A lo largo de los años, los tatuajes se han convertido en una expresión artística que muchas personas quieren tener en el cuerpo. Estos como tal se pueden definir como la introducción de pigmentos exógenos en la parte superior de la dermis y actualmente se ejecutan en la piel, en los labios y hasta en el globo ocular, aunque esta última práctica es poco habitual.
Sin embargo, es fundamental tener presente los compuestos de la las tintas que se aplican en la piel al momento de tatuarse, pues por ejemplo, en Europa la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (ECHA, por sus siglas en inglés) establece los niveles máximos de concentración de componentes potencialmente nocivos, clasificados en distintas categorías: carcinogénicos (máximo de 0,00005 % en peso), tóxicos para la reproducción (0,001 %), sensibilizantes cutanéos (0,001 %), etc.
Del mismo modo, esta normativa detalla que este tipo de sustancias “contiene níquel o cromo. Puede provocar reacciones alérgicas”. Esto da una idea de que los componentes de los tatuajes no son inocuos y pueden no pasar desapercibidos al sistema inmunitario, pues las defensas están especializadas en distinguir lo propio de lo extraño.
¿Cómo reacciona el sistema inmunitario?
Según el portal web The Conversation, las agujas de tatuar producen heridas, y como respuesta, sistema inmunitario se orienta principalmente hacia la denominada inmunidad tipo 2, que posee un componente reparador asociado muy importante. Específicamente, esta reacción está especializada en defender el organismo frente a gusanos (helmintos) y en eliminar y neutralizar agentes tóxicos como los venenos de picaduras de avispas o serpientes.
Así las cosas, es la inmunidad que, cuando se desregula, origina las alergias comunes y, con ello, se activan células como los mastocitos y basófilos. El portal en mención explica que “las células pueden expulsar el contenido de sus vesículas, que incluye enzimas detoxificantes y otras, como las llamadas proteasas, que intentan romper los compuestos químicos, sin éxito en el caso de los tatuajes”.
Finalmente, estos compuestos pueden hacer circular compuestos inflamatorios que aumentan la permeabilidad vascular y contribuyen así a la aparición de edemas (acumulación de líquidos); y citoquinas como la IL-4, la cual es una reacción inmunitaria hacia respuestas tipo 2.
Ahora bien, cabe mencionar que los llamados a filas conocidos también como macrófagos engullen los pigmentos acumulándolos en la piel, por lo cual muchas de estas células acaban muriendo y liberando los compuestos de nuevo, originando un ciclo que al final perpetúa el tatuaje. Los macrófagos producen sustancias inflamatorias que activan otras células (interleuquinas IL-6, IL-1β), amplificando así la respuesta.
Posible complicaciones al hacerse un tatuaje
El portal en mención da a conocer los efectos indeseados que puede tener un tatuaje:
- Infección. los expertos señalan que los tatuajes no deja se ser una herida abierta que tiene que cicatrizar. “Se estima que entre el 0,5 y el 6 % de los tatuajes presentan infección, frecuentemente por bacterias piogénicas (que producen pus) como Staphyloccocus aureus o Streptococcus”.
- Virus; cuando no se cuidan correctamente se pueden reactivan virus latentes como el del herpes. De esta manera también puede aparecer el herpes labial en la zona exacta de aplicación de un tatuaje para perfilar los labios. Esas citoquinas también nos dejan un poco indefensos frente a otros virus y agentes infecciosos.
- Dermatosis por neutrófilos: “Recientemente se ha descrito que una mujer sana de 41 años desarrolló tras tatuarse el síndrome de Sweet. Este mal se caracteriza por una dermatosis (inflamación de la dermis) aguda con fiebre, presencia de lesiones eritematosas (rojizas) y dolorosas en la piel con neutrófilos infiltrados en la dermis y un número elevado de este tipo de glóbulos blancos en sangre”.