Las verduras no deben faltar en la dieta. Su consumo ayuda a prevenir diversas enfermedades como las cardiopatías, el cáncer, la diabetes y la obesidad, por lo que su ingesta diaria, al igual que la de frutas, debe ser una prioridad.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda consumir por lo menos 400 gramos diarios para obtener sus beneficios tanto nutricionales como de salud, pues estos alimentos contienen vitaminas, minerales, fibra y muchos otros componentes que cumplen con funciones clave para el buen funcionamiento del organismo.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) asegura que ponerles a los platos el color verde, amarillo, naranja, rojo o púrpura de los vegetales ayuda a mantener a las personas sanas, además de que añade sabor y textura a las comidas.
Los vegetales deben ser ingeridos tanto por adultos como por niños. La citada fuente indica que tanto las frutas como las verduras les ayudan a los menores a crecer y apoyan las funciones corporales y el bienestar físico, mental y social en todas las edades.
Dada la importancia de consumir estos alimentos a diario, expertos de la Escuela de Salud Pública de Harvard crearon un “plato” cuyo propósito no es ganar ni perder peso, pero sí ser una referencia para las personas que se quieren alimentar de forma saludable en su día a día y convertir una dieta equilibrada en un buen hábito diario.
La propuesta apunta a que la mitad de cada comida diaria corresponda a frutas y verduras, y el otro 50 % se debe dividir entre alimentos con proteínas y cereales integrales, cada una con un 25 %.
Cuando el cuerpo no recibe suficientes verduras, puede resentirse y experimentar algunas afecciones o padecimientos. Uno de los principales signos es la debilidad del sistema inmunológico. Por ejemplo, vegetales como las zanahorias, tomates o alcachofas son ricos en antioxidantes y muy necesarios para cuidar de la salud de las células y tejidos, precisa información del portal Mejor con Salud, escrita por Valeria Sabater.
Adicionalmente, los vegetales son ricos en micronutrientes como zinc, magnesio o selenio, imprescindibles para la salud del sistema inmune, y muchos de ellos contienen vitamina C, que es determinante para subir las defensas.
Efectos en el corazón
El bajo consumo de verduras trae como consecuencia deficiencias de potasio, indispensable para cuidar la salud del corazón. Además, los vegetales aportan fibra, que no solo es importante para facilitar el proceso digestivo y evitar el estreñimiento, sino que ayuda a regular el colesterol malo y a prevenir la aterosclerosis, que se presenta por la acumulación de placas en las paredes de las arterias, lo que puede derivar en problemas cardiovasculares.
El hígado también es susceptible al consumo de verduras, asegura Mejor con Salud, pues requiere de sus minerales y vitaminas. Cuando estos alimentos no se incluyen en la dieta, se puede presentar retención de líquidos, digestiones más pesadas, mal sabor de boca por las mañanas y sensación de hinchazón y dolor abdominal. Para cuidar este órgano se puede incluir en la dieta alcachofas, brócoli, remolacha y espinacas, entre otros, precisa la citada fuente.
Los vegetales ayudan a saciar el apetito, gracias a su contenido de fibra dietética. Tanto las frutas como las verduras permiten que las personas se sientan satisfechas al comer. Adicionalmente, mantienen la sensación de saciedad por más tiempo, lo que evita que se esté picando entre comidas o se recurra a la ingesta de alimentos que pueden resultar poco nutritivos.
Si no se consumen verduras se puede sentir deshidratación. Estos alimentos ayudan a mantener el cuerpo hidratado gracias a sus importantes cantidades de agua, además de que facilitan la eliminación de toxinas, afirma un artículo publicado en la revista Glamour, de México.
¿Cómo consumirlas?
Existen varias formas de consumir verduras y una de ellas es cocinándolas. Según expertos, las verduras cocidas cuentan con una digestibilidad superior a las crudas, lo que indica que su aprovechamiento de los nutrientes es mayor.
Una de las maneras más usadas para cocinar las verduras es al vapor, que produce el agua en ebullición. Una de las ventajas de este método es que mantiene las propiedades de los alimentos casi intactas. Los tiempos de cocción varían en función del tamaño de las piezas de verdura, así como de la dureza de las mismas.
Otra de las alternativas saludables y que permite obtener la mayoría de nutrientes de las verduras es en agua. Consiste en cocinar estos alimentos, introduciéndolos en agua o caldo que se pone a hervir, líquido al cual se le puede agregar algún tipo de especia para darle mejor sabor. Lo ideal es no freírlas.