Los trombos se generan por la formación de un coágulo de sangre al interior de las venas o arterias, lo que interrumpe el flujo sanguíneo hacia el corazón. Por su parte, la embolia es una falta brusca de riego sanguíneo a un determinado órgano, como consecuencia de la llegada de uno o varios trombos procedentes de alguna zona del cuerpo alejada del sitio donde esta se produce.

En muchos casos, se desconoce la causa de esta patología. Las trombosis venosas se pueden producir después de intervenciones quirúrgicas, de enfermedades infecciosas, tumores o deshidratación. “En general, cualquier circunstancia o factor que lleve a la sangre a circular a menor velocidad o a que se coagule más de lo normal puede originar la formación de un trombo”, indica el portal especializado Cinfasalud.

También pueden ser factores de riesgo de formación de trombos las lesiones en la capa interna de una vena, normalmente provocadas por traumatismos u otras circunstancias.

Según el mencionado sitio web, las trombosis venosas son más frecuentes a medida que la edad de las personas avanza. Es así como en alguien mayor de 60 años se incrementa el riesgo de enfrentar este padecimiento, aunque puede presentarse a cualquier edad.

Los trombos son diferentes a las afecciones generadas por las venas várices. | Foto: Copyright

También puede influir el hecho de que la persona lleve un estilo de vida sedentario, tenga sobrepeso o padezca de otras enfermedades como diabetes o hipertensión. Los antecedentes personales o familiares de haber sufrido episodios previos de trombosis venosa profunda o embolismo pulmonar, pueden tener alguna influencia.

Según el portal Medicinaysaludpública.com, cuando no es diagnosticada y tratada a tiempo, la trombosis puede provocar la muerte del paciente.

Además de realizar ejercicio y pausas activas para prevenir que se presenten los trombos, también es muy importante cuidar los hábitos alimenticios. Incluir algunos alimentos puntuales en la dieta puede ayudar a reducir las probabilidades de formación de coágulos.

Los especialistas recomiendan consumir alimentos como el brócoli o el perejil, que son ricos en vitamina C, aumentan la producción de elastina y colágeno, lo que mantiene la elasticidad de las paredes de las venas.

También es aconsejable incluir en la alimentación diaria productos que contengan vitamina E como: las nueces, avellanas o almendras, pues contribuyen a prevenir la coagulación de la sangre.

De igual forma, el ajo y la cebolla, son considerados dos de los alimentos antitrombóticos. Un estudio realizado por la sección de Endocrinología y Nutrición Clínica de España encontró que la ingesta del ajo es ideal para la destrucción de los coágulos sanguíneos y está relacionada con la reducción de la aparición de trombogénesis.

El aceite de oliva es otro de los productos que los especialistas recomiendan para prevenir los trombos. De hecho, hay estudios que relacionan el consumo regular de aceite de oliva virgen extra con una buena salud cardiovascular.

Uno de ellos fue realizado por científicos del Hospital Reina Sofía de Madrid y publicado en el American Journal of Clinical Nutrition, el cual señala que la ingesta de este tipo de aceite disminuye hasta en un 40 % la aparición del Factor VII de la coagulación, que favorece la formación de trombos.

Los frutos secos también son buenos aliados de la salud cardiovascular. Una investigación publicada en la revista Hypertension, asegura que las dietas que contienen pistachos, especialmente, reducen la presión arterial sistólica y la frecuencia cardiaca.

La remolacha, la sandía y la carne de pavo contienen óxido nítrico, un compuesto que contribuye a proteger las arterias. “Según una investigación publicada en la revista científica Ciencia Médica, el óxido nítrico es el vasodilatador más potente en el organismo y presenta una diversidad de efectos beneficiosos tanto en el terreno cardiovascular como en neurología, inmunología, gastrointestinal, pulmonar, genitourinario y otras ramas de la medicina”, destaca un artículo del diario La Vanguardia.

Por otro lado, las personas que son tratadas con anticoagulantes deben evitar consumir productos ricos en vitamina K, sugiere el portal Medicinaysaludpública.com. De acuerdo con la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, el contenido de vitamina K en la dieta puede interferir en la eficacia del tratamiento. “Si bien los expertos no prohíben el consumo de alimentos que contengan esta vitamina, aseguran que las porciones en las que se consumen deben ser controladas”, precisa este sitio web.