Cuando la gente habla de marihuana medicinal en realidad está hablando de por lo menos 70 compuestos que tienen una función fisiológica que es medicinal, pero de todos ellos hay dos, el canabinodiol (CBD) y el tetrahidrocanabinol (THC) que han sido los derivados de esta planta más estudiados. Ahora que el país reglamentó el uso de estos productos, muchos hablan de ellos pero pocos saben su aplicación. El médicos Juan Carlos Restrepo, quien ha hecho estudios sobre el tema, dice que estos dos compuestos han mostrado eficacia en el tratamiento de muchas enfermedades. “Si se tienen en cuenta sólo los estudios grandes que demuestran eficacia y seguridad, estos compuestos sirven solo para la epilepsia refractaria, el manejo del dolor crónico y el paliativo en pacientes oncológicos”. Pero también hay estudios en líneas celulares y en modelos  animales que demuestran un efecto benéfico en lupus, artritis reumatoidea, diabetes melitus, otros tipos de epilepsia, Alzhéimer, mal de Parkinson, accidentes cerebro vasculares y encefalocraneanos, e incluso para el microtrauma deportivo en jugadores de fútbol americano. El abanico de acción, entonces, es muy grande, pero para Restrepo aún falta más investigación que corrobore todos estos hallazgos. Hasta ahora se sabe que ese amplio espectro de acción se debe a que el cuerpo humano cuenta con un sistema endocanabinoide que, según investigaciones tendría más de 100 receptores en todo el cuerpo que participan en diferentes procesos de acuerdo a estímulos de los órganos.  A pesar de estas bondades, muchos pacientes que se beneficiarían de estos extractos tienen miedo a recibirlos. “Ahora está la moda y la gente quiere probar la marihuana medicinal para muchas patologías, pero muchos también se muestran reacios por miedo a crear dependencia”. Es cierto que la THC es un producto psicoactivo, es decir que entre sus efectos no deseables está la famosa traba o viaje, especialmente si se trata de una dosis alta. “La gente puede sentir el enlentecimiento de las conexiones neuronales, una percepción diferente de la realidad, manejo del dolor y la pérdida de la percepción de dónde está”, explica. Le sugerimos: En el futuro el alzhéimer será una enfermedad rara De ahí la importancia de hacer un manejo adecuado de las dosis y las concentraciones, no solo para cada enfermedad sino para cada paciente. Porque según el experto, el cannabis no puede manejarse como los demás medicamentos en los que aplica el dicho de uno sirve para todos. “Si yo voy a tratar a alguien con un cannabinoide yo prefiero estudiarlo profundamente con exámenes, e incluso llegar a algo tan avanzado como individualizar el tratamiento, con el fin de evitar que hayan adicciones y dependencias”. El experto explica que en la otra versión, el CBD, puede existir la traba dependiendo de la susceptibilidad del paciente. “Si me llega un paciente con neuropatía diabética y le formulo CBD y THC en mayor concentración, y él paciente es sensible, lo más probable es que a las dos horas experimente ese pequeño viaje”. Por eso lo ideal es hacer mezclas con concentraciones para evitar ese efecto. Sin embargo, un paciente con cáncer que recibe quimioterapia y tiene náusea y vómito “es preferible que reciba su THC y tenga ese pequeño viaje a estar con las náuseas, el vómito y el dolor: uno sopesa el riesgo contra el beneficio. Pero hay que advertírselo al paciente”. Además, frente a otros medicamentos para el dolor, como la morfina, el cannabis medicinal ofrece ciertas ventajas. El THC elevado puede producir adicción psicológica, es decir, que la persona depende de este elemento para realizar una actividad.  En los opioides la adicción es fisiológica y psicológica, y la persona cada vez va a requerir de dosis más altas para obtener un beneficio o un efecto analgésico. “Los opioides son quizás la primera causa de mortalidad en Estados Unidos  y la primera causa de adicción”. Puede leer:Hombre se dio cuenta que su tumor cerebral había desaparecido el día antes de entrar al quirófano Ahora, al comparar el CBD y el THC con un ibuprofeno, Restrepo también defiende a los cannabinoides.  “Para controlar el dolor de un paciente tenemos que dar dosis elevadas de ibuprofeno pero solo una dosis media de cannabinoides. La dosis alta en el ibuprofeno va a afectar el estómago porque es un ácido. Probablemente producirá una úlcera.  Con los cannabinoides no hay efecto adverso ni a mediano ni corto plazo de úlcera gástrica. Es una comparación burda pero importante para ver las ventajas de canabis frente a otros remedios para el dolor”. En otras palabras, los cannabinoides son mejor tolerados, son más nobles y tiene efectos demostrados en el organismo, pero como todo, pueden tener efectos a largo plazo que aún no está disponible por la falta de suficiente farmacovigilancia. Hay muchas vías de administración oral. La fumada, sin embargo, es la más nociva porque el simple hecho de encenderlo ya produce alquitrán y productos de la combustión que son tóxicos para el organismo. “La gente cree que como es marihuana natural no es tan dañino como el cigarrillo, pero puede ser perjudicial para el pulmón”, dice. Otra manera de administrarlo es por inhalación, sublingual y oral. Dependiendo del objetivo se establece la vía de administración. Si es un dolor algo agudo, puede ser crema o un parche. En los dolores crónicos la administración puede ser oral. Actualmente el auge del CBD se observa por todas partes. En estados Unidos viene en burbujas para el baño, comidas para perros y en gomitas, bebidas y tortas para humanos. Restrepo espera que aparezcan muchos más productos mal llamados medicinales sin base científica clara. “La mayoría de autocultivadores sacan aceites, resinas o extractos y se los dan a las personas para enfermedades sin tener criterio, lo cual es un fenómeno preocupante”, dice. Lo cierto es que para que la gente realmente sienta mejoría, hay que establecer el uso medicinal, poner ciertas reglas del juego y que estas medicinas siempre sean suministradas bajo prescripción médica.