El alzhéimer es la forma más común de demencia entre las personas mayores, aunque en muchas ocasiones se presenta en edades muy jóvenes, ya que puede pasar inadvertida. La demencia, en concreto, es un trastorno cerebral que afecta gravemente la capacidad de una persona de llevar a cabo sus actividades diarias.
Esta enfermedad neurodegenerativa inicia de forma lenta afectando las partes del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje, “disminuyendo la capacidad intelectual de la persona que la padece, en comparación a sus capacidades previas”, precisó la plataforma Marca.
Juebin Huang, médico del Department of Neurology, University of Mississippi Medical Center, señala que la enfermedad de alzhéimer es una afección progresiva, con una pérdida inexorable de la función mental, caracterizada por la degeneración del tejido cerebral, la acumulación de una proteína anómala denominada beta-amiloide y el desarrollo de ovillos (marañas) neurofibrilares.
De hecho, un signo precoz de la enfermedad es el olvido de acontecimientos recientes, seguido de confusión, deterioro de funciones cognitivas y problemas para usar y comprender el lenguaje y realizar las actividades cotidianas. Aunque suelen surgir los primeros síntomas después de los 60 años, aumenta a medida que la persona envejece. Incluso, el riesgo es mayor si hay personas en la familia que tuvieron la enfermedad, según el portal de salud MedlinePlus.
Sin embargo, aunque se desconocen las causas de la enfermedad, los factores genéticos desempeñan un papel importante: entre el 5 % y el 15 % de los casos son hereditarios. Intervienen varias anomalías en unos genes específicos. Algunas de estas anomalías son heredadas, aunque solo uno de los progenitores tenga el gen anómalo, según el portal especializado en salud MSD Manuals.
Como tal, no existe una cura para la enfermedad, pero es posible manejarla e impedir que sus estragos sean mayores. Cuando la condición médica llega a una etapa avanzada, en algunos casos puede ser irreversible y desembocar en efectos peores, como deshidratación o vulnerabilidad a infecciones.
Por ello, los especialistas y expertos en salud aconsejan llevar buenos hábitos de vida a lo largo de la vida para mitigar la aparición temprana de esta grave patología. Lo ideal es llevar una dieta saludable, rica en vitaminas y minerales, realizar actividad mental con frecuencia, evitar fumar y beber alcohol, entre otras.
El consumo de frutas y verduras deben ser los infaltables en una buena alimentación, siendo una prioridad en la dieta de cualquier persona sin importar los años que tenga. Esto debido a que estos alimentos le ayudan al cuerpo a recibir vitaminas, minerales, fibra y muchos otros beneficios que son fundamentales en la prevención de enfermedades en el futuro.
La Organización Mundial de la salud (OMS) ha recomendado en varias oportunidades comer por lo menos 400 gramos de frutas todos los días, además de verduras, que también son muy saludables para incluir en una dieta equilibrada, permitirá que la persona que las consume lleve una vida mucho más saludable y reduzca el riesgo de sufrir varias enfermedades, así como intervienen en el buen funcionamiento y el cuidado del organismo.
Algunas opciones como el brócoli, la col, las espinacas, la remolacha, las berenjenas o los pimientos son las verduras más idóneas para mejorar la capacidad preventiva. En cuanto a las frutas, se destacan las ciruelas, las moras, las uvas, las frezas, las cerezas y los arándonos.
Una porción de frutos rojos proporciona grandes cantidades de flavonoides. El consumo frecuente es capaz de revertir el deterioro en amplia medida, a tal punto que la memoria se revitaliza como si la persona tuviera dos años menos. Entre la variedad de productos, se destacan bayas y los arándanos azules.