Yel premio es para… Twitter. Por increíble que parezca, y en una muestra de cuánto está cambiando el mundo de la información, uno de los premios de periodismo más importantes de habla hispana, el Ortega y Gasset, fue adjudicado a una cobertura hecha exclusivamente a través de Twitter; y sendos galardones del Pulitzer, el decano de los premios del periodismo impreso anglosajón, se otorgaron a trabajos en medios digitales creados hace escasamente un lustro.Este año los premios Ortega y Gasset arrojaron una sorpresa y una paradoja: Carmela Ríos, reportera judicial en el Canal Cuatro de la televisión española, se ganó el premio de periodismo digital (categoría que solo existe hace cinco años), no con su trabajo en televisión, sino con la cobertura que hizo a través de su cuenta en Twitter de las manifestaciones de los indignados el año pasado en Madrid. El #15M en directo en Twitter, se llama la colección de trinos, fotos y videos galardonada. Con esto, la red social Twitter y una periodista que tiene menos de 12.000 seguidores en su cuenta hacen su entrada a los 'clásicos' del periodismo.Algo parecido ocurrió al otro lado del Atlántico, con los premios más prestigiosos en habla inglesa: los Pulitzer, de Estados Unidos. Dos de las categorías más codiciadas -Reportería Nacional y Caricatura- fueron para periodistas que trabajan, no en los gigantes impresos tradicionales que han dominado históricamente los premios, sino en el 'nuevo mundo' de los medios que no existían hace poco más de un lustro: por primera vez, el Huffington Post, creado en 2005, y Politico, en 2007, se ganan un Pulitzer. Y en ambas categorías es la segunda vez que ganan medios digitales.El premio de Reportería Nacional fue para el trabajo de David Wood. 'Más allá del campo de batalla: de una década de guerra, una lucha interminable por los severamente heridos', una serie en diez entregas sobre los soldados estadounidenses mutilados en Irak y Afganistán de la publicación de Ariana Huffington, un 'agregador' digital de contenido que en menos de siete años se ha vuelto una de las páginas de internet más visitadas e influyentes de Estados Unidos. El otro correspondió a las caricaturas y animaciones que publica regularmente Matt Wuerker en la versión online e impresa de Politico, otro reconocido sitio web de ese país.No es la primera vez que se entregan premios a la web: ProPublica, la publicación digital de periodismo investigativo, ganó sendos Pulitzer en 2010 y 2011, y los Ortega y Gasset vienen premiando blogs, multimedias y páginas web de medios tradicionales desde 2007. Pero este año consagra por primera vez formas de periodismo muy distintas de las tradicionales, a menudo vistas 'por encima del hombro' por sus venerables antecesores.Al Huffington Post, por ejemplo, le critican la calidad de su periodismo, por ser más un 'agregador' de columnistas, blogs y noticias que un generador de contenido, y por no pagar a los 6.000 blogueros que contribuyen gratuitamente con sus comentarios. Pero, según Alexa, una compañía que mide el tráfico en internet, está entre los 100 sitios web más visitados del mundo y en octubre pasado tenía 2 millones de usuarios únicos más que The New York Times (35 millones versus 33 millones). Politico se volvió en cinco años una de las publicaciones más influyentes en Washington, a tal punto que ha sido un éxito el lanzamiento de su cubrimiento especializado del Congreso, Politico Pro, cuya suscripción más barata cuesta casi 4.000 dólares anuales. Twitter es aún más impactante. Más allá de las cifras -seis años de vida, 140 millones de usuarios y 340 millones de trinos al día-, que los premios Ortega y Gasset consideren como "un modelo fantástico para las nuevas generaciones de periodistas" la capacidad de contar todo "con una línea y una foto" es tan inusitado como revelador. Que los premios de periodismo más destacados de dos de los grandes universos lingüísticos de este mundo vayan a medios como estos es toda una constatación, algo tardía, no solo de cuánto están cambiando las formas de producir y consumir información, sino también de cuánto ha cambiado el mundo. Y un anuncio de lo que aún va a cambiar.