En la cara oculta de la Luna está el cráter de Maunder, nombrado en honor a dos astrónomos británicos: Annie y Walter Maunder. Annie trabajó con su marido a comienzos del siglo XIX, registrando los puntos oscuros que manchan el sol. El apellido Maunder todavía es conocido en círculos científicos, pero Annie, de alguna manera, se ha caído del relato de la historia. "El apellido está ahí, pero nos hemos olvidado de que se refiere a dos personas", explica Sue Bowler, editora de la revista de la Real Sociedad Astronómica británica.Las "mujeres calculadora" Annie Scott Dill Russell nació en 1868 en Strabane, hija de un reverendo. Gracias a su afilada inteligencia, se ganó una beca para el Girton College de la Universidad de Cambridge, y se convirtió en una de las primeras mujeres científicas en trabajar en el Real Observatorio de Greenwich. "Era una de las que ahora llamamos ‘mujeres calculadora‘, empleadas a principios de la década de 1890 por el entonces astrónomo real, William Christie", explica la curadora Louise Devoy. "Creo que llegó desde Irlanda del Norte y trabajó aquí en el observatorio durante varios años con un salario muy bajo, como muchas ‘calculadoras‘ acá, hombres y mujeres". "En términos de lo que hizo, tenemos muy pocos registros o fotografías".Le interesa: Chilenos descubren nuevo planeta cerca a la Tierra"Coraje y determinación"En Greenwich, emplear a mujeres con una educación universitaria en matemáticas era un experimento audaz. Las mujeres solo fueron consideradas porque el astrónomo real necesitaba asistentes cualificados pero solo podía permitirse humildes ‘calculadoras‘: históricamente, colegialas con un salario de £4 al mes. A Maunder le ofrecieron un puesto como "mujer calculadora", lo cual significaba una gran reducción salarial para ella, quien había estado trabajando como maestra de escuela. Cartas escritas entonces muestran que ella pidió más dinero, pero se lo rechazaron.Las mujeres calculadora llevaban a cabo cálculos rutinarios para convertir observaciones sin procesar en datos utilizables. También recibían formación para utilizar telescopios.A veces esto requería caminar por el parque cercano al observatorio durante la noche sin acompañante, una actividad sospechosa para una mujer por aquel entonces. "En un momento en que las mujeres de clase media todavía eran escoltadas por hombres, el coraje y la dedicación de estas jóvenes mujeres astrónomas, vestidas con sus largas e incómodas batas mientras trabajaban con sus telescopios o en los laboratorios, eran extraordinarios", escribió la historiadora de la ciencia y astrónoma Mary T Brück.Puede conocer sobre: Rosetta le pone fin a su histórica odisea espacialEn 1892, los nombres de Annie Russell y Alice Everett, ambas astrónomas en Greenwich, fueron propuestos para convertirse en miembros de la Real Sociedad Astronómica británica. Pero no lograron los suficientes votos y la propuesta fue rechazada. Alice Everett se cansó del bajo salario y dejó Greenwich, desarrollando un interés en el nuevo campo de la televisión. Annie Russell se quedó. "Era muy dura y quería seguir con su ciencia", dice Bowler. "Pasó los exámenes de los cursos universitarios de matemáticas en un momento en que una mujer no podía recibir un título, e incluso había protestas en Cambridge contra la idea de que las mujeres pudieran graduarse". "Así que ella era lo suficientemente fuerte para hacerlo y hacerlo bien, y tener éxito en lograr un empleo como científica, algo que era muy raro. La astronomía era todavía un asunto de hombres". Estudiando el solAnnie Russell se casó con su colega Edward Walter Maunder en 1895. Bajo las reglas del servicio público, como mujer casada, fue obligada a abandonar su puesto remunerado como mujer calculadora. "Volvió como voluntaria durante la Primera Guerra Mundial y luego fue contratada con un sueldo más tarde, en la década de 1920", dice Devoy. Annie trabajó con Walter tomando fotografías del sol, poniendo las bases del entendimiento moderno de la actividad solar. "Tomaban fotografías del sol cada día claro, solo para tomar nota de dónde estaban las manchas solares, y dibujar su localización", dice Bowler. "Pero también, como matemática, le dedicó bastante esfuerzo al análisis. No solo anotaba, no era solo la asistente de Walter". Annie Maunder participó en muchas expediciones científicas para observar eclipses, muchas veces siendo la única mujer. Viajó a Laponia, India, Argelia, Mauricio y Labrador. Incluso diseñó su propia cámara para tomar fotos espectaculares del sol, incluyendo la primera fotografía de la historia de los penachos de la corona solar. "Capturó un rayo extremadamente largo, una mancha de la corona, saliendo del Sol, mientras había un eclipse, algo que nadie había visto antes, una característica de la corona que la gente no conocía", dice Bowler."Ella era lo suficientemente fuerte para hacerlo y hacerlo bien": Sue Bowler, editora de la revista de la Real Sociedad Astronómica de Reino Unido."He visto fotos de ella ajustando los instrumentos. Está tomando sus fotografías. No es una pasajera". "Quizás solo era socialmente aceptable porque estaba viajando con su marido, pero participó en expediciones científicas oficiales y sus fotografías estaban reconocidas como entre las mejores", añade.La historia de los cielosPero las convenciones del momento implicaban que las fotos de Annie se publicaban bajo el nombre de su marido y que ella no podía hablar en reuniones científicas.Aunque finalmente fue nombrada miembro de la Real Sociedad Astronómica en 1916, 24 años después de haber sido propuesta la primera vez. Participó en labores de promoción de la astronomía, como vicepresidenta de la sociedad, y editó la revista interna.Puede leer: China inauguró el telescopio más grande del mundoEn 1908, los Maunder publicaron el libro de divulgación científica "The heavens and their story" (Los cielos y su historia). El libro salió bajo el nombre de ambos, pero su marido reconoció en el prefacio que casi todo el trabajo lo había hecho Annie. Los Maunders también fueron conocidos por su diagrama de la mariposa, que muestra que el número de manchas solares varía con el tiempo, y por el Mínimo de Maunder, un periodo en el siglo XVII en el que las manchas desaparecieron por completo. Gran parte de su trabajo sigue siendo vigente hoy en día.El legado de AnnieAnnie Maunder murió en 1947, mucho después que su marido. A pesar de no obtener el reconocimiento que se merecía en vida, claramente dejó huella en la ciencia. "De sus cartas que están en los archivos de la Sociedad Real Astronómica, se ve que era una persona con gran personalidad", dice Sue Bowler. "No atenuaba sus palabras. Es incluso divertidamente ruda en algunas de sus cartas, y muy precisa". "Su pensamientos y opiniones basadas en sus observaciones son muy modernas y formaron la base de la física solar durante muchos años posteriores".