Una nueva investigación científica encontró una asociación entre el riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer y la pérdida temprana del olfato. El estudio fue publicado esta semana en la prestigiosa revista académica Neurology, de la Academia Estadounidense de Neurología.

De acuerdo con un comunicado de prensa de esa organización, lo que los científicos hallaron es que los individuos que tenían una variante genética específica que se relaciona con el desarrollo de alzhéimer también podían perder su capacidad para identificar distintos olores, antes que otras personas sin esa misma variante genética, conocida como APOE e4.

“Evaluar la capacidad de una persona para detectar olores puede ser una forma útil de predecir futuros problemas cognitivos”, aseguró uno de los autores del estudio, Matthew S. GoodSmith, de la Universidad de Chicago, quien a su vez fue citado en el comunicado de la Academia Estadounidense de Neurología.

“Aunque se necesita más investigación para confirmar estos hallazgos y determinar qué nivel de pérdida del olfato predeciría el riesgo futuro, estos resultados podrían ser prometedores, especialmente en estudios que tienen como objetivo identificar a las personas con riesgo de demencia en las primeras etapas de la enfermedad”, añadió el investigador.

Entre otras cosas, se conoció que los autores del estudio usaron una encuesta para evaluar qué tan efectivo era el olfato de unas 850 personas: no solo se fijaron en la capacidad para saber que había un olor nuevo, sino también en la posibilidad que tenían de distinguir cuál era específicamente.

“Las pruebas se administraron a intervalos de cinco años. Las habilidades de pensamiento y memoria de las personas también se evaluaron dos veces, con cinco años de diferencia. Las muestras de ADN dieron a los investigadores información sobre quién portaba el gen asociado con un mayor riesgo de alzhéimer”, indicó la Academia Estadounidense de Neurología en su comunicado.

El alzhéimer afecta mayoritariamente a los adultos mayores. | Foto: Getty Images/iStockphoto

Los puntajes de las pruebas iban de cero a seis, dependiendo de la efectividad que los participantes tenían a la hora de detectar los olores.

Entre otras cosas, encontraron que quienes eran portadores del gen APOE e4 tenían hasta un 37 % menos de probabilidades de obtener un puntaje alto en comparación a los individuos que no tenían el gen.

“Los investigadores tomaron en cuenta otros factores que podrían afectar los resultados, como la edad, el sexo y el nivel educativo. Los portadores del gen comenzaron a experimentar una reducción de la detección de olores entre los 65 y los 69 años. A esa edad, los portadores del gen podían detectar un promedio de aproximadamente 3,2 de los olores, en comparación con aproximadamente 3,9 olores para las personas que no portaban el gen”, apuntó la Academia Estadounidense de Neurología.

Y, no obstante, indicó que las personas que portaban el gen no empezaron a mostrar indicios significativos de que estaban perdiendo la capacidad para identificar cada olor hasta que llegaron al rango de edad de entre 75 y 79 años.

El alzhéimer es un tipo de demencia común. | Foto: Getty Images

En ese punto su facultad de oler se deterioró con más rapidez en comparación con sus pares que no tenían la variable genética APOE e4.

“Identificar los mecanismos subyacentes a estas relaciones nos ayudará a comprender el papel del olfato en la neurodegeneración”, expresó el doctor GoodSmith.

No obstante, los autores de la investigación reconocieron que había algunas limitaciones en el estudio. Por ejemplo, señalaron que no incluyeron a personas que habían sido diagnosticadas con cuadros de demencia grave, lo cual pudo haber brindado mayor información sobre estos pacientes.

Vale decir, sin embargo, que la pérdida del olfato en la actualidad no se considera como uno de los principales síntomas del alzhéimer o de la demencia.

El alzhéimer puede provocar desorientación, confusión y pérdida de la memoria. | Foto: Getty Images

La Clínica Mayo, una institución médica de Estados Unidos, advierte que entre los signos más comunes de la enfermedad, las personas pueden presentar problemas para recordar eventos recientes, olvidar citas, repetir afirmaciones que ya se habían hecho, pasar por alto algunas conversaciones, perder compromisos, extraviarse en lugares que hasta el momento conocían bien, entre otros.

“Al principio, es posible que alguien con la enfermedad reconozca problemas para recordar las cosas y pensar con claridad. A medida que los síntomas empeoran, hay más posibilidades de que un familiar o amigo note los problemas”, concluye la Clínica Mayo.