Cuando Daniel Garzón, co-fundador de Booklick, vivía la época universitaria se preguntaba por qué en pleno siglo XXI, donde existen todo tipo de aplicaciones digitales, la visita diaria a la fotocopiadora para imprimir las lecturas de clase, seguía siendo una obligación. A partir de ahí empezó a gestar la idea de un proyecto para facilitar la manera en la que los estudiantes absorben el conocimiento.  Años después, con un par de amigos de universidad, decidió apostarle todo a la creación de Booklick, una red social académica hoy valorada en más de 2 millones de dólares y que, básicamente, busca acabar con el problema de la impresión diaria de fotocopias en Colombia y América Latina, y al mismo tiempo, convertir a los académicos en influenciadores.  En un principio, como la mayoría de quienes deciden montar su propio negocio, tuvieron que sortear dificultades. También ir moldeando su idea a punta de prueba y error. Pero hoy, su proyecto está revolucionando poco a poco la manera en que los estudiantes y las instituciones intercambian el conocimiento. Según cuenta a SEMANA Garzón, en cinco años han logrado que más de 50 instituciones colombianas integren su idea a sus planes de estudio. Entre ellas, la Universidad de los Andes, el SENA, la Fundación Universitaria del Área Andina y la Universidad de la Costa. Esto representa un despliegue de usuarios cercano a 1.2 millones de estudiantes.

Además, gracias a su aparición reciente en el programa Shark Tank Colombia, una serie de origen estadounidense en la que emprendedores presentan su idea de negocio a inversionistas conocidos como “Tiburones”, este grupo de jóvenes de no más de 28 años, lograron visibilizar su proyecto en nuevos rincones del continente. "Nos fue bastante bien, pudimos cautivar cuatro tiburones. Pero sobre todo nos permitió una visibilidad interesante para expandir Booklick a otros países a los que estábamos intentando entrar", explica Garzón. Ahora están en Chile, México, Ecuador y explorando nuevas oportunidades en España. 

Evolución Pero ¿Cómo funciona Booklick y cuál es su valor para la educación? En un principio, este grupo de jóvenes pensó en crear el Netflix de los libros académicos para estudiantes. Sin embargo, en el camino se dieron cuenta que ellos no eran el cliente potencial. “No estaban dispuestos a pagarlo porque básicamente preferían ahorrar su plata para la cerveza o el día a día de lo que implica ser un universitario”, explica Garzón.   Allí entendieron que lo que realmente querían los estudiantes era que este servicio estuviera incluido en la matrícula. Por eso, el reto era hacer que las instituciones lo compraran. Para lograrlo, identificaron un problema de la academia poco conocido y explorado: cada año las universidades deben pagar millones de dólares para acceder a una gigantesca base bibliográfica que incluye libros, artículos científicos y revistas acorde a las necesidades de sus estudiantes y sus carreras. Sin embargo, esta gran inversión en su mayoría no rinde muchos frutos pues las tasas de uso por parte de los estudiantes son muy bajas, en comparación con lo que podrían explotarse en una plataforma digital. “Ya lo hemos visto  en el cine con Nettlix, y en la música con Spotify. Pero en la educación todavía hay una brecha muy grande con la tecnología”, dice Julio Avis, co-fundador y gerente comercial.   Además, cada una de las editoriales que tiene los derechos de autor de cada libro provee un portal separado, independiente, que hace que todo este proceso sea dispendioso. Por eso, lo que hace Booklick es integrar todo en un único canal y por ese medio, permitir a los estudiantes, profesores e investigadores, acceder a la información. “Con esto también promovemos la legalidad tanto física y digital. Al momento de ir a una fotocopiadora el material no está pagando derechos de autor y al momento de descargar un PDF tampoco”, explica Pero el factor diferencial de esta plataforma es que se puede compartir y comentar sobre el contenido como ya se hace en otras redes sociales. Por ejemplo, Booklick tiene una función llamada Booklist, que permite a los usuarios hacer lista temáticas para compartirlas. Algo similar a lo que hoy sucede con las listas musicales de Spotify. En resumen, cuando un estudiante entra a la aplicación puede encontrar con un solo click, toda la oferta bibliográfica de universidad: libros, revistas, artículos científicos, y videos. Todos curados con el fin de garantizar la calidad del debate académico de la plataforma. 

Por otra parte, los profesores e investigadores que hacen parte de Booklick pueden ser seguidos por sus alumnos. Y los alumnos pueden ser seguidos por sus maestros. “Eso, sin duda, dinamiza el intercambio de conocimiento y hace que la información que antes era plana adquiera nuevas dimensiones”, dice David Mesa, gerente de tecnología.  "Lo que somos hoy es una red social de aprendizaje de las universidades y nuestro reto es transformar la educación y el día a día de los universitarios", agrega Garzón. 

De académicos a influenciadores En ese sentido, otro de los grandes sueños de los colombianos es convertir a Bookclik en una red social que conecte a grandes mentes. “Cada uno de nosotros tiene un referente en la disciplina que escogió, para nosotros pueden ser Bill Gates, Elon Musk, Mark Zuckerberg. Yo soñaría con que ellos algún día hagan parte de esta red social. No para subir sus fotos, o de pronto algún post de hobbie, sino para poder aprender de ellos como mentores, a pesar de que no los conozcamos nunca personalmente”, dice Avis.  Para Avis, ni siquiera es necesario apuntar tan lejos. En la academia y las universidades hay mentes igual o más de brillantes en todas las áreas del conocimiento. “Sueño que todos esos profesores que son influenciadores sin saberlo estén en Booklick y no sólo le enseñen en las aulas sino que puedan aprender y co-crear conocimiento en esta red”, agrega. Aunque hoy el típico perfil de un influenciador es que sea bonito y chistoso, su idea es dar relevancia a científicos y expertos en todas las ramas, como medicina, derecho, emprendimiento o innovación.  Seis consejos para leer más Para estos emprendedores, además, no tiene sentido que, en promedio, se saquen 50 mil fotocopias en una universidad del país al día. Primero por un tema lógico de conciencia ambiental, y segundo, porque el estudiante de hoy, un nativo digital, está acostumbrado a recibir la información a través de personas y redes sociales. “En ese sentido, la fotocopia es un tema meramente informativo que no permite a las personas interactuar alrededor del contenido como están acostumbradas”, explica Garzón.  El propósito de estos colombianos es que en un futuro, un estudiante de la Universidad de los Andes pueda hablar con uno de la Javeriana, pero también con uno de la Universidad Complutense de Madrid o de la Católica en Chile. “Queremos que puedan conocer a sus futuros colegas desde la universidad con base en los temas de interés que comparten”, concluyen. Ahora, sus fundadores se encuentran en negociaciones con una empresa estadounidense que valolaría a Booklick en 15 millones de dólares.