El nuevo año llegó con lineamientos actualizados para el manejo de la covid, comunicados por el ministro de Salud, Fernando Ruiz, hace unos días. Entre ellos, la reducción del tiempo de aislamiento para personas con síntomas como flujo nasal, fiebre, malestar general, que podrían ser covid-19 u otras infecciones respiratorias. Estas personas deben guardar aislamiento continuo de siete días y ya no de diez o más. Tampoco es necesario que se realicen la prueba, pues con los síntomas sería suficiente.
Si entre quienes registran síntomas hay personas mayores de 60 años o con comorbilidades o menores de 3 años, deben consultar a su EPS para que se les haga seguimiento con criterio médico. Los asintomáticos y vacunados con dos dosis no están obligados a hacer aislamiento preventivo. “Si son contactos estrechos o familiares de personas infectadas, pero no tienen síntomas, no tienen necesidad de prueba ni de aislamiento si tienen vacuna”, dijo el ministro.
Ahora bien, si no tienen esquema completo, deben guardar aislamiento de siete días para evitar ser fuente de contagio. El personal de la salud debe aislarse siete días, al cabo de los cuales se hará la prueba de covid. ¿Confundido? No es el único. Muchos colombianos no saben cómo interpretar estos nuevos lineamientos.
Algunos creen que es un síntoma de que el virus ya se puede tratar como una gripa, otros están escandalizados y consideran que aumentarán los casos, y no faltan quienes ya no quieren saber más. De hecho, muchos hoy presentan cuadros de infecciones respiratorias de las vías superiores (nariz y garganta), pero no saben si es covid o no, pues no se han hecho la prueba. Aún más, no les importa.
Frases como “eso pasará” o “el virus ya no es como antes” son ahora comunes entre ellos. Pero los que aún le temen a la covid no pueden hacer otra cosa que observar aterrados. Aunque es cierto que en los estudios sobre ómicron se ha visto que la variante no ataca los pulmones, como otras, y tampoco produce la tormenta de citoquinas que causaba tantos enfermos severos, los expertos no comprenden completamente qué está pasando.
Para la viróloga Fernanda Gutiérrez, es entendible que ómicron se maneje como una gripa, porque se ha visto que no pasa a las vías respiratorias bajas. “Lo que no cuadra de la historia es por qué se están llenando las unidades de cuidados intensivos”, dice.
También preocupa que la gente pueda dejar el aislamiento con solo siete días de haber tenido los síntomas y sin prueba negativa, pues ante eso muchos que aún transmiten el virus podrían infectar a otros. El sentido de hacer las pruebas es, por un lado, aislar a los infectados y evitar que contagien; y, por otro lado, vigilar a ese enfermo para que no se vuelva un caso severo.
“Pero, si ya no hago pruebas, la velocidad de transmisión aumentará de forma desbordada”, afirma el epidemiólogo Jaime Ordóñez, quien tampoco entiende por qué los asintomáticos no deben aislarse. Dice que desde el punto de vista clínico está bien, porque ellos no tienen riesgo de enfermarse severamente, pero es errada desde el punto de vista de salud pública, pues podrían infectar a otros.
“No van a morir, pero sí a contagiar”, señala. Con esas nuevas reglas de juego, se está generando en la población “una sensación de seguridad que es falsa y que luego se reflejará en aumento de muertes”, agrega.
En efecto, en Colombia ya comienzan a preocupar esas cifras, especialmente el aumento de fallecidos, que subió el jueves a 96. Pero según el viceministro de Salud, Germán Escobar, hay más de 10.000 camas, de las cuales 42 por ciento aún están disponibles, y “de las ocupadas el 23 por ciento son de pacientes sospechosos o confirmados de covid-19”.
Julián Fernández, director de Epidemiología del Ministerio de Salud, señala que las medidas obedecen a la llegada de ómicron, que no es tan letal, aun cuando puede presentar desafíos en los hospitales y al cambio epidemiológico, pues hay una gran población vacunada. En ese sentido, dice Fabio Varón, jefe de la Unidad de Cuidado Intensivo Médico de la Fundación Cardioinfantil y la Fundación Neumológica Colombiana, “estamos en un lugar más tranquilo que en otros momentos y no se ha visto necesidad de cerrar servicios no covid”.
Según el experto, lo que se ha observado en los servicios de salud son unas urgencias muy congestionadas por personas con síntomas leves, comparadas con los picos previos cuando muchos necesitaron hospitalización o ingreso a la unidad de cuidados intensivos (uci). “La mayoría sale a su casa con recomendaciones, mientras que algunos pocos requieren manejo intrahospitalario. Una razón para la congestión son los empleados que necesitan incapacidad para no trabajar”.
Los que consultan y se quedan, dice el experto, es porque su enfermedad de base está descompensada ante la presencia de covid, pero no tienen enfermedad respiratoria y, de hecho, muy pocos de dichos pacientes requieren una uci. Colombia no es el único país que ha hecho estos cambios. Estados Unidos también ajustó algunas normas lo que generó críticas de los expertos.
“Es un desastre”, “innecesariamente confuso”, “de todos los tropiezos de comunicación desde febrero de 2020, este se ubica entre los tres primeros”, dijeron varios expertos sobre las nuevas medidas a la revista The Atlantic.
En España, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, manifestó que trabaja en un plan para abordar la covid-19 como la gripe, es decir, a través de un sistema centinela. Eso hizo que expertos como Óscar Zurriaga, vicepresidente de la Sociedad Española de Epidemiología, le contestara que este no era el momento. “Es una pandemia y no estamos viendo lo mismo que en una temporada gripal estándar ni siquiera de las malas. No estamos viendo lo mismo no solo en casos, sino también en términos de gravedad”, declaró a Europa Press.
Según Jade Fulce, especialista en asuntos públicos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, las nuevas pautas están destinadas, además, a mantener el país a flote, sin interrupciones para la economía. Por eso, la norma se “enfoca en el periodo en que una persona es más infecciosa”.
Otro aspecto importante es que quienes están en la uci y mueren son personas que no tienen vacunas o una sola dosis del biológico recibida hace ya varios meses. “Muy pocos en dichas unidades tienen esquemas completos. Y con tres dosis podría decir que ninguno”, dice Varón. Ante una enfermedad que no es tan severa como la vista en picos pasados y con una resolución más rápida, Varón cree que las medidas van por el camino correcto. “Dado el alto número de pacientes, hay que asumir que la mayoría de las infecciones respiratorias con covid ni siquiera ameritan prueba, pero sí aislamiento”.
Lo que lleva a lo de siempre: las medidas de bioseguridad. El aislamiento de las personas sintomáticas, vacunadas o no, el uso de la mascarilla, evitar aglomeraciones y siempre tratar de estar en lugares interiores con muy buena ventilación siguen siendo muy importantes. Pero la medida tal vez más relevante es tener completo el esquema de vacunación.
“Estas olas les pegan a los no vacunados”, afirma Ordóñez, que vive en Medellín, y señala que en Antioquia el 92 por ciento de las muertes ocurren en personas no vacunadas o con dosis incompletas. Por eso, Fernández reiteró la importancia de vacunarse y de recibir la dosis de refuerzo. En lo que todos están de acuerdo es en que es muy pronto para que la covid sea considerada una enfermedad endémica, esas que se dan en un área geográfica con cierta prevalencia y de manera crónica.
La endemia llegará. La pregunta del millón es cuándo. Según los expertos, tardará y el único que le pone fecha es Ordóñez: segundo semestre de 2023, cuando el mundo ya esté vacunado. Por ahora, la meta es pasar esta tormenta de ómicron sin tantas interrupciones en la vida diaria ni tantas muertes, obviamente. Muchos esperan que, como sucedió en Sudáfrica, donde se vio un aumento rápido de los casos seguido de una caída vertiginosa, el fin de ómicron esté cerca. Pero en esta historia sin fin ya se ha dicho que vendrán otras variantes.