Muchos señalan el estrés como la epidemia del nuevo siglo. Uno de ellos es el médico funcional Carlos Jaramillo, quien plantea en su nuevo libro, El milagro antiestrés, que este estado físico y mental es un problema similar al del calentamiento global. “Sabemos que es cierto, pero no le prestamos la atención debida. Y en este caso no tenemos a una Greta Thunberg que nos lo recuerde”, dice.
Jaramillo vivió las consecuencias de ignorarlo en carne propia. Hace cinco años, mientras su día transcurría con normalidad, lo internaron en urgencias sin explicación. Todo empezó con una rara sensación en un dedo de su mano izquierda; al cabo de unas horas creció tanto que ya no podía sentir su pierna y brazo izquierdos ni la nariz. Tras ese episodio estuvo hospitalizado por semanas, con fiebre altísima, sin conciencia a ratos y sin garantías de sobrevivir. Al final, salió de la clínica con más dudas que respuestas.
Le diagnosticaron meningitis, una patología que generalmente ataca a personas con VIH, cáncer avanzado o con un sistema inmunológico deprimido. Pero ninguno era su caso. Los médicos sabían que algo lo había debilitado y había permitido la entrada del virus en su cuerpo, pero nadie sabía exactamente qué. Ese vacío lo motivó a investigar exhaustivamente lo que podría haberlo llevado a ese estado, y en el camino descubrió algo inesperado: el estrés. Esa palabra tan de moda en el siglo XXI, a la que pocos atribuyen la capacidad de matar.
Pero la tiene. Jaramillo explica que el estrés percibido activa al sistema nervioso, y este, a su vez, influye sobre el sistema inmune mediante hormonas y neurotransmisores. Este estado en pequeñas dosis es positivo, pero en exceso resulta mortal, pues va acumulándose durante la vida y en algún momento estalla en forma de enfermedad.
En su caso se expresó en la meningitis, pero Jaramillo afirma que a diario millones de personas acuden a consultas por migrañas, problemas en la tiroides, ataques de ansiedad, cáncer, entre otras enfermedades, sin tener en cuenta el papel del estrés en esa ecuación. “Lo digo en el libro y lo sostengo. No hay un solo paciente, y yo he visto más de 7.000 en los últimos nueve años, al que el estrés no le afecte la salud. Es algo completamente transversal a las enfermedades, sea como perpetrador, mediador o disparador. En cualquier momento el estrés está presente”, dice a SEMANA.
En ese sentido, su libro realiza un recorrido riguroso y claro sobre las múltiples formas en que producir demasiado cortisol, la hormona del estrés, impacta el bienestar y desencadena múltiples enfermedades. Aborda desde el poder de la mente en el cuerpo hasta por qué órganos tan inesperados como el intestino, el hígado o el lóbulo frontal del cerebro juegan un papel crucial en el estrés.
Reconocerlo no es fácil, pero el cuerpo siempre envía mensajes. “Son manifestaciones grandes y pequeñas, como no dormir, pérdida de interés por las cosas, dolores musculares, sentir cansancio sin razón, despertarse a la madrugada, muchas cosas”, explica. No obstante, no se trata de sumar variables. Alguien puede tener solo un síntoma muy predominante, como despertarse a las dos de la madrugada. “Eso es gravísimo, suficiente para pedir ayuda y no esperar a que aparezcan el resto de problemas”, agrega.
Para Jaramillo no se debe pretender eliminar el estrés, pues esto es imposible, sino aprender a soltarlo. Para él funciona como un vaso de agua que se va llenando con los años, y, de pronto, un día con una gota más se desborda. “Hay que enseñarle al cuerpo a vaciar el vaso y para eso existen muchas técnicas”.
El primer paso consiste en entender los dos tipos de estrés: el mental (percibido) y el físico. El primero tiene que ver con situaciones internas o externas que producen tensión, como, por ejemplo, temer que los padres mueran. “Hay que entender que lo que a mí me estresa es problema mío. El mundo tal y como lo vemos es una creación de nuestra mente y de nadie más”, dice.
Pero no basta con sentirse bien emocionalmente. Jaramillo explica que el cuerpo puede estresarse a diario por múltiples factores. Entre ellos, las radiaciones a las que está expuesto y los malos hábitos, como el tabaquismo, las infecciones crónicas, los químicos de los alimentos o los de productos aplicados en la piel. Por eso es preciso practicar buenos hábitos, como ejercitarse, meditar o alimentarse bien. Su libro explica con detalle qué dieta favorece al organismo para que deje de estresarse y empiece a fabricar lo necesario para funcionar bien.
En esta época con el estrés a flor de piel, recomienda no dejarse sobrepasar por situaciones incontrolables. “La angustia, el miedo y la ansiedad es tratar de controlar lo que no se puede. No vale la pena preocuparse por Trump, sino de lo que está al alcance, como ayudar a un vecino”, dice.
Hace ya un año Jaramillo publicó su primer libro, El milagro metabólico, con el propósito de compartir con sus lectores lo que ve a diario en sus pacientes. Un año después, es el más vendido de Colombia con más de 70.000 ejemplares, y también ha tenido éxito en Chile y México.
Espera lograr lo mismo con El milagro antiestrés, pues todavía queda un camino grande para luchar contra este enemigo. “Llegar al comedor, la sala y la cama de las personas representa un mayor logro, porque es donde resulta más posible generar un cambio. La salud, después de todo, empieza en casa y no en el consultorio”.