La enfermedad de Parkinson es un trastorno del movimiento que reduce de forma gradual la dopamina, un compuesto del cerebro, y afecta al habla, la capacidad de caminar y el equilibrio. No se conocen las causas, y no hay tratamientos efectivos ni una cura.
Sin embargo, las personas que consumen unos niveles altos de las vitaminas C y E en la dieta pueden reducir el riesgo de esta patología casi en un tercio, según sugiere un estudio reciente.
Según los investigadores europeos de este nuevo estudio, las vitaminas C y E también son antioxidantes que podrían evitar el daño celular que el Parkinson provoca. En específico, los antioxidantes podrían ayudar a contrarrestar unas moléculas “inestables” y el estrés oxidativo, que pueden conducir a la pérdida de una sustancia del cerebro, llamada dopamina, que es una característica de la afección.
“El efecto protector de las vitaminas en el riesgo de enfermedad de Parkinson podría verse limitado a unas vitaminas específicas, como las vitaminas C y E. Por lo tanto, comer alimentos ricos en las vitaminas C y E podría ayudar a prevenir el desarrollo de la enfermedad de Parkinson”, planteó la investigadora Essi Hantikainen, de la Universidad de Milano-Bicocca, en Italia.
Por su parte, los alimentos ricos en vitamina C incluyen a las naranjas, las fresas, el brócoli y las coles de Bruselas. Y los alimentos ricos en vitamina E incluyen a la espinaca, las coles silvestres, la calabaza y los frutos secos, como las almendras.
Hantikainen anotó que este estudio no puede probar que las vitaminas E y C prevengan el parkinson, solo que unos niveles altos de estas vitaminas se asocian con un riesgo más bajo de desarrollar la enfermedad.
“Se necesita más investigación para confirmar estos hallazgos. Y no está claro cuáles son las cantidades más beneficiosas de las vitaminas E y C para reducir el riesgo de enfermedad de parkinson”, apuntó la experta.
Ahora bien, el estudio, que se publicó en la edición en línea del 6 de enero de la revista Neurology, Hantikainen y sus colaboradores dieron seguimiento a casi 44,000 adultos de Suecia durante un promedio de 18 años. Ninguno tenía parkinson al principio.
Los participantes completaron un cuestionario al principio sobre sus antecedentes médicos, dieta y ejercicio, lo que incluyó la estatura, el peso y la actividad física.
Luego, se les dividió en tres grupos: los que tenían la ingesta más alta de las vitaminas E y C, los que tenían una ingesta moderada, y los que tenían la ingesta más baja. A lo largo del estudio, 465 personas desarrollaron enfermedad de parkinson.
Tras tomar en cuenta factores como la edad, el sexo, el índice de masa corporal y la actividad física, las personas que ingerían la mayor cantidad de las vitaminas E y C tenían un riesgo un 32 por ciento más bajo de enfermedad de parkinson que los que tenían la ingesta más baja.
¿Qué pasa si las dos vitaminas se toman mediante complementos?
“No pudimos investigar el efecto de los complementos en el riesgo de enfermedad de Parkinson”, anotó Hantikainen, pero quizá haya buenos motivos de salud para intentar obtener los nutrientes a partir de alimentos, no de pastillas. “Una ingesta alta de algunas vitaminas a partir de complementos, como la vitamina E, se ha vinculado con un riesgo más elevado de ciertas enfermedades, como la enfermedad cardiovascular”, advirtió.
El Dr. Alessandro Di Rocco, director del Programa de Trastornos del Movimiento de Northwell Health, en Great Neck, Nueva York, revisó el estudio, y dijo que los antioxidantes podrían ser uno de los factores ambientales que protegen del Parkinson.
“Pensamos que el Parkinson es como muchas otras enfermedades neurodegenerativas, una interacción entre los factores genéticos, algunos de los cuales conocemos, y la mayoría de los cuales no conocemos, y desencadenantes ambientales”, comentó Di Rooco.
Además, indicó que muchos de sus pacientes toman complementos de antioxidantes. “Muchos de mis pacientes toman vitamina E y vitamina C, y me preguntan si deberían tomarlas, y todo lo que puedo decir es que no veo un motivo de no hacerlo, que hacerlo no hace daño, y que quizá haya un beneficio”.
Las personas en riesgo de Parkinson, por ejemplo las que tienen antecedentes familiares fuertes de la enfermedad, quizá también se beneficiarían de los antioxidantes, comentó.
James Beck, director científico de la Parkinson’s Foundation, dijo que la mejor forma de protegerse del Parkinson es tener un estilo de vida saludable. Esto incluye comer una dieta estilo mediterráneo, rica en frutas, verduras y granos integrales, y hacer bastante ejercicio.
Aunque la genética tiene un rol en el Parkinson, apenas un 10 % de los casos se deben a mutaciones genéticas conocidas, explicó Beck.
También anotó que los estudios sobre los antioxidantes y el riesgo de Parkinson han tenido resultados contradictorios.
“No comprendemos del todo el motivo de que las personas desarrollen Parkinson. Este estudio no provee este tipo de claridad. No podemos afirmar que las personas estén desarrollando Parkinson o no debido a un motivo específico”, concluyó Beck.