Allan Bejarano, coordinador del proyecto Mujeres que Salvan Vida, cuenta a Semana.com cómo en Costa Rica las mujeres con cáncer de mama han reducido el tiempo de espera entre el diagnóstico y el tratamiento de esta enfermedad gracias a dicha iniciativa. Un ejemplo a seguir. Semana.com: en que consiste el proyecto Mujeres que Salvan Vidas?Allan Bejarano: En forma puntual consiste en entrenar mujeres que han pasado por cáncer de mama para que puedan acompañar a otras mujeres en el transitar por el sistema de salud. La idea es que contribuyan a reducir las barreras de atención. En el proyecto participan los servicios de salud, diferentes hospitales, la academia, en este caso la Universidad de Costa Rica, y siete ONGs que trabajan en cáncer de mama.Semana.com: ¿Cómo se da ese acompañamiento?A.B.: El acompañamiento es en vivo y en directo, cara a cara, desde que la paciente recibe el diagnóstico. Hacemos llamadas de seguimiento mensual para ver cómo va el proceso, nos encargamos de recordarles las citas, y constantemente hablamos con ellas para ver qué dudas, dificultades y temores tienen.Semana.com: Por qué es tan importante la navegación. ¿Se mejora la supervivencia?.A.B.: No sabemos a ciencia cierta si esto aumenta la supervivencia. Muy posiblemente, pero eso requiere tiempo demostrarlo. Lo que sabemos por ahora es que la paciente con cáncer de mama que llega con diagnóstico y debe enfrentar un mar de incertidumbres y una serie de procesos que van cuesta arriba, hoy cuenta con una guía que la orienta y está pendiente de los tiempos para que esos servicios lleguen oportunamente. Es un acompañamiento para identificar sus necesidades y todo eso le da un valor agregado al paciente.Semana.com: Qué beneficios han visto con las 720 pacientes que han beneficiado hasta ahora?A.B.: Desde el punto de vista del sistema se ha visto una reducción en tiempos de espera al reducir las barreras, es decir, se logra la llegada más rápida al tratamiento. También se mejora la calidad del servicio. En cuanto a las familias, hay mayor tranquilidad porque sienten que alguien que capacitado está acompañando a la persona. Desde la perspectiva del paciente es muy bueno porque hay alguien que esta ahí con ese paciente. También beneficia a los políticos porque genera evidencia que les sirve para tomar decisiones en políticas publicas que cambien y transformen el sistema. Al final todos ganan.Semana.com: ¿Háblenos de esas ganancias concretas para los que prestan los servicios de salud?A.B.: Como las navegadoras abordan necesidades no médicas de la paciente que antes debían realizar el personal médico, ahora ellos pueden dedicarse a su trabajo y hacerlo mejor. Las directivas del hospital tienen mayor información y evidencia y mejor calidad en el servicio y proyección a la comunidad. La universidad gana porque puede desarrollar modelos replicables a otras patologías.Semana.com: ¿Cuántas mujeres piensan atender?A.B.: La idea es subir la cobertura para que por lo menos 8 de cada 10 mujeres con cáncer de mama puedan ser acompañadas en el país. Eso lo empezaremos a lograr en un año. Así se cambiaría la experiencia de lo que es vivir el cáncer de mama. A partir de eso, podía pensarse en abordar otra patología. Semana.com: Generalmente los hospitales y clínicas tienen resistencia a este tipo de intervenciones externas. ¿Cómo lograron que los hospitales aprobaran este proyecto? A.B.: Ese punto es clave y en eso jugó un papel la academia. La universidad de Costa Rica en nuestro país tiene un rol de legitimidad y autoridad moral. En América Latina no solo en Colombia, las ONG son fuertes pero hay una resistencia hacia el trabajo conjunto por ese discurso fuerte que plantean. Entonces la academia ha sido un agente externo que permite ser árbitro y facilitador para que los dos puntos se pongan a conversar y trabajen juntos.Semana.com: Tienen estadísticas de cuánto ha dejado de transitar una persona en kilómetros o en tiempo por esos hospitales para recibir su tratamiento? A.B.: En el primer año de intervención se redujeron en tiempo seis meses de espera general y eso ya es bastante. No hemos medido la distancia pero la identificación de esas largas caminatas ha permitido que se hagan remodelaciones en los hospitales para reducirlas.  Semana.com: Eso es lo que plantea el modelo de Harvard?A.B.: Si, que todo gire alrededor del paciente. Es un cambio en el modelo para que el paciente esté en el centro de la atención. Desde los profesionales hasta la infraestructura gira alrededor de ellos. La American Cancer Society plantea eso porque se calcula que por cada dólar invertido en él, ya sea en cosas tangibles o intangibles, hay retorno de 100 dólares en pro del paciente. Es un proyecto costo efectivo.Semana.com. Cuáles serían las ganancias intangibles?A.B.: Qué a la paciente la pudieron acompañar.  Conozco el caso de una cuya hija consiguió un trabajo porque a la hora del tratamiento  pudo ir a la entrevista mientras la mamá era acompañada a su terapia oncológica. ¿Qué hubiera pasado si ella no hubiera podido ir a esa cita? ¿Qué hubiera pasado si la señora con cáncer debe cuidar a sus nietos ese día? Todo esto implica una ganancia para la sociedad.Semana.com: ¿Qué han dicho los hospitales de este proyecto?A.B.: Lo más diciente es que ellos siguen apoyando el proyecto. Incluso algunos hospitales nos pide que cada oncólogo tenga un acompañante que esté en el consultorio. Además nos piden mayor cobertura, y que el programa no solo sea para pacientes de cáncer de mama. Ese es el mejor indicio de que ha sido exitoso.Semana.com: En Colombia aún es difícil navegar el sistema de salud. ¿Qué les dice a los diferentes actores de este sistema?A.B.: El primer punto es ver cómo es el proceso, cuántas ventanillas tienen que visitar los pacientes y cuánto tiempo demoran en los trámites porque esos son tiempos muertos y se deben acortar. Los tiempos muertos preocupan pero hay que documentarlos y hacer análisis de fondo. Para esto hay que hablar tanto con las secretarias hasta con el jefe administrativo.Semana.com: Es entender donde está el problema…A.B.: Si, nosotros lo llamamos nubes ocultas y las tenemos en Costa Rica. Y esas nubes ocultas nos hacen cómplices a todos porque sabemos que ahí están pero  nadie entra, nadie sabe qué son ni qué implican. Hay que entrar para saber qué acciones concretas se pueden proponer para mejorar un sistema.