Hoy en día muy pocos desconocen lo que es un atracón de series. ¿Quién no ha presionado el ícono de play en su control de televisión con la intención de ver un solo capítulo de Breaking Bad o House of Cards pero termina, 45 minutos después, cediendo a la tentación de dar clic en el siguiente capítulo y luego al siguiente, y así hasta las dos de la mañana? Un sondeo hecho por TiVo encontró que 92 por ciento de los televidentes ha tenido en su vida al menos una comilona de series, y en 2013 un estudio encargado por Netflix encontró que 61 por ciento de los que ven televisión en línea se sirven un plato de 2 o 3 capítulos seguidos de un drama a la semana. La Universidad de Toledo también hizo sus investigaciones y halló que 77 por ciento de la muestra ven televisión por dos horas seguidas o más, sin descanso.La mayoría de los encuestados reportan que al finalizar la maratón no se sienten indigestados sino todo lo contrario, plenamente satisfechos. Pero recientes estudios señalan que este hábito podría ser dañino. La principal preocupación de algunos expertos es que los televidentes desarrollen una adicción que podría interferir no solo con su trabajo y relaciones sociales sino también con su salud. “El atracón de series es un creciente problema de salud pública que se debe atender”, señalaron los investigadores de la Universidad de Toledo, quienes consideran que tres horas o más de series continuas puede clasificarse como problemático.Pero la cantidad no es suficiente. Los psiquiatras consideran que para considerarse adicción debe tener otros ingredientes. Uno de ellos, como lo señala la psiquiatra Yahira Guzmán, es el de “querer parar y no poder”. Además de eso, la persona descuida sus responsabilidades laborales y sociales para obtener dicha satisfacción. Como le sucedió a José Alberto Garcia, un publicista al que la serie Breaking Bad casi le acaba el matrimonio. Deglutió los 62 episodios, cada uno de casi 50 minutos, en un par de semanas. “Llegaba del trabajo a las ocho de la noche y duraba hasta las cuatro de la mañana viendo la serie. A los tres días mi mujer me declaró la guerra y acordamos que ella se fuera de vacaciones a otra ciudad mientras yo la terminaba”, relata.Y es que, como otras drogas potencialmente adictivas, los nuevos canales están ofreciendo un producto que tiene todos los condimentos necesarios para hacer que con apenas unos bocados los televidentes queden atrapados con sus tramas. Un estudio de Netflix muestra que la mayoría no se envicia en el piloto de la serie, sino en los primeros dos o cuatro capítulos. En Breaking Bad el momento exacto es el segundo episodio, cuando Jesse trata de deshacerse de un cuerpo y el techo de la casa colapsa; en House of Cards es en el tercer capítulo, cuando Zoe empieza a ascender en su carrera de periodista, y en Walking Dead se da en el punto de la historia en que Rick vuelve a su casa y debe escapar de un horda de zombies, es decir en la segunda emisión.Según el guionista y crítico de televisión Samuel Castro, en los años ochenta y noventa las series como MacGyver ofrecían cada semana una historia completa, independiente de la siguiente. Con la llegada de la televisión por cable empresas como HBO se interesaron en hacer series de adultos para ganar suscriptores permanentes, y las desarrollaban por temporadas para mantenerlos en vilo año tras año. Luego apareció Netflix y creó el fenómeno televisivo actual. “Son las telenovelas por entregas y cada capítulo termina en punta para que la gente siga con el siguiente, pero lo interesante es que al hacerlo de esta forma le dio el poder de elección al televidente de consumir esa historia a su antojo, en el momento que quiera y en la cantidad que desee”, señala Castro.En cierta forma esto no es muy diferente a lo que sucede con una buena novela, que se puede devorar en un santiamén. La diferencia es que mientras nadie critica la lectura exagerada, ver televisión por un tiempo prolongado siempre ha sido un hábito cuestionado. Un estudio publicado de 2011 en American Journal of Epidemiology concluyó que sentarse frente al televisor por más de tres horas al día genera un 13 por ciento más de riesgo de depresión en las mujeres. El trabajo de la Universidad de Toledo encontró que de 408 participantes, el 35 por ciento eran consumidores compulsivos de series y que todos ellos tenían mayores niveles de estrés, ansiedad y depresión que los demás participantes.Una explicación de ese resultado es que muchos adictos a las series prefieren verlas de noche y cuando caen presos de la trama postergan el momento de dormir. Pero ese trasnocho tiene consecuencias serias en la salud. Maurice Tran Dinh Can, médico acupunturista francés experto en fatiga y control del insomnio que estuvo en Colombia la semana pasada, señaló que todo lo que le robe tiempo al descanso de la noche es malo “porque ese espacio está destinado para que el cuerpo se restaure de la fatiga del día”. Y agrega que “cada vez que eso sucede crece la deuda que se tiene con el sueño reparador y aumenta la posibilidad de desarrollar insomnio”.La falta de sueño, según el experto, interfiere en muchos aspectos. La persona al otro día se siente irritable, cansada, deprimida y menos productiva. Pero aún si el atracón se hace de día, puede generar riesgo de diabetes, enfermedad coronaria y cáncer por el simple hecho de pasar inactivo por varias horas seguidas, aun si la gente hace ejercicio con regularidad. Y si a ver televisión le agrega comida, el efecto nocivo aumenta pues hay evidencia de que alimentarse frente a una pantalla favorece comer más de la cuenta. Un estudio publicado en el Journal of American Heart Association reveló que quienes ven televisión por más de tres horas seguidas diarias tienen el doble de riesgo de morir en forma prematura.Un estudio realizado por Marketcast, una firma de investigación en entretenimiento, encontró que el 98 por ciento de los adictos a las series las ve en su casa y el 56 por ciento lo hace solo. Este dato ha generado preocupación en algunos psicólogos sobre el riesgo de que estas personas desarrollen una conducta antisocial. Explican que cada vez que alguien se sumerge en el universo de una de estas tramas y queda atrapado allí por horas, está dejando de hacer otras actividades sociales donde podría interactuar con los demás. Por eso, los expertos recomiendan hacer pausas entre capítulos y tratar de verlos acompañado. “Si se hace con la pareja puede ser un motivo de unión porque les da un tema para hablar”, señala Pamela Rutledge, directora de Media Psychology Research CenterUna estrategia que ayuda a dosificar las series es pensar en la cantidad de tiempo que toma verlas. Según Nielsen Holdings, para terminar todos los capítulos de How I Met your Mother se requieren tres días completos; las siete temporadas de The West Wing exigen cinco días con sus noches y la más larga de todos es 24. Muchos lo han hecho para lograr un récord, como sucedió con un grupo de amigos que decidió ver series por 94 horas sin parar. El primero sucumbió a las primeras 10, el segundo lo hizo a las 60 horas y Alejandro Fragoso, el ganador, resistió hasta el final. Por la hazaña ganó un certificado de Guinness Records pero a un alto precio: sufrir de alucinaciones y escuchar voces en su mente, síntomas típicos de privarse de sueño.A pesar de esta evidencia, los expertos señalan que ver series de esta manera va a ser un hábito muy dificil de erradicar por la gratificación instantánea que ofrece. Y esto se debe a que bajo este sistema es menos probable que se pierdan u olviden detalles de la trama porque es como leer un libro en que se pasa de un capítulo al otro. Y cuando se tiene ese control, la transición es más fácil. Algunos psicólogos como Jonathan Fader señalan que al ser una actividad que sumerge a las personas en otros mundos puede ser muy relajante. “Da el poder y el control de ver una serie de principio a fin”, señala el experto. Lo importante es la mesura, agrega. Porque este fenómeno seguirá creciendo en la medida en que más y más gente se desconecte de la televisión tradicional, y empiece a consumir este tipo de canales donde siempre encontrará un suculento bufet de series para consumir a sus anchas, sin restricciones ni límites.