Con el pasar del tiempo, la diabetes (una enfermedad de larga duración que afecta la forma en que el cuerpo convierte los alimentos en energía) puede causar daño a los ojos y provocar pérdida de la vista e, incluso, ceguera, de acuerdo con los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés).

Además, explicó que las enfermedades de los ojos que pueden afectar a las personas con diabetes incluyen: retinopatía diabética, edema macular (que generalmente aparece junto a la retinopatía diabética), cataratas y glaucoma.

Dicho lo anterior, los síntomas de las enfermedades de ojos son:

Retinopatía diabética

  • Manchas o hebras oscuras que flotan en la vista (cuerpos flotantes).
  • Visión borrosa.
  • Visión variable.
  • Zonas de la visión oscuras o vacías.
  • Pérdida de la visión.
La visión es uno de los sentidos más utilizados. | Foto: Getty Images

Edema macular

  • Los objetos se ven ondulados, especialmente cuando se mira al frente.
  • Los objetos parecen de diferentes tamaños si se miras con un ojo y luego con el otro.
  • Los colores se ven apagados o descoloridos.

Cataratas

  • Visión opaca, borrosa o tenue
  • Mayor dificultad para ver de noche.
  • Sensibilidad a la luz y el resplandor.
  • Necesidad de luz más brillante para leer y realizar otras actividades.
  • Visión de halos alrededor de las luces.
  • Cambios frecuentes en la prescripción de sus anteojos o lentes de contacto.
  • Pérdida de colores o color amarillento.
  • Visión doble en un solo ojo.

Glaucoma

Al principio, el glaucoma no suele presentar ningún síntoma, pero con el tiempo, es posible que se pierda lentamente la visión, empezando por lo general por la visión lateral (periférica), especialmente el área de visión que está más cerca de la nariz.

Las medidas de cuidado personal pueden retrasar la pérdida de la visión. | Foto: franckreporter/Getty Images

Por tal razón, para prevenir las enfermedades de los ojos por diabetes, hay que prevenir la enfermedad y las recomendaciones de Medline Plus, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos son:

1. Consumir alimentos saludables: Elegir alimentos ricos en fibra, con bajo contenido graso y pocas calorías. Centrarse en las frutas, los vegetales y los cereales integrales. Además, tener en cuenta que algunos alimentos que suben la insulina en la sangre son: chocolates, caramelos, mermeladas, miel, helados, gaseosas, alcohol, galletas dulces, comida rápida, harina de trigo refinada, cereales azucarados, entre otros.

2. Tomar agua: de acuerdo con Mayo Clinic, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la práctica clínica, la educación y la investigación el consumo diario de agua es diferente para los hombres y para las mujeres, por el hecho de que existen diferencias entre la ingesta, pero por lo general los hombres deberían consumir 3,7 litros de agua al día y las mujeres deberían beber 2,7 litros.

3. Hacer ejercicio: Es importante seguir las nuevas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que recomiendan por lo menos de 150 a 300 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o vigorosa por semana para todos los adultos, incluidas las personas que viven con afecciones crónicas o discapacidad.

4. Controlar los niveles de azúcar en sangre: De acuerdo con el Grupo Sanitas de España, lo recomendable es que la glucemia se mida al levantarse por la mañana y antes del desayuno, y se considera normal si los niveles de glucosa se sitúan entre los 70 y 100 mg/dl en ayunas y en menos de 140 mg/dl dos horas después de cada comida.

Una alimentación saludable con actividad regular puede ayudar a controlar la diabetes. | Foto: Getty Images/iStockphoto

5. No fumar: Fumar puede contribuir a la resistencia a la insulina, lo que puede llevar a tener diabetes tipo 2. Si ya fuma, la recomendación es dejar de hacerlo, ya que en cuanto deja de fumar el cuerpo comienza a sanarse, pues:

  • A los 20 minutos, baja la frecuencia cardíaca y la presión arterial.
  • A las 12 horas, el nivel de monóxido de carbono (gas tóxico en el humo del cigarrillo) en la sangre desciende a un nivel normal.
  • Entre las dos semanas y los tres meses, mejora la circulación sanguínea y el funcionamiento pulmonar.
  • Al año, el riesgo de presentar enfermedad cardíaca se reduce a la mitad del de las personas que siguen fumando.

De todos modos, la información antes dada de ninguna manera sustituye la asesoría médica y por ello lo primero que hay que hacer es consultar a un experto de la salud para que sea este quien guíe el proceso e indique qué es lo más adecuado para cada persona.