Julia Harper nació prematura. Nadie creía que lograría vivir más de un par de horas, pero lo hizo. Cuenta que lo más importante de sobrevivir fue que sus padres siempre le dijeron que la vida le había dado esa oportunidad para ayudar a forjar el cambio. No fue fácil crecer con ese mensaje, pues implicaba una gran responsabilidad, pero lo hizo. Se volvió terapeuta para cumplir esa misión. Pero poco después se dio cuenta de que no estaba haciendo un cambio real en sus pacientes, que eran en su mayoría niños con problemas de aprendizaje. “Solamente enseñábamos a leer y a escribir y me pareció triste. No estaba cumpliendo con mi misión”, dice a SEMANA. Veía que las técnicas como terapeuta no servían y los niños iban y venían a su consultorio con el mismo problema. Ahí fue cuando se encontró con la neuroplasticidad y dejó ese mundo de la terapia tradicional para incursionar en la maleabilidad del cerebro. Los resultados fueron sorprendentes pues el cambio en sus pacientes ya no era temporal sino permanente. “Esa era la salida”, pensó entonces. “Si uno reactivaba el cerebro en el lugar correcto, al momento indicado y con las herramientas apropiadas se lograba el cambio que perduraría por años. Lo vio en la gente adulta y en niños con necesidades especiales.
Harper hoy tiene un centro en la Florida donde aplica todo tipo de herramientas para potenciar el cerebro. Todo basado en los principios de la neuroplasticidad, un descubrimiento hecho hace varias décadas gracias al cual la neurociencia encontró que el cerebro no era una estructura fija, sino una masa maleable que podía cambiar en cualquier momento de la vida. Ella atiende hoy no solo a niños con problemas de aprendizaje sino además a adultos con este mismo tipo de limitaciones. A estas trabas del cerebro ella les llama desórdenes de procesamiento de la información. Y generalmente estos son los que generan problemas de aprendizaje, atención, dislexia, demoras en el desarrollo, ansiedad, entre otros. Cuenta que en su centro aplican los principios de neuroplasticidad para reconectar el cableado del cerebro (el aspecto fisiológico) así como el aspecto psicológico de la mente. “A los que vienen por cosas fisiológicas les hacemos tratamiento para mejorar la manera como el cerebro procesa la información para que funcionen diferente en su vida”, explica. Cuando la gente no puede usar la información de manera acertada se altera la manera como ve el mundo. Las experiencias se procesan en la mente y aquellas alteradas en el cerebro llevan a limitaciones de la mente. "Es cuando la gente empieza a decir no puedo hacer esto, estoy sobrecargada, estoy estresada", dice. “Cuando hablamos de cerebro estamos hablando de todos, todo el mundo tiene uno. Y lo podemos potenciar para que crezca y ayude a mejorar su mente y su vida y el mundo”. Por eso dice que la neuroplasticidad es una de las palabras que más quiere. Significa que el cerebro puede ser recableado o cambiado. “Lo que me gusta de esto es que esa posibilidad la tenemos todos. Tenemos la oportunidad de cambiar en la vida”. Antes de esto, hace 50 años, los estudios decían que el cerebro era un órgano fijo, estructurado de cierta manera y que el aprendizaje que recibía una persona hasta los seis años quedaba así para siempre. Pero afortunadamente la ciencia demostró que la neuroplasticidad del cerebro permanece toda la vida.
La neuroplasticidad es necesaria para aprender. Todo el aprendizaje sucede en el cerebro, para aprender cualquier cosa nueva la neuroplasticidad tiene que estar presente pues implica que el cerebro debe crear un nuevo camino para tomar nueva información. “Toda la conversación sobre aprendizaje incluye una conversación sobre neuroplasticidad. No se puede aprender sin eso”. El efecto psicológico de tener un desorden de información es una sensación de desbordamiento: la gente no puede manejar su vida, está muy preocupada, se siente abrumada con lo que le toca hacer a diario. Harper usa la neuroplasticidad para afectar la fisiología del cerebro y apoyar cambios en la sicología de la mente.
“A veces tenemos un paciente que tiene un reto con su cerebro y usamos neuroplasticidad para reconectar el cerebro. A veces vienen porque tienen un problema psicológico, un tema emocional, y con la neuroplasticidad creamos nuevos patrones de pensamiento en la mente para que experimenten libertad y potencial máximo. En otros casos vienen por ambas cosas: tienen temas fisiológicos y psicológicos. Es para reentrenar el cerebro”. Entre sus pacientes más frecuentes están niños con problemas de aprendizaje. Una en 25 personas tiene un desorden de procesamiento de información. Estos problemas no significan que hay algo mal en el cerebro. Ella recibe a niños con estructuras cerebrales intactas pero aún así tienen problemas con el aprendizaje o la comunicación o las habilidades motores.
De hecho a ellos siempre les han dicho que están bien porque no tiene problemas genéticos, ni daños en la estructura cerebral, pero a pesar de eso, la información sale mal, tienen problemas de comunicación, no entienden lo que les dicen, problemas de atención, no sn eficientes para entender la información, o retos cognitivos, “no es que no sean inteligentes sino que tienen problemas con organización o para entender el contexto. Lo cierto es que la vida se les afecta: están ansiosos, se sienten mal en las multitudes, o no se sienten comprendidos, o no se adaptan al mundo. “El problema es en el procesamiento de la información”. Es como si tenemos un iPhone 10 con un software del 3. Hay que actualizarlo para vivir una vida plena”. Para Harper lo importante es saber dónde se da ese rompimiento en la comunicación entre las estructuras del cerebro y dependiendo de dónde es aplica diferentes intervenciones. “Yo le digo a la gente si un médico les dice que tienen cáncer la primera pregunta que yo haría es dónde. Y es importante porque dependiendo del lugar se da un tratamiento”. Lo mismo sucede con el cerebro. La idea es poner atención al origen del problema y usar la neuroplasticidad para reconectar esa estructura específica. “La idea de que los medicamentos se deben usar para todos los desórdenes de aprendizaje no es correcta y por eso vemos a gente sobrediagnosticada usando medicinas para mejorar la atención”, dice. Ella aclara que la medicación tiene su lugar y es cuando el niño tiene un problema de atención al nivel de la corteza. “La medicina está diseñada para afectar el lóbulo frontal, pero cuando hay un problema de aprendizaje que empieza antes de ese nivel del cerebro, por ejemplo el cerebelo, la medicación no es buena. La pregunta no es si sí o no a la medicación sino cuándo, y mucha gente reacciona así porque hemos puesto un sello de que si tiene problema de atención es igual a medicación, pero eso no es lo ideal. Debemos poner atención a dónde está ocurriendo el problema. Si lo detectamos y aplicamos neuroplasticidad vamos a tener mejores resultados que con la medicina”.
Aunque van parejas con problemas, niños con dificultades de aprendizaje y pareciera que ella puede solucionar cualquier problema que amerita ir a donde el psicólogo, advierte que esto no es la cura de todo. “Yo creo en lo práctico y le digo a la gente es que esto puede ser la fuente de su problema. La gente viene aquí porque está sufriendo, tiene problemas pero no asumo que todos sean de procesamiento de la información, pero sí considero hacer una evaluación para descartarlo”. Su mejor ejemplo es el de un padre que fue a verla porque sus cuatro hijos tenian problemas de procesamiento de información. Cuando ella le contó lo que tenían los hijos él se dio cuenta de que era lo mismo que había padecido toda la vida y por lo cual fue medicado desde los 6 años. “Le dimos tres semanas de tratamiento y por primera vez pudo dejar la medicación”. Este hombre, además, se volvió mucho más organizado, mejoró su autoestima y se sintió mejor de sí mismo. “Todo en él cambió, su mujer estaba feliz y los hijos notaron el cambio. El aprendió a hacer todo por su cuenta. Antes tenía asistentes para todas sus falencias y lo primero que hizo fue despedir a la mitad de ellas. Todo esto pasó porque no sabía que por 46 años su sistema operativo estuvo dañado”. El mensaje es que nadie debe sufrir y si lo están haciendo hay que averiguar por qué. “Y si es por esto la solución es neuroplasticidad”. El único obstáculo para lograrlo es falta de información, dice. “La gente no sabe que estos desórdenes de procesamiento existen porque cuando ha vivido con ellos durante toda su vida se vuelve su norma, entonces creen que es personal, que son así, que no son buenos para una cosa o la otra, pero yo lo que digo es que no vuelvan un rasgo de la personalidad algo que está basado en una limitación del cerebro que se puede corregir. Es posible que sean buenos para bailar o para socializar si no tuvieran un problema de procesamiento. Por qué vivir una vida limitada si la posibilidad de libertad existe”.