ADN antiguos, provenientes de dos poblaciones europeas diferentes antes, durante y después de la peste negra”, revela.

Los loci inmunes están fuertemente enriquecidos para sitios altamente diferenciados en relación con un conjunto de loci no inmunes, lo que sugiere una selección positiva. “Identificamos 245 variantes que están altamente diferenciadas dentro del conjunto de datos de Londres, cuatro de las cuales se replicaron en una cohorte independiente de Dinamarca y representan los candidatos más fuertes para la selección positiva”, agregan los investigadores.

Finalmente, “mostramos que las variantes protectoras se superponen con los alelos que hoy en día están asociados con una mayor susceptibilidad a las enfermedades autoinmunes, proporcionando evidencia empírica del papel que desempeñaron las pandemias pasadas en la configuración de la susceptibilidad actual a la enfermedad”, concluye el estudio.

El coautor de la investigación, Luis Barreiro, profesor de medicina genética en la Universidad de Chicago, manifestó a CNN: “Somos los descendientes de aquellos que sobrevivieron a pandemias pasadas… y comprender los mecanismos evolutivos que contribuyeron a nuestra supervivencia no solo es importante desde un punto de vista científico, sino que también puede informar sobre los mecanismos y determinantes genéticos de la susceptibilidad actual a las enfermedades”.