Las enfermedades cerebro vasculares son mucho más comunes de lo que la gente cree. De hecho, son la segunda causa de muerte y la primera causa de discapacidad de adultos en el mundo. Matan más que el cáncer a pesar de que muy poco se escucha hablar de él. Según la neuróloga Juliana Coral, los casos de ataques cerebro vasculares, por ejemplo, suceden cuando un trombo o un coágulo tapan una arteria del cerebro. “El área del cerebro que depende de esa arteria para sobrevivir, es decir, para que le lleguen nutrientes como oxígeno, glucosa y otros alimentos, muere por falta de esas sustancias”, explica la experta. Vea en video la increíble trayectoria de Jota Mario Valencia
Este evento es muy parecido a lo que sucede en el corazón cuando una de sus arterias se obstruye. En ese caso se le llama infarto de miocardio. Cuando sucede en el cerebro se llama trombosis. Cuando el vaso se rompe en el cerebro y genera una hemorragia dentro del cráneo, se conoce como ACV hemorrágico o derrame cerebral. El ACV es más frecuente a partir de los 65 años en los hombres, pero después de esta edad las mujeres también tienen igual riesgo que ellos. A pesar de esto, es posible que se presente en cualquier momento de la vida. El ACV por isquemia o taponamiento, sigue siendo la segunda causa de muerte y es la primera de discapacidad en el mundo, lo que genera unos costos enormes para el sistema de salud. “Solo en Estados Unidos gastan más de 34 millones de dólares al año para atender la discapacidad de quienes han sufrido ACV”, dice Coral Casas. Lea también: El infarto no es una muerte perfecta Por esto es importante aprender a reconocer los síntomas de un ACV. “Si usted tiene dificultad para entender el lenguaje o para encontrar palabras y emitirlas; si nota que se le desvía la boca hacia un lado de la cara, o que la fuerza se va hacia un lado del cuerpo o que no puede movilizarlo; si tiene la sensación de adormecimiento o siente menos un lado del cuerpo con respecto al otro, son indicios de un ACV”. Algunas personas pueden morir en el momento del ataque, pero muchas tienen espacio, aunque limitado, para actuar. “Es una carrera contra el tiempo pues resulta que cada minuto que pasa mueren más de un millón de neuronas por la falta de suplencia de oxígeno y nutrientes”, dice la neuróloga. Por eso la mejor decisión es correr hacia un hospital de tercer nivel donde haya un TAC, un aparato que diagnostica eficazmente el problema. “Lo más importante cuando uno presenta ACV es saber si es debido a que se rompió el vaso o a un bloqueo. El TAC es el único medio que nos va a descartar que al paciente se le haya roto la arteria y confirmar que se le haya tapado para poder iniciar las terapias indicadas”, dice la experta. Los neurólogos y urgenciólogos puede desbloquear la arteria con algunos medicamentos, “pero estamos corriendo contra el tiempo". En contexto: Señales de que está sufriendo un accidente cerebro-vascular Entonces, si por un motivo se retrasa la llegada al hospital, las consecuencias de ataque van a ser más graves y las personas van a quedar con una mayor discapacidad funcional”. Agrega que muchas personas quedan confinadas a una cama, lo que genera una gran carga económica al sistema de salud y a la sociedad pues dependerá de otros para todas sus actividades. “Es muy frecuente que queden así. Por eso hay que hacer campañas para que las personas puedan identificarlo”. Otro obstáculo es que existen muchos mitos sobre el manejo casero del ataque cerebro vascular. Los médicos escuchan decir que si se pinchan el dedo, que si se dan calmantes o aguas e infusiones o si al paciente lo acuestan a dormir probablemente mejorará. “Esto es absurdo”, dice la experta, pues lo único que genera es una pérdida de tiempo para llegar al hospital. El ataque se puede prevenir si se controlan los factores de riesgo cardiovascular. Coral explica que hay unos no modificables como la edad y la raza. “Es más frecuente entre los afrodescendientes y a partir de los 65 años”. Pero si es posible trabajar en los modificables como la hipertensión, diabetes, obesidad, tabaquismo, sedentarismo. “Aquí hacemos muchas campañas contra el cáncer, pero tenemos que entender que esta es una enfermedad que está generando la segunda causa de muerte y es la primera de discapacidad, entonces genera altos costos al sistema de salud. El año pasado en el mundo murieron 9 millones de personas por un ACV que es casi la población de Bogotá”, concluyó Casas.